“¡Qué inmenso es un hombre cuando sabe serlo! Hay hombres solares y volcánicos; miran como el águila, deslumbran como el astro, sienten como sentirían las entrañas de la Tierra, los senos de los mares y la inmensidad continental”. Los cubanos tenemos la suerte de tener uno de esos hombres de los que habló José Martí. Uno, que es tan grande como el cielo y tan fuerte como el acero: Fidel.
Sin embargo, algunos todavía desconocen cómo fue el líder histórico de la Revolución en su infancia, cómo se forjaron su carácter y su voluntad, cómo se hizo hombre ese pequeño que se volvió un gigante. Y esas interrogantes pueden descubrirse en el texto Un niño llamado Fidel Alejandro, escrito por María Luisa García Montero y Rafaela Valerino Romero, con las ilustraciones de Ángel Velazco Hernández y publicado por la Casa Editorial Verde Olivo.
El texto fue presentado durante las celebraciones por el 90 cumpleaños del eterno caguairán, combatiente, deportista, hombre común, trabajador, amigo...; y en 30 páginas, muy bien ilustradas, narra el nacimiento de Fidel y su intensa niñez en Birán, sus años de estudiante, sus viajes a Santiago de Cuba, sus actos de rebeldía —pues no admitió la vejación ni siquiera de parte de sus superiores—, el interés por el arte militar y otros temas.
Se cuenta así la vida de ese “adolescente apuesto e inteligente, gallardo y muy estudioso, cuyo futuro fue avizorado desde entonces”, de ese joven que “hizo replicar de nuevo la campana de la Demajagua para que los estudiantes, y la juventud del país y del planeta, reclamaran los derechos de quienes se saben con razones e ideales suficientes”, que también “hizo desbordarse, en nuestras calles, un mar de cubanas y cubanos, cuando la Marcha de las Antorchas”.
Por ello, María Luisa afirmó que el libro permite a cada niño, adolescente o joven que imita a Fidel, le sigue y ama, acercarse a su historia en esas edades. “Muchas de las generaciones actuales no tuvieron la oportunidad de convivir con Fidel en su vida activa, vestido de verdeolivo, dirigiendo una marcha, participando en sus congresos, pronunciando un discurso, inaugurando obras sociales, cortando caña o en un trabajo voluntario... Esa es la causa de este libro”, dijo.
Agradeció a quienes hicieron posible Un niño llamado Fidel Alejandro,ysignificó queel Comandante es sin dudas un hombre solar, universal, un hombre volcánico y trascendental como nos decía Martí, que ha tenido una vida de lucha constante por todos, que se hace sentir en Cuba y especialmente en nuestro continente. Agregó que todavía existen niños, adolescentes y jóvenes que no imaginan que él fue como ellos.
En el texto, se narra, por ejemplo, como en el colegio, Fidel fue una revelación en el baloncesto de menores de 16 y 18 años. Además, sus notas eran de excelencia y había obtenido premios en Español, Inglés e Historia. No se consideraba a sí mismo un alumno modelo. Se distraía con frecuencia en clases. Participaba en acampadas, como la realizada a la ermita de Monserrate, en el valle de Yumurí. Fue nombrado general de exploradores, luego de una excursión a las montañas de Pinar del Río.
Y es que el guerrillero del tiempo fue un niño, jugó, retozó, bromeó, hizo travesuras, sufrió el hambre que hoy padecen millones de infantes en el mundo, aunque tenía una cómoda situación familiar. Ese quehacer infantil o de joven tan cotidiano puede hallarse en las páginas del libro, cuyas ilustraciones lo hacen una obra bella y muy necesaria, como apuntó María Luisa.
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