El Che, al reseñar en su Diario de Campaña la muerte del Jesús Suárez Gayol, el Rubio, escribió el 12 de abril de 1967: “A las 6.30 reuní a todos los combatientes menos a los 4 de la resaca para hacer una pequeña recordación del Rubio y significar que la primera sangre derramada fue cubana”
Dos días antes, en una exitosa emboscada realizada por la guerrilla al ejército boliviano, Suárez Gayol había muerto de un disparo en la cabeza y enterrado el 11, en una fosa a flor de tierra, dada la falta de materiales, como escribiera el propio Che.
El Rubio, no solo fue el primero en caer en la gesta de Bolivia, sino el único de los guerrilleros cubanos cuyos restos no han sido encontrados, a pesar de los esfuerzos realizados durante todos estos años.
Su nicho, en el Complejo Escultórico Plaza de la Revolución Ernesto Che Guevara, en Santa Clara, permanece vacio, lo que no impide que cada mañana, como a los 38 guerrilleros restantes, se le ponga una flor ante el lugar que espera por él, para unirse a sus compañeros del Destacamento de Refuerzo.
Jesús Suárez Gayol tuvo una vida breve e intensa. Murió joven, con 31 años de edad. Había nacido en La Habana, el 24 de mayo de 1936, e inscrito en el registro civil de la entonces Victoria de Las Tunas.
Dirigente estudiantil en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista tiene el mérito de haber sido el primero en develar una foto de Abel Santamaría Cuadrado, el segundo jefe de las acciones del 26 de julio de 1953. Hecho protagonizado por Gayol, en el Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey, el 27 de noviembre de 1955.
El Rubio terminó la lucha junto al Che en la Columna 8 con el grado de capitán. El siempre exigente jefe argentino-cubano lo ascendió de una manera muy original, pues al darle la misión de tomar la ciudad de Ciego de Ávila le dijo a modo de despedida: “Suerte capitán”
Al Che, su jefe en el Ministerio de Industrias, le reclamó por no haberlo invitado para la guerrilla en el Congo, y al ser seleccionado para la de Bolivia dio saltos de alegría como cualquier niño ante el más preciado de los juguetes.
Suárez Gayol dejó dos cartas que hoy son testimonios sagrados de un pensamiento altruista propios de un comunista de corazón como él lo fuera.
A su madre Aurora Gayol, su Mariana gallega, como acostumbraba decirle, le escribió: “«Sé que mi madre es una revolucionaria en toda la extensión de la palabra y aunque sufra, porque eso es inevitable, en el fondo de su corazón aprueba esta decisión mía y se siente orgullosa de su hijo (...) Cuando el dolor sea muy fuerte, piensa en tu hijo que es feliz combatiendo por la revolución, aunque ello implique ciertos riesgos.»
Mientras a su pequeño hijo de cuatro años, de igual nombre al suyo, dejó una carta, solo comparable, por los valores morales que encierra, a la que le dejara el Che a sus hijos.
Entre sus más significativos fragmentos están los siguientes consejos:
“Mantente siempre vigilante y defiende tu Revolución con celo y con fiereza.
“Quiero que estudies con ahínco y te prepares lo mejor que puedas para impulsar con tu esfuerzo la obra revolucionaria.
“Prefiere siempre la verdad por dura que esta sea. Rechaza la lisonja y la adulonería y no la practiques nunca. Sé siempre el más severo crítico de ti mismo.
“Quiero que tú seas un digno hijo de tu gran Patria. Que seas un revolucionario, un comunista”.
A 50 años de su caída en combate, Jesús Suárez Gayol, el Rubio, en el guerrilla del Che, sigue sembrado en la tierra de los indios aymara que hoy Evo Morales reivindica.
Fue la primera sangre derramada en la guerrilla, y fue sangre cubana. Este 10 de abril en el Memorial al Che, ante su nicho, tendrá una flor de un color diferente al del resto de sus compañeros. Será el sencillo y merecido homenaje a su memoria.
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