Hace poco se hicieron virales en redes sociales las imágenes de unos bustos de Martí empapados en una sustancia viscosa y roja. Aquel acto de vulgar vandalismo, perpetrado por los delincuentes Panter Rodríguez Baró y Yoel Prieto Tamayo, pronto provocó la repulsa de la inmensa mayoría de cubanos dentro y fuera de la Isla.
Los culpables fueron detenidos con celeridad y pronto confesaron con lujo de detalles. Su rimbombante actuación, que soñaban fuera un largometraje, resultó ser apenas un corto: en apenas días, los vándalos fueron descubiertos y apresados.
Sin embargo, algunos «abogados del Diablo» insistieron en su inocencia y en un supuesto montaje de las autoridades cubanas.
Uno de sus más acérrimos defensores, el rapero Aldo Roberto Rodriguez Baquero (integrante del grupo de hip-hop Los Aldeanos), insistió en la inocencia de «su amigo Panter«. Incluso llegó a decir que si lo había, ¿cuál era el problema? «¿Por qué no se le puede echar un poco de sangre a José Martí?», fueron sus palabras textuales.
No obstante, la investigación criminalística realizada, los videos de cámaras en la calle obtenidos y el resto de las pruebas e indicios recopilados son cúmulo más que suficiente para desmontar esa «defensa».
El vandalismo perpetrado contra la figura del Apóstol es parte de un entramado subversivo contra nuestro país y el proceso revolucionario. Prueba de ello es la relación de los dos delincuentes comunes que arrojaron sangre de cerdo sobre los bustos de Martí con Ana Olema Hernández Matamoros, infame cabeza visible de la mafia anticubana radicada en La Florida.
Olema, junto a Luis Manuel Otero Alcántara y el seudoartista conocido como «el Sexto«, son parte de un grupo de «activistas» que, sin obra ninguna, tratan de usar supuestas obras de arte y «performances» para promover el desorden público y el antagonismo con las instituciones del Estado cubano.
El vínculo de los vándalos con Ana Olema no es solo «sentimental». Durante 2019, la «activista» envió mil dólares en remesas a través de la Western Union a los acusados. 600 dólares fueron en pago por el ultraje a Martí. ¿Qué pensaría de esto Alexander Ota Ola, con su miserable «parón de enero»?
Otras acciones también financiadas por esta vía fueron la colocación de letreros contra el voto a favor de la nueva Constitución de la República, en el pasado febrero.
Por supuesto, ni Ana Olema, ni el Sexto, ni nadie de estos patéticos personajes pueden arrogarse el papel de financiar la subversión contra Cuba. Este dinero forma parte de los 30 millones de dólares que el gobierno de los Estados Unidos destinó para estos fines el pasado año.
Detenidos los autores materiales del hecho, la contrarrevolución intentó mostrar en redes sociales que existía una «célula clandestina» que todavía operaba en la Isla. Para ello utilizaron a Yonel Fernando Cardoso Freyre, cubano residente en Miami, como rostro público.
Sin embargo, esta vez (y como tantas otras veces) la contrarrevolución, cegada por su odio, ha cometido un error irreparable. Han atacado a un hombre que fue, es y será alma de la nación cubana, más allá de cualquier criterio político. Por ello, por mucho dinero que la Fundación Cubano Americana dedique a estos y otros actos, jamás triunfarán en su empeño por derrocar la Revolución.
Es que el Estado cubano, además de socialista, es profundamente martiano. Y eso el pueblo de Cuba, que lo apoya y sostiene, lo conoce de sobra.
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