El 20 de mayo de 1902 nació la República. Al arriar la bandera norteamericana e izar la cubana parecía que el deseo de Bonifacio Byrne expresado en el poema Mi bandera se hacía realidad.
Incluso, hasta la fecha escogida para investir a Tomás Estrada Palma como presidente indicaba, o al menos sugería, que el sueño de José Martí se cumpliría a partir de ese momento: era 20 de mayo, un día después de aquel fatídico 19, en que siete años atrás había caído el Apóstol en Dos Ríos. ¡Qué mejor fecha entonces para vindicar su memoria!
Mas, cuán distante se estaba de la realidad. La República que nació hace ahora 115 años, no era la de Guáimaro y mucho menos Estrada Palma era Carlos Manuel de Céspedes; al contrario, el pensamiento de Don Tomás era abiertamente anexionista y, por antonomasia, antipatriótico y anticubano.
Lo que realmente surgió fue un nuevo modelo de dominación neocolonial; el llamado “experimento cubano”, como afirman algunos historiadores. Una fórmula de dominio imperialista que dotaba a Cuba solo de una independencia formal, pues en la práctica, la república estaba atada de pies y manos por la existencia de la Enmienda Platt, ese engendro jurídico que le daba a Estados Unidos el derecho de intervención cuando considerasen en peligro sus bienes e intereses en la isla.
Ni por asomo era la república democrática a la que aspiraba José Martí, esa república diseñada en su famoso discurso del Liceo Cubano de Tampa, el 26 de noviembre de 1891, conocido como Con todos y para el bien de todos.
Allí, el Héroe Nacional cubano había expresado: “O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; la pasión, en fin, por el decoro del hombre, o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos”.
Más bien era la traición a tal ideario de redención del hombre. Eusebio Leal, al calificar la república, afirma que nació bajo circunstancias de no ser hija legítima de la Revolución, sino su aborto. Mientras el historiador Rolando Rodríguez se muestra categórico al decir que la verdadera república cubana empieza en Guáimaro, el 10 de abril de 1869. En fin, la de 1902, era una república lastrada.
Juan Gualberto Gómez, el gran amigo de José Martí, el propio 20 de mayo de 1902 escribió un esclarecedor artículo titulado La Revolución del 95 reconociendo que el ideario martiano había muerto en Dos Ríos y que el gobierno instituido ese día estaba condicionado por relaciones de subordinación a Estados Unidos:
“La sinceridad obliga a consignar que la muerte de Martí dio al traste con la mayoría de sus proyectos, que descansaban, en gran parte, en sus condiciones y prestigio personales. Muerto él, ningún otro cubano puso pensar seriamente en el concurso eficaz de la América Latina”.
Se hizo imposible cumplir “…el propósito firme alentado por el gran Martí, y que compartía el gran Maceo, de procurar a todo trance que la república por la cual iban a luchar fuera eminentemente latina, naciera sin compromiso alguno con nuestros vecinos sajones y afirmara su existencia principalmente en la solidaridad con la América española”.
También ese mismo 20 de mayo de 1902, el periódico habanero El Fígaro hacía énfasis en el alejamiento del ideario martiano y cómo la intervención norteamericana había desviado a la Revolución de su cauce:
“Tal vez sea prematuro formular un cargo a los directores de la revolución por su conducta frente a la intervención. (…) Pero sea lo que fuere, resulta indudable que con ella se desvió el sentido del movimiento que Martí preparara y organizara y que en esa desviación está la clave de la grave herida que sufre en este momento el ideal de la independencia absoluta de la patria cubana, por el cual se ha sacrificado lo mejor de nuestra generación.
”(…) Hay que llevar otra vez las aguas revolucionarias al cauce de que la desviaron la impericia o la mala fortuna de los hombres en el poder de los acontecimientos fortuitos. (…) Si no hacemos eso, si no volvemos a observar los métodos del Apóstol, su obra quedará incumplida (…)”.
Así, hace 115 años, nació la República, o aquella caricatura, carente de una verdadera soberanía, aherrojada por la Enmienda Platt y atada al carro de la dependencia económica de los Estados Unidos.
A partir de entonces se vivirían 56 años de dominio neocolonial. Pero de su seno, con sus luces y sombras, surgirían los factores del cambio. Aparecerían los Mella, Villena y Guiteras, hasta concluir con Fidel Castro, el sueño de mármol de Martí, y poner en la bandera nueva, alrededor de la estrella, la fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.
Arturo Chang
21/5/17 23:12
Narciso, gracias por tu artículo, que es una respuesta al mensaje de Donald Trump:
LA CASA BLANCA
WASHINGTON
20 de mayo de 2017
Con motivo del Día de la Independencia de Cuba, extiendo mis más cordiales deseos a la comunidad cubano-americana y al pueblo de Cuba al tiempo que nuestra nación toda se une a ustedes en esta celebración del aniversario de la Independencia de Cuba.
Los estadounidenses y los cubanos comparten una lealtad hacia los principios de autogobierno, dignidad y libertad. Hoy recordamos a patriotas como José Martí, quien se dedicó a hacer de Cuba una nación que fuera competitiva a nivel económico y autónoma desde el punto de vista político. Él nos recuerda que el despotismo cruel no puede extinguir la llama de libertad en el corazón de los cubanos y que la persecución injusta no puede atenuar el anhelo de los cubanos por que sus hijos vivan libres de opresión. El pueblo cubano merece un gobierno que respete de manera pacífica los valores democráticos, las libertades económicas, la libertad de credo y los derechos humanos.
Mi administración está comprometida a alcanzar esta visión.
Igualmente, hoy rendimos honor a las generaciones de cubanos-americanos que han realizado aportes extraordinarios a nuestro país al compartir su cultura y talento. Los cubano-americanos se han distinguido en la literatura, las artes, los negocios, el deporte, en los tribunales, en el Congreso y como parte de mi administración. Nos sentimos especialmente agradecidos con aquellos que sirven en nuestro ejército y con quienes se han sacrificado en defensa de nuestra libertad.
Melania y yo enviamos nuestros mejores deseos en este día tan significativo en la historia de las Américas. Que Dios bendiga al pueblo de Cuba y a nuestros amigos cubano-americanos, quienes se refieren a los Estados Unidos como su hogar.
Atentamente,
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