Circula en redes una declaración a propósito de «los sucesos de los últimos días» en Cuba, que recaba firmas de todo el que se sienta identificado.
La he leído con detenimiento y reconozco el derecho de todos los firmantes en sus demandas, pero no añado mi nombre a ninguna declaración que en este contexto omita de forma deliberada el rechazo ético a la violencia (que en el mencionado documento se reclama al Estado), sin que se refiera explícitamente a la que es estimulada por otros gobiernos a través de ciudadanos cubanos o extranjeros con fines políticos y subversivos.
Por respeto a la memoria de mis antepasados y de los que hoy sufren en Cuba privaciones de todo tipo no puedo firmar declaración, proclama o petición que no reconozca de forma clara, directa y sin ambigüedad la existencia del bloqueo, que ha tenido en la reciente administración Trump las más viserales vueltas de tuerca.
Dicho esto, a título personal y asumiendo la responsabilidad de mis actos (no los de un redactor desconocido), firmo mi decisión de pedir que cambiemos todo lo que hace mucho tiempo dejó de ser revolucionario, el inmovilismo, la desidia, los privilegios de cierta casta burocrática que pone el palo en la rueda y el cumplimiento sagrado de la Constitución, que incluye el derecho a la defensa de la Patria.
Añado que mientras se firma esa declaración que lleva nombres de amigos entrañables, en tiempo real el Consejo de Defensa de los Estados Unidos y su embajada en La Habana los apoyan «desinteresadamente» en sus reclamos. Solo por ese detallito, y por no aparecer junto a personas que en el pasado más reciente han promovido políticas subversivas y de agresión contra Cuba (y que de manera oportunista han corrido a incluir su rúbrica en el documento) no me sumo.
**Tomado del perfil de Facebook del periodista cubano Féliz López
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