Durante estos 55 años transcurridos desde que surgió la primera institución oficial de África con un nombre integrador de Estados, el panafricanismo sirvió de guía teórica para los propósitos unitarios del continente, con las características de cada época.
El nacimiento de esa institución el 25 de mayo de 1963 en Etiopía, bajo el nombre de Organización de la Unidad Africana (OUA), estuvo precedido por aportes de sus padres fundadores que integraron, desarrollaron y consolidaron un sistema de ideas, teorías, enfoques y estrategias políticas emancipadoras.
El foro cohesionador de identidades territoriales heredero de aquella primera organización es la actual Unión Africana (UA), que desde su fundación el 26 de mayo de 2001 también en la capital etíope, Addis Abeba, recibió el batón conceptual de aquellos primeros fueros panafricanistas.
La historia dejó una marca de esa tendencia preservadora de la africanidad desde los mismos orígenes de cada una de esas dos organizaciones, en especial por aparecer ambas y establecer su sede en Etiopía, con una larga historia de soberanía y de resistencia ante el invasor.
Aquella OUA fundacional surgió así con un fuerte sentimiento independentista, aprehendido de aquella primera sede en un país al cual todos admiraban por ser el único que jamás fue colonizado por nadie.
El organismo despegó también bajo la influencia epopéyica de la década de 1960 con sus luchas emancipadoras en la mayoría de las colonias africanas, sumadas a las de los movimientos guerrilleros latinoamericanos y caribeños, además de otras gestas izquierdistas y tendencias progresistas incluso en Europa.
La UA, por su parte, tuvo una cimiente embrionaria, basada en otros tiempos, los del naciente siglo XXI, distantes ya de aquellas épocas heroicas, del romanticismo libertario de los siglos XIX y XX.
Tras concluir en el continente el período colonial e imponerse el neocolonial, aún vigente con toda su fuerza, el organismo actual actúa desde entonces sobre sus Estados como un mandante regional con muchos deseos y proyectos, pero sin la fortuna, presupuestos y riquezas, que, eso sí, pasan por las manos de sus gobernantes de camino hacia el mismo bolsillo imperial de siempre.
Por si fuera poco, la UA tiene ante sí uno de los más grandes desafíos en lo que va de siglo, con el recrudecimiento del neoliberalismo productivo, económico y comercial, y los intentos estratégicos de las metrópolis históricas por recuperar sus antiguos territorios de ultramar.
El organismo panafricano, no obstante, se debate entre estrategias que avalen nuevas conquistas para sus pueblos, la creación de estructuras, alianzas, asociaciones e iniciativas integradoras que garanticen su consolidación como ente rector, en todo lo cual registra avances, si bien lejanos de algunos retos ya vencidos por su antecesora.
Las posibles soluciones al atraso heredado de siglos de explotación occidental, por ejemplo, se mantienen entre sus principales desafíos, aunque casi nunca está en sus manos obtener suficiente ayuda de los responsables históricos del mal, que cooperan con África como el clásico millonario que echa la moneda en el sombrero.
¿Qué es el panafricanismo?
El panafricanismo (o pan-africanismo) es “un movimiento político, filosófico, cultural y social que promueve la dignificación del negro, su hermanamiento universal, la defensa de sus derechos y la unidad de África bajo un único Estado”, según la definición del estudioso de Guinea Ecuatorial Donato Ndongo-Bidyogo.
Diccionarios y enciclopedias definen el término como 'un movimiento político, filosófico, cultural y social, que promueve el hermanamiento africano, la defensa de los derechos de las personas africanas y la unidad'.
Uno de los creadores del panafricanismo, el expresidente de Namibia Sam Nujoma, definió esa tendencia mediante un enfoque un poco más actualizado: “Es una ideología y un movimiento que estimulan la solidaridad de los africanos en el mundo”.
Nujoma, uno de los líderes regionales que participó en la inauguración de la OUA el 25 de mayo de 1963, sostiene que la unidad es vital para el progreso económico, social y político, y para cohesionar y estimular a los pueblos del área.
La expresidenta de la Comisión de la UA, la sudafricana Nkosazana Dlamini-Zuma, por su parte, opina que esa organización puede consolidarse en gran medida con la plena participación de los pueblos del continente y ofreciendo legitimidad a sus gobiernos e instituciones.
Como obstáculos a esos propósitos, los líderes del organismo constatan que aún existen problemas de gobernabilidad, golpes de estado, excesivas permanencias en el poder, y elecciones manipuladas y cuestionadas.
Politólogos y economistas subrayan también las dificultades para la integración a partir de las grandes diferencias de las economías africanas, la pobre asistencia desde el exterior y los enormes desniveles de estas en comparación con las del resto del mundo.
Los actuales líderes de la UA enfrentan las secuelas aún vigentes de la explotación histórica de los recursos naturales del continente, mientras son cada día más sutiles esas formas de esclavitud moderna.
Panafricanismo y nuevos tiempos
Pocas regiones del mundo igualan a África en su llamado histórico a la unidad, integración y defensa de la dignidad humana, flageladas por siglos de esclavitud, explotación y exclusión económica y social.
África, tercer continente en extensión después de Asia y América, tuvo un enorme y coherente eco de respuesta solidaria entre sus descendientes allende los mares y entre muchos hombres de bien entre todas las razas y credos del planeta.
Todavía persiste en la conciencia humana la tendencia solidaria ante el clamor de los esclavos, confundido en la bruma de los tiempos entre los toques de tambor que viajaron a Occidente junto a ellos.
La cifra de africanos afectados por el comercio de esclavos se estima entre 10 y 28 millones, 20 por ciento de los cuales murieron ahogados en los mares o hacinados en las bodegas de los barcos antes de llegar a sus destinos de trabajo en las diferentes colonias europeas, sobre todo en Norteamérica, Sudamérica y el Caribe.
El sonido de los cueros, sus ritmos y bailes, el trepidar de los cuerpos morenos sobre un escenario de cinco siglos, develan aún hoy día aproximaciones espirituales entre muchos contemporáneos, afro-descendientes o no.
La impronta africana en esos Estados occidentales, tiene componentes prácticos, teóricos y emancipadores por cuya aplicación murieron muchos hombres dentro y fuera de aquella región.
El término más sintetizador de ese accionar de luchas y tendencias por causas generadas desde aquel continente, adoptadas y desarrolladas por líderes de sus pueblos junto a los de otras regiones, es el referido panafricanismo.
Resulta imposible explicarse el significado de la OUA y la UA en la historia sin considerar ese movimiento que promovió durante los siglos XIX, XX y lo que va del XXI conceptos autóctonos de defensa de la integridad africana y de su diáspora.
De acuerdo con el citado investigador Ndongo-Bidyogo, los creadores de ambas organizaciones, cada una en su momento histórico, “quisieron llevar a la práctica el concepto panafricanista de una región unida y fortalecida política, económica y culturalmente”.
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