Muchos años después, en el 2010, Raúl Castro dejó escrito al pie de la foto: “El 26 de enero de 1959, en esta casa me puse un nuevo uniforme de guerrillero y me fui a la boda con Vilma…lo mejor y más lindo que hice en toda mi vida”.
En la imagen está ella, más hermosa que nunca. Había cambiado el uniforme verde olivo por un vestido blanco, finísimo, con encajes. En su cabeza ya no estaba la habitual boina negra que la acompañaba en la Sierra, en cambio se había puesto una fina tiara, traía las uñas bien cortas, sin pintar, pequeños aretes y un maquillaje imperceptible.
A su lado, tan cerca que parecían uno, está él, felicísimo. Veintiséis días después del triunfo de la Revolución se casaba con la guerrillera más hermosa que había parido la Sierra. Después de tanta muerte, de tanto sufrimiento, de sobresaltos, de noches sin dormir, de caminatas infinitas, de carencias de todo tipo…se puso el uniforme más verde, el del brazalete rojinegro intacto; se recogió el pelo en una cola y lució la mejor sonrisa, la que tenía guardada para quien sería la mujer de su vida.
Quién sabe si tantos años después, en la triste mañana del 22 de junio del 2007, frente a la piedra que guardaría los restos mortales de la amada y antes de poner sobre el nicho la placa del adiós, el General de Ejército recordó aquella foto, cuando Vilma puso el rostro en su hombro y le confió, con su firma segura y un “sí, acepto”, el resto de su vida. Dicen quienes estuvieron cerca que no se le separó ni un segundo, desde que la enfermedad comenzó a robársela hasta el fatídico 18 de junio.
Junto a él, un pueblo entero la lloró, mientras se declaraba duelo nacional, las banderas se izaban a media asta y en las plazas de la Isla se hacían colas interminables para dejar una flor ante su recuerdo. Era ese el único consuelo del país que tanto le agradeció, desde aquellos años universitarios, en los que se graduaba de ingeniera química, pero con el corazón puesto en el sufrimiento de sus coterráneos.
Dicen que pudo tener una vida de princesas, con todas las comodidades que le venían por herencia. Pudo ser bailarina, cantante, voleibolista… lo que quisiera. Pero terminó siendo desafiante, irreverente ante lo injusto, luchadora de la clandestinidad, guerrillera en pleno monte, ejemplo y empuje para las cubanas, alma de una Revolución, el horcón más fuerte de su familia, la novia eterna de un héroe tan legendario como ella.
Cómo pudo con todo lo que se propuso, de dónde sacó fuerzas para mostrar siempre esa sonrisa inmensa, cuánto entregó de sí para los demás, cómo logró convertirse en ejemplo para tantas mujeres sin descuidar su nido. Será que como dice su amiga del alma, Asela de los Santos, otra heroína de esta Revolución, “ella era uno de esos seres especiales e imprescindibles” y hoy debiera brillar más que nunca.
Alberto
8/2/17 16:55
Con todo respeto que LINDA era
Leopoldo Verdecia Valdés
26/7/16 18:20
VILMA era una Reyna ( de forma general) por sus aspectos Físicos, Morales y Revolucionarios. Tuvo el honor de actuar y desarrollarse junto a la generación hitórica de nuestra Revolución y BRILLO.Gracias por su Ejemplo y enseñanzas.
Yuniany-Baby-Yadamís
1/7/16 10:26
Vilma es de esos seres humanos que antes de nacer ya se sabía que sería inmortal,en ella hay tantas cualidades reunidas que sería difícil encontrarlas en otra persona, aunque tenemos varios ejemplos en nuestra riquísima historia.Cuántas Vilmas nos hacen falta en la Cuba de hoy, cuánto de Vilma debemos aprender y aprehender
Zoila
22/6/16 14:33
Vilma fue única, culta, estudiosa, decidida, modesta, firme, valiente, delicada.......
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