El bienestar de los niños es una premisa en Cuba

Un menor de 16 años puede presentar trastornos agravados de conducta y mantener un comportamiento inadecuado en el aula, en su barrio, en el hogar, en los diferentes espacios de convivencia social.

Sí…También puede un menor de 16 años cometer un acto tipificado en la ley como delito. Puede hurtar un objeto o dañar la integridad de una persona.

Sin embargo, en cualquiera de estos casos, ese niño o adolescente no está solo. Quedó demostrado en el Informe nacional 2012 sobre el enfrentamiento jurídico-penal a la trata de personas y otras formas de abuso sexual, el quinto que se presenta sobre este tema, cumpliendo los compromisos de la Convención de Palermo.

No existía la Convención de los Derechos del Niño, creada en 1989, y siete años se emitió en nuestro país el Decreto-Ley 64, con el que se establece la despenalización de  este tipo de actos cometidos por menores. En él se determina, además,  el marco regulatorio para su atención, a través de un sistema al que tributan los Ministerios de Educación (Mined) y del Interior (Minint).

En ningún caso se acogen en instalaciones similares a una cárcel, pues para ellos se crearon las 12 Escuelas de Formación Integral existentes en el país como la José Martí, en la capital, donde reciben las clases del nivel de enseñanza correspondiente con su edad y un tratamiento psico-pedagógico individual y diferenciado.

No importan los errores que hayan cometido, ellos tienen ante todo el derecho de ser respetados y de  recibir aquí el amor, el cariño, los cuidados y la atención que en sus hogares muchos no han tenido, explica la mayor Isabel González Benítez, licenciada en Psicología y directora de la institución capitalina. “Estos menores han crecido en entornos hostiles de familias disfuncionales en la mayoría de los casos y han sido víctimas de ello, por lo que nuestro trabajo es muy importante en la evaluación y análisis de cada caso”.

Transito por los pasillos, los dormitorios y las aulas de esta escuela y corroboro lo que me dice su directora. Eduardo, Talía, Harrison, Ailén, Maylayf y otros bailan danzón en la clase de apreciación musical y compañeros suyos comparten lo aprendido en los talleres vocacionales y de oficios de arte culinario, barbería y peluquería, gastronomía, reparación de calzado y técnicas de agricultura, entre otros.

La reinserción social de estos muchachos es nuestra misión principal, advierte González Benítez. “La sociedad debe recibirlos al egresar de nuestro centro al término de un año como promedio y ellos deben estar preparados. Les brindamos las herramientas básicas para que continúen sus estudios y opten por una plaza laboral, y les damos seguimiento a ellos y su familia a partir de la acción coordenada de las fuerzas de la comunidad y nuestro equipo multidisciplinario de psicólogos, sociólogos, terapeutas, psiquiatras, entre otros profesionales.

“Es posible que en otros países se internen a los menores con estas características en centros cerrados, pero esa no es la solución. El bienestar de los niños cubanos es una premisa fundamental de la Revolución Cubana y en el caso de los 40 alumnos de este centro y los de otros, necesitan mucho más la mano tendida y la entrega para “aderezarles” su futuro”, asegura González Benítez.