A un costado de la casa de Gobierno de Chile, La Moneda, descansa una estatua de Salvador Allende. La figura de exmandatario mira hacia la estructura que simboliza el poder, vigilando el desarrollo del pueblo, sin perder de vista aquel balcón donde recibió a Fidel Castro en 1971.
Cerca de una cincuentena de turistas brasileños son guiados por una empresa de tours hacia La Moneda. La guía les proporciona un relato acotado de lo que ocurrió el 11 de septiembre de 1973, en circunstancia en que aviones mandados por Augusto Pinochet bombardearon La Moneda e hicieron trizas las aspiraciones políticas y democráticas del gobierno de Salvador Allende, quien había sido elegido por soberanía popular dos años antes.
Mientras la relatora inicia su alocución, y los brasileños comienzan a disparar los primeros flashes, se suman dos foráneos alemanes. Es un día de sol en Santiago de Chile, y un grupo de adultos mayores del país anfitrión también se va incorporando sostenidamente al grupo.
La mujer a cargo de regir las acciones emplaza a los turistas a dirigirse hacia la estatua de Allende. La ola de flashes se hace tan insistente que la guía debe suspender su discurso, pues el tenor del momento era una instantánea con la figura del exmandatario. “Esta estatua fue construida en el año 2000 y está a diez metros de La Moneda, lugar donde, según se estableció, se quitó la vida luego de resistir ante la envestida de las fuerzas del Ejército”, dice la guía. Luego, mientras invita a seguir caminando para cambiar de locación complementa que la famosa puerta de la Calle Morandé 80 –de la misma casa de gobierno-, por donde salió Allende muerto y sacado por los militares, durante el mandato de Pinochet fue clausurada. Eso sí, en el gobierno del Presidente Ricardo Lagos fue nuevamente abierta.
Mientras ya iban por la esquina de la estructura que se comenzó a construir en 1784, un turista alemán le pregunta a la mujer a cargo del programa si Allende había recibido a alguna autoridad en el balcón, como se hacía usualmente en Argentina, ante lo cual la guía respondió, “en 1971 Fidel Castro visitó por 24 días Chile de Norte a Sur y Allende lo recibió en ese balcón que pueden ver allí - mientras apuntaba con el dedo-”. Un turista brasileño consulta si durante la dictadura de Pinochet se trató de borrar el legado de Allende, ante lo que un adulto mayor arremete, “lo trataron de hacer, pero la historia no se borra ni olvida”.
La guía abrió un bolso de mano y comenzó a escudriñar un álbum fotográfico de apoyo. Dentro del dossier de registros gráficos encontró lo que buscaba. Solicitó la atención de los turistas y alzó el álbum para mostrar la imagen de Salvador Allende con Fidel Castro juntos en el balcón de La Moneda. Tomó aire y reafirmó el argumento aducido por el adulto mayor minutos antes: la historia no se borra ni olvida.
senelio ceballos
2/3/17 7:39
...Todo lo BUENO y tambien todo lo MALO... que hace / construye / funda una generacion dada...En la historia...Se puede perdonar...PERO NO OLVIDAR.....Poque de alli, como un fuente beberan las nuevas generaciones para crear un futuro mejor!!!
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