Entrar este miércoles al Memorial José Martí de la Plaza de la Revolución todavía daba la sensación de tristeza y de cientos de miles de personas en fila unida para decirle un hasta siempre a Fidel. Justamente, un año atrás concluía en ese sitio sagrado de la Patria, el tributo al líder histórico de la Revolución Cubana, y que la Plaza capitalina acogía un masivo acto de masas donde mandatarios, personalidades del mundo y el pueblo honraron a uno de los revolucionarios más grandes de los siglos XX y XXI.
Al ascender la rampa que conduce hasta el Memorial para la presentación del libro Ahí viene Fidel, de los jóvenes periodistas Yunet López Ricardo y Wilmer Rodríguez Fernández, recordé como miles de agradecidos de la Tierra inundaron ese lugar durante dos días para despedir a un Gigante. No olvidaba aquella imagen de Raúl, en firme y escoltado por miembros del batallón de ceremonias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, rindiendo homenaje al hermano y compañero de mil batallas.
Otra vez regresaba el padre fundador de la Revolución, pero ahora salido de las páginas de un libro que cuenta en 17 conmovedoras crónicas y un centenar de fotografías a color de prestigiosos artistas del lente, el paso por Cuba de su cortejo fúnebre. El texto —publicado por la Casa Editorial Verde Olivo—, nos regala desde las historias de numerosos hijos de este archipiélago los múltiples honores de una nación a su líder eterno.
“Ahí viene Fidel decían muchos cuando estaba cerca el cortejo fúnebre. El pueblo lo aclamaba como si pasara de verde olivo, igual que cuando, sin avisar, aparecía en cualquier rincón del país. Fueron cinco días y cuatro noches de viaje por 13 ciudades capitales y decenas de poblados, bateyes: 1223 kilómetros recorridos desde La Habana hasta Santiago de Cuba”, así nos adentran Yunet y Wilmer en el volumen, dedicado a Fidel, “quien nunca defraudó a su pueblo” y a Cuba, “que siempre confió en él”.
Ellos nos recuerdan que: “Millones de hijos de la Isla a lo largo de la Carretera Central pudieron despedirlo y agradecerle desde su envoltura en cedro, cristal y la bandera cubana. Todos fueron testigos de un suceso que nunca había vivido la nación, y tal vez jamás vuelva a suceder en Cuba”. Así con enorme hondura se van narrando los hechos en la obra —que empezó a escribirse la tarde del 5 de diciembre de 2016 al regreso de Wilmer de Santiago de Cuba, luego de haber integrado como corresponsal del Sistema Informativo de la Televisión Cubana, el grupo de periodistas que viajó junto a la caravana libertaria que trasladó las cenizas de Fidel hasta esa ciudad.
No se trata como —como dijera Yunet (reportera del periódico Juventud Rebelde) en la presentación del volumen— de una simple narración de los hechos, sino reflejar el suceso desde las personas que lo recibieron en 1959 y que ahora en este viaje inverso a la eternidad volvieron a la orilla de la carretera, así como los jóvenes que no tuvieron la suerte de estrecharle la mano pero que lo quieren igual. “El aliento de estas páginas llenas de espiritualidad y experiencias, no es que Fidel se marchó, sino que está vivo. La última frase del texto lo resume: En lo adelante, la vida de Fidel dependerá de nosotros”.
Ese sentimiento también lo compartió Eugenio Suárez Pérez, director de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, quien significó que en las páginas de esta joya histórica y literaria está el relato de una verdad que duele, pero también el sentir de cada cubano, “que cuando hablaba de Fidel, cuando anunciaban su proximidad, no lo hacían en pasado, sino en presente, sin despedirse de los restos mortales de un hombre, sino dándole la bienvenida a la eternidad”.
“¿Dónde está Fidel?”, preguntó tres veces Daniel Ortega —su amigo y mandatario nicaragüense—, en el homenaje póstumo en la Plaza de la Revolución José Martí aquel 29 de noviembre de 2016, y un sinnúmero de voces respondieron: “¡Aquí!, ¡Aquí!” Y luego: “¡Yo soy Fidel!” “¡Yo soy Fidel!”, corearon los congregados, como expresión de la continuidad de las ideas del líder cubano y la voluntad de seguirlas materializando junto a Raúl. Hoy abría que corear también: ¡Ahí viene Fidel!
Esperanza Bulguera Cárdenas
1/12/17 9:54
Ya quisiera tener este libro en mis manos, ojalá que su edición sea millonaria, para que cada cubano pueda leerlo, saben, en las imáganes que he visto cuando la caravana que transportaba las cenizas de mi Comandante, la que más me ha impactado ha sido donde en una llanura hay una hombre solo, montado en un caballo con un sobrero de yarey, la bandera cubana en sus manos y haciendo el saludo militar, eso es respeto, este guajiro es uno de los más agradecidos.
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