Domingo, 11 de octubre. Niñas de diferentes edades. Niñas que piden con sus sonrisas y la mirada lista por un futuro mejor. Niñas que exigen ser escuchadas. Se identifican como decisoras de su futuro y nos dicen que ellas también cuentan, tienen una voz alta y clara para defender sus derechos.
“Tengo mi propia voz. Quiero que se escuche” dice Paula de doce años. El video es bastante sencillo. Pensado para compartir en redes sociales y sin embargo tiene el poder de llevarme a mi propia infancia, a las niñas de Cuba y de todo el mundo y a la frase de un amigo querido: Las niñas son muy sabias. Es cierto. Son lo suficiente sabias como para saber identificar sus necesidades y reclamar sus derechos. Es deber nuestro escucharle.
El 11 de octubre es el Día Internacional de las Niñas. Una fecha para celebrar a las niñas y adolescentes líderes que en todo el mundo luchan por revertir el cambio climático, eliminar el matrimonio infantil, la injusticia racial o la Mutilación Genital Femenina (MGF). Es también un momento para reflexionar en torno a las muchas problemáticas que quedan por resolver para que las niñas vivan en espacios seguros, para que puedan ser felices, con acceso a salud y educación gratuita y de calidad, niñas protegidas. Para entre tantos ruidos, saber escuchar sus palabras.
VOCES, MASCARILLAS Y UN MUNDO PANDÉMICO
Primero fueron murmullos. La necesidad de igualdad de género llevó por ejemplo a realizarse la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer y su plataforma de acción que cumple 25 años este 2020. Desde aquella fecha se reconocía la importancia de proteger a las niñas y adolescentes.
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Reconoce, por ejemplo, cómo surgen desigualdades e inequidades desde el propio nacimiento de niños y niñas. Estas brechas aumentan en las distintas etapas del crecimiento y afectan las formas en que ellas acceden y reciben educación, deciden su futuro o experimentan la sexualidad. Algo tan básico como el acceso a asistencia sanitaria o alimentación adecuada puede ser deficiente o inexistente para ellas.
Algo tan necesario como la posibilidad de expresarse y ser escuchadas choca a veces con el silencio de las personas adultas y responsables de velar por su seguridad. No solo en su hogar, sino en sus comunidades y naciones.
“Con demasiada frecuencia sus voces son silenciadas en los hogares, en las escuelas y en el ámbito público. Para millones de niñas en el mundo, ese silencio se impone a través de la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil y otras prácticas nocivas. Estas no sólo violan la integridad y la autonomía corporal de una niña; le roban la confianza y la capacidad para tomar decisiones informadas acerca de su vida”. Así lo reconoce la directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Dra. Natalia Kanem.
Un punto queda claro. Hay decisiones que marcan para mal la vida de una niña. En este contexto de pandemia, ellas son vulnerables y sus problemas quedan más silenciados. La crisis sanitaria relega sus problemas y necesidades a un segundo plano. Corren graves riesgos los pequeños logros alcanzados en materia de género después de décadas de lucha.
“Un estudio llevado a cabo por el UNFPA y diversos socios muestra que la pandemia podría traducirse en 13 millones de matrimonios infantiles y 2 millones de casos de mutilación genital femenina de aquí al 2030, de manera adicional a los millones de casos que ya se esperaba que tendrían lugar”, declaraba la ejecutiva.
A esto se suma el embarazo en la adolescencia y la situación en especial vulnerable de las niñas que se encuentran en situación de confinamiento y no asisten a la escuela.
Las niñas no pueden quedar atrás en medio de la crisis. El futuro de toda una generación debe ser preservado. La transición de niñas a mujeres debe ser un proceso feliz y para ello deben estar garantizados su salud y derechos sexuales y reproductivos, así como el derecho a la paz.
Sus voces, en tiempos de mascarilla, precisan de mayor atención.
PARA UN FUTURO MEJOR
Asegurar un entorno seguro y pacífico para las niñas, sería cuando menos un acto de justicia. Tener en cuenta el acceso a la educación sobre salud sexual y reproductiva y a educación de calidad. No ser objetos de discriminación bajo ninguna circunstancia.
Desde la propia Declaración y Plataforma de Acción de Beijing se perfilan algunas de las barreras que enfrentan las niñas durante su desarrollo. El conocido como el programa político más amplio en materia de igualdad de género aborda temas como la seguridad, la paz, la necesidad de educación sobre salud sexual y reproductiva y de crecer en espacios donde no sean objetos de discriminación.
El empoderamiento de las mujeres del mañana precisa que las necesidades espirituales, intelectuales y materiales de las niñas sean tomadas en cuenta. Al empoderar a las niñas, se construye una generación de mujeres libres.
Si a las niñas se les considera como inferiores, crecerán con una suerte de límites prestablecidos y no podrán alcanzar todo su potencial. Si profesores, padres y madres les enseñan a ponerse en último lugar, seguirán una espiral descendente. La sociedad tiende a colocarse barreras invisibles, techos de cristal, desde muy pequeñas y pasan a ser naturalizados con mucha facilidad.
A los entornos familiares les sigue otro muy importante en la socialización de imaginarios: las escuelas. Los libros de texto, materiales de estudio, las propias actitudes de maestros y maestras en el interior del aula refuerzan estereotipos y prejuicios de género.
Los prejuicios luego se traducen en que ellas sean menos estimuladas a seguir estudios científicos y tecnológicos o para participar en funciones sociales, económicas y políticas de la sociedad.
Por un futuro mejor es preciso cuidar que las niñas puedan ser niñas. Una novela cubana que concluyó recientemente, El Rostro de los Días, colocó el tema del abuso sexual infantil en horario estelar. Junto a ella llegó un debate público sobre cómo ayudar a todos los niños, niñas y adolescentes a defender sus derechos y en caso de ser vulnerados poder expresarse y ser creídos por los adultos. Los silencios a nivel familiar son, por tanto, otra forma de mantener a las niñas desprotegidas.
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Es preciso entonces creer en ellas, escuchar con atención y agradecer su confianza. Explicar que no se encuentra sola, demostrar serenidad, solicitar ayudar profesional y denunciar el hecho. Es vital escucharles, dedicarles tiempo todos los días y animarlas a que cuenten sus preocupaciones.
Otro aspecto que demostró la novela es la necesidad de Educación Sexual desde todas las etapas, atendiendo a las características y la información necesaria en cada una de ellas.
“A partir de los tres años, las niñas aprenden a encontrar las semejanzas y diferencias respecto a los niños. Desde esa etapa ya hay que empezar a enseñar porque preguntan, tienen curiosidad, quieren saber de dónde vinieron, cómo se hicieron. Tienen derecho a saber. Hay que enseñarles y explicarles en un lenguaje apropiado que puedan comprender. Lo que no encuentran en su medio familiar van a buscarlo en otra fuente y quizás la información no es la más adecuada ni la más saludable”. Así expresó Ana María Cano en entrevista con Juventud Rebelde.
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Una adecuada Educación Sexual desde tempranas edades puede ayudar a las niñas a detectar cuando son víctimas de abuso sexual. Posibilita a las adolescentes a experimentar de forma segura su sexualidad y evitar embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual.
Hay un problema de fondo entre las problemáticas de las niñas en todo el mundo: la necesidad de ser escuchadas y ser creídas. Es por ello que el lema escogido sea “Mi voz, nuestro futuro en común” porque colca a las niñas como personas en el centro de las soluciones de sus propios problemas. Cuidarlas y empoderarlas es una forma de llegar a esa todavía utopía de igualdad y equidad de género.
Isabel, 12 años, habla de cómo puede ser científica, maestra, costurera o directora si ella quiere; Isabella, de 9, pide una infancia sin diferencias; Alba, con seis años, se declara poderosa y con orgullo por sus raíces y Paula, otra vez nos recuerda que tiene una voz.
Del otro lado de la pantalla se renueva la esperanza, las voces son cada vez más fuertes.
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