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domingo, 24 de noviembre de 2024

La “flexibilidad” de Obama y la Cumbre de las Américas

El tema más incómodo para el gobierno de Estados Unidos en la llamada Cumbre de las Américas de Cartagena de Indias será otra promesa del 2009, también incumplida: la de encaminar su política hacia Cuba en una "nueva dirección"...

Iroel Eri Sánchez Espinosa en Exclusivo 30/03/2012
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Banderas de Américas
No más Cumbres sin Cuba.

Las cámaras han jugado una mala pasada al presidente norteamericano, Barak Obama. Sus palabras con el presidente ruso, Dimitri Medvedev, en la cumbre nuclear de Seúl -que creía off the record- han sido grabadas y difundidas al mundo entero cuando le prometía: “Estas son mis últimas elecciones. Después tendré más flexibilidad”.

Parece ser que el mandatario estadounidense piensa que sus interlocutores tienen su misma calidad de memoria. El actual inquilino de la Casa Blanca había ofrecido a Rusia en julio de 2009 abrir una “nueva era” en las relaciones entre ambos países, a la vez que acusaba al entonces primer ministro ruso, Vladimir Putin, de estar “anclado en la Guerra Fría”. Quizás de ello se acordó Medvedev cuando le respondió en Seúl: “Lo entiendo. Se lo haré saber a Vladimir”.

Pero si así se comporta el jefe de la potencia más poderosa del planeta con el país que sucedió a la URSS -su principal rival durante más de medio siglo- qué se podrá esperar de Obama cuando acuda a encontrarse el próximo abril con los líderes de la región que EE.UU. consideró siempre su patio trasero: América Latina.

El tema más incómodo para el gobierno de Estados Unidos en la llamada Cumbre de las Américas de Cartagena de Indias será otra promesa del 2009, también incumplida: la de encaminar su política hacia Cuba en una “nueva dirección”. Lejos de cumplir con lo que prometió en la anterior Cumbre de Trinidad y Tobago, el presidente norteamericano no sólo ha mantenido intacto el bloqueo económico, comercial y financiero hacia la Isla sino que, en contra de la voluntad de la absoluta mayoría de las naciones del continente, se ha obstinado en excluir la representación cubana de ese foro.

La canciller colombiana María Ángela Holguín -organizadora de la cita de Cartagena de Indias- ha expresado con dramatismo la situación creada por la actitud norteamericana: “O se habla de Cuba y se mira cómo puede ser el ingreso y qué medidas debe tomar Cuba para ingresar y qué actitud vayan a tomar Estados Unidos, o creo que nadie más va volver a una Cumbre de las Américas”.

Holguín también manifestó que su país pretende tocar el tema Cuba en la Cumbre y dijo que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama no tiene ningún problema en que se hable del asunto.

Las palabras de la señora Holguín requerirían dos precisiones. Primera: no es Cuba la que “debe tomar” medidas porque no es la Isla la que bloquea y excluye de modo unilateral, en contra de la opinión mayoritaria expresada en numerosos foros internacionales, incluidas las veinte ocasiones que lo ha hecho la Asamblea General de la ONU. Segunda: lo que reclaman América Latina y el Caribe no es que se “hable del asunto”, sino que se le ponga punto final.

Me pregunto si el presidente norteamericano tendrá otra promesa guardada para sus pares latinoamericanos y caribeños y pensará contentarlos off the record -como ha pretendido hacer con Medvedev-, diciéndoles que después de las elecciones, en las que supone no puede molestar al extremismo anticubano del Sur de La Florida, será más flexible. Pero aquí lo tendrá un poco más difícil porque desde Argentina y Brasil hasta su aliado Colombia, pasando por los países del ALBA, lo han dicho alto y claro: no hay más cumbres sin Cuba, y Estados Unidos tendría que buscar otro escenario hasta para susurrar promesas de flexibilidad postelectoral en las que ya muy pocos creen.


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Iroel Eri Sánchez Espinosa


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