El 4 de marzo de 1960 explotó el vapor francés La Coubre en el puerto de La Habana. Había arribado ese propio día procedente de Bélgica con armas y municiones para defender la Revolución. Hubo dos explosiones, la segunda más mortífera que la primera. El saldo fue de más de un centenar de muertos, 34 desparecidos y más de 400 heridos.
Al siguiente día se produjo el sepelio de las víctimas del atentado perpetrado por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA). Aquella tarde, miles de habaneros marcharon en cortejo fúnebre interminable por la calle 23 hacia el cementerio de Colón. Era Cuba entera enardecida, que agrupada en las milicias obreras, las brigadas universitarias, los soldados del Ejército Rebelde, la Marina, la Policía y una columna de campesinos, todos con sus fusiles al hombro, fue a respaldar el proceso revolucionario iniciado apenas un año atrás, el 1.o de enero de 1959.
Fidel habló en improvisada tribuna. Sus primeras palabras fueron para recoger el dolor que causó el suceso y valorar la actitud asumida por el pueblo: “…El pueblo no se atemorizó por la explosión, el pueblo avanzó hacia la explosión; el pueblo no se llenó de miedo, sino que se llenó de valor y, aun cuando no sabía lo que había ocurrido, se dirigió hacia allí y hacia allí se dirigieron los obreros, las milicias, los soldados y los demás miembros de la fuerza pública, todos a prestar la ayuda que estuviese a su alcance”.
Luego demostró que había sido un sabotaje, un hecho premeditado, y no un accidente o suceso fortuito. Para, en un momento de su impactante discurso, hablar de la disyuntiva que los cubanos habíamos asumido por convicción y entera responsabilidad.
Así dijo Fidel: “Y no solo que sabremos resistir cualquier agresión, sino que sabremos vencer cualquier agresión, y que nuevamente no tendríamos otra disyuntiva que aquella con que iniciamos la lucha revolucionaria: la de la libertad o la muerte. Solo que ahora libertad quiere decir algo más todavía: libertad quiere decir patria. Y la disyuntiva nuestra sería patria o muerte”.
Nacía así una consigna: la de Patria o Muerte. Esa que hoy cumple 57 años y nos ha acompañado victoriosa en todas las batallas.
Meses después, el 7 de junio de 1960, en el Congreso de la Federación Nacional de Trabajadores de Barberías y Peluquerías, el Comandante en Jefe completaba la frase, y le adiciona la palabra ¡Venceremos!
“…porque sus hijos han dicho: ¡Patria o Muerte! Y han dicho ¡Patria o Muerte!, porque esa es la consigna de cada cubano. Para cada uno de nosotros, individualmente, la consigna es: ¡Patria o Muerte!, pero para el pueblo, que a la larga saldrá victorioso, la consigna es: ¡Venceremos!
La consigna fue utilizada a partir de entonces para concluir cada uno de los discursos del líder de la Revolución cubana. El pueblo se apropió de ella y la hizo suya. Así, la hizo valer en las arenas de Playa Girón, en la lucha contra bandidos, en la Crisis de Octubre y en cuanta misión internacionalista se cumplió en disímiles lugares del mundo.
Con la llegada del Período Especial, Fidel acostumbró a adicionarle otra, que reflejaba el contexto histórico que se vivía en aquellos años duros de la década de los 90 e inicios del siglo XXI. Acompañada de la tradicional consigna de Patria o Muerte ¡Venceremos! estuvo también la no menos heroica de Socialismo o Muerte ¡Venceremos!
Hoy, nos falta físicamente el líder, el hombre que electrizaba con su palabra luminosa. Aquel Fidel que nos llevaría de la mano hacia una Revolución socialista y pondría la dignidad de los cubanos más alta que el pico Turquino.
Pero nos queda su legado. Su inclaudicable espíritu de lucha y resistencia. Nos queda su ejemplo, y así, ante cada dificultad, por grande que parezca, volverá aflorar intacta esa frase de combate suya, esa consigna que nos identifica y enaltece. La misma que nos hace ser un pueblo de Patria o Muerte ¡Venceremos!
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.