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miércoles, 27 de noviembre de 2024

El ilustre desconocido

Oculto entre las páginas de la historia patria descansa José González Curbelo, uno de los tantos héroes anónimos que dedicó su vida a la independencia de Cuba...

Haroldo Miguel Luis Castro en Exclusivo 12/09/2018
2 comentarios
JGC
José González Curbelo dejó de herencia la única sociedad secreta creada por cubanos para apoyar la independencia de Cuba (Foto:granlogiadecubaoclcubava.cu)

No pudo haber sido mejor el calificativo que un 29 de junio de 1902 le concediera la revista literaria El Fígaro a José González Curbelo, un elocuente veterano de guerra con aires de poeta y escasísimos estudios. “El Patriota Desconocido”, así bautizó la publicación a quien vivió, como tantos otros, por el sueño de ver libre a Cuba del dominio español y fue, como él solo supo, un conspirador por excelencia.

Nacido en la hoy mayabequense tierra de Bejucal un 10 de septiembre de 1835, José Nicolás de los Dolores González Curbelo fue el primer varón de siete hermanos y pronto comprendió el lujo que significaba asistir a la escuela, cuando tener comida en la mesa se convertía en cosa del azar. Por eso, con apenas 15 años ya dominaba como el que más el oficio de tabaquero. Su vinculación al sector obrero más avanzado de la época, si bien no pudo llenar el vacío que deja la ausencia de una buena formación académica, sí lo dotó de un sólido pensamiento político.

Sus primeras acciones de rebeldía contra el poder colonial aparecen desde la temprana fecha de 1850, cuando se vincula a los preparativos relacionados con la expedición que, desde la ciudad estadounidense de Nueva Orleans, organizó el anexionista venezolano Narciso López. Al comenzar la guerra independentista de octubre de 1868, González Curbelo se traslada junto con su familia a los Estados Unidos, primero a Nueva York y finalmente a Filadelfia. Desde allí, hace cuanto le es posible para apoyar la lucha.

Contagiado con las influencias progresistas de la época y conocedor de las absurdas confrontaciones entre los exiliados cubanos repartidos en los bandos de Miguel Aldama y Manuel de Quesada escribe a Francisco Vicente Aguilera, por aquel entonces vicepresidente de la República en Armas, para manifestarle su deseo de crear una agrupación patriótica secreta que laborara por la independencia de Cuba.

Fue así como el 9 de mayo de 1873 funda la Sociedad de Socorros mutuos “La Luz”, institución inspirada en las ideas y principios del sabio mentor José de la Luz y Caballero y que, por acuerdo mutuo de sus miembros, adoptó a partir del 6 de noviembre de 1874 el nombre de Caballero de la Luz.   Puesta en marcha la discreta pero necesaria labor de la Orden, Curbelo fue designado Agente Confidencial para la ciudad de Filadelfia encargándose de la recaudación de armas, medicamentos y dinero, así como de la movilización de hombres para la lucha armada.

Al firmarse el Pacto del Zanjón regresa a su tierra natal pero solo por breve tiempo, pues muy pronto comprendió la necesidad de preparar una nueva gesta. De vuelta a los Estados Unidos conoce a José Martí, figura con la cual entabla una entrañable amistad, guiada no solo por los principios políticos que comparten sino también por la indiscutible calidad humana de ambos.

Perspicaz como lo fue durante toda su vida, González Curbelo reconoce en la genialidad del ideario martiano la fuerza necesaria para conseguir la unidad y continuar con el eterno anhelo de liberar de una vez y por todas a la Mayor de las Antillas. Es por eso que muy poco tiempo le bastó para poner a disposición del Apóstol sus propios servicios y los de los Caballero de la Luz, los cuales habían conseguido expandirse por buena parte del territorio norteamericano.

Aun cuando pocos textos de historia destacan la labor de diferentes instituciones secretas, en la edición número cuatro del periódico Patria el propio Martí escribió: “En las sociedades de socorro, en la de los Caballero de la Luz y en las sociedades masónicas, cultivan cubanos y puertorriqueños las virtudes republicanas, y cuanto las fomente merece elogio, como cuanto la merme merece censura”.

Una vez iniciada la Guerra Necesaria en febrero de 1895, el ya anciano González Curbelo decide incorporarse al alzamiento y regresa en un barco que trasladaba tropas españolas hacia Cuba. Disfrazado de pordiosero pudo navegar acompañado de los soldados sin grandes complicaciones. “El abuelo”, como lo bautizaron, trajo consigo en un jarro de doble fondo documentos de los cuales dependía el satisfactorio cumplimiento de importantes acciones.

Se incorpora al Ejército Libertador bajo las órdenes del lugarteniente general Antonio Maceo, sirviéndole como mensajero y conspirador en toda la región occidental. Mientras escondía armas es delatado y hecho prisionero aunque logra salir del país por su condición de ciudadano norteamericano. Apenas consigue volver, el ejército estadounidense irrumpe en un conflicto prácticamente sentenciado a favor de los cubanos.

Decepcionado con el fatídico rumbo que había tomado la causa revolucionaria y con la situación del país como República neocolonial renuncia a su condición de veterano de guerra e, incluso, llega a rechazar un cargo en la gobernación de La Habana por no aceptar tributos “por lo que siempre había considerado un deber para con la Patria”.

Quizás sin aspirar a ello, aquella entrevista que le realizara El Fígaro a un cansado José González Curbelo sería la primera y última vez que aquel viejo casi analfabeto, jugador de ajedrez y amante de la música y la poesía, hablara sobre sí mismo. Hoy, los azares de la historia han hecho de este personaje un héroe anónimo. Sin embargo, quien dedica su vida al sacrificio de la libertad y siente en carne propia los infortunios de su nación, no tiene más remedio que ocupar un sitio en la inmortalidad, por muy desconocido que sea.


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Haroldo Miguel Luis Castro

Periodista y podcaster

Se han publicado 2 comentarios


Lucilo Fuentes Rodríguez
 20/5/23 3:02

Exelente escrito, muy bien confeccionado aunque me hubiese gustado que se hablará de la labor realizada hoy en día por los miembros de tan respetable Institución Fraternal de la cuál soy parte ,además de la lamentable pérdida de nuestro padre fundador José González Curbelo

Santiago Nogueras Perez
 10/9/20 21:26

Excelente articulo

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