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domingo, 24 de noviembre de 2024

Una cantera necesaria

Ante la necesidad de desarrollar la producción de alimentos y riquezas materiales propias, la provincia de Mayabeque aporta su grano de arena desde la educación...

Lisandra Díaz Padrón, Vivian Monteagudo Cajina en Exclusivo 22/04/2013
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Traslado de caña de azucar
Aplicando en la práctica lo aprendido.

Garantizar la preparación de profesionales en las áreas técnicas y agrícolas es tarea prioritaria de nuestro sistema educativo. El contexto actual es preciso para impulsar ese reto, pues las trasformaciones y el reordenamiento del modelo económico cubano así lo exigen. En diversos escenarios, Raúl Castro Ruz, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, ha enfatizado que es vital desarrollar producciones internas, incrementar exportaciones, y obtener todos los alimentos que se puedan dentro del propio país.

En tal sentido, el lineamiento 150 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución plantea: “Lograr que las matrículas en las diferentes especialidades y carreras estén en correspondencia con las demandas del desarrollo de la economía y la sociedad. Garantizar que la formación vocacional y la orientación profesional que se desarrolla desde la educación primaria, de conjunto con los organismos de la producción y los servicios y con la participación de la familia, potencien el reconocimiento a la labor de los técnicos de nivel medio y obreros calificados”.

La provincia de Mayabeque también aporta a esa tarea desde la educación. Caracterizada por ser un territorio eminentemente agrícola, tiene en sus manos la responsabilidad de contribuir a las exigencias económicas del presente. Las condiciones infraestructurales están creadas para dar el primer paso: captar y formar fuerza laboral calificada. La dinámica de un centro de estudios de esa rama pudiera ser un ejemplo.    

Así, entre docencia y práctica profesional transcurren las jornadas en el Instituto Politécnico Amílcar Cabral, ubicado en el municipio mayabequense de San Nicolás de Bari. En sus aulas se ha capacitado, a lo largo de 37 años, una buena parte de la fuerza laboral de ese territorio y áreas aledañas. Tanto la comunidad como las entidades estatales reconocen la función social que desempeña este centro de enseñanza.

AL INTERIOR DE LA ENSEÑANZA

“Nuestra labor, en el caso de los técnicos medios, consiste en enseñarles el perfil de la especialidad, el campo de acción y las asignaturas técnicas, además de la formación a partir de las materias básicas de cada nivel de enseñanza. El plan de estudio incluye las prácticas laborales para que el estudiante se familiarice con su profesión futura”, aseguró Julia Rodríguez, secretaria docente del politécnico.

Por otra parte, el trabajo con los obreros calificados se intensifica, pues la enseñanza media recibe las plazas pero los estudiantes no optan por ellas. “Existe una mala orientación vocacional y poco conocimiento de los perfiles laborales de cada especialidad”, explicó Rodríguez.

Este centro de enseñanza cuenta con 52 profesores, distribuidos entre la formación general y la práctica. La matrícula de la institución en el presente curso es de 325 alumnos, incluye técnicos medios en Agronomía, Mecanización y Reparación de las Técnicas Agrícolas, Transporte Ferroviario, Maquinaria Azucarera, Tecnología y Fabricación de Azúcar, Contabilidad, Gestión del Capital Humano y Normalización, Metrología y Calidad. El año anterior incorporaron la especialidad de Obrero Calificado Agropecuario y Mecánico en la industria agropecuaria.

APRENDIZAJE Y TRABAJO

Una de las lógicas de este tipo de enseñanza consiste en la puesta en práctica de los conocimientos adquiridos desde las aulas, así queda diseñado el programa docente educativo en los Institutos Politécnicos. Los educandos se adiestran tanto en clases como en las empresas y organismos.

Según Julio García Gutiérrez, subdirector docente de Enseñanza Práctica y Producción, “las prácticas comienzan en 4to. año, durante cuatro meses. Una vez graduados, los estudiantes ejercen su adiestramiento, muchas veces en los lugares donde tuvieron la primera experiencia laboral. Por tanto, lograr que el alumno aproveche al máximo esta etapa, puede facilitarle el paso a la vida profesional”.  

Uno de los modos de organizar las prácticas es a partir de la división del estudiantado por brigadas, de acuerdo a cada especialidad. En el centro permanece un pelotón durante esta etapa, el cual trabaja en el mantenimiento y cuidado de los equipos destinados al apoyo de la zafra azucarera.

“Es importante tal estrategia, sobre todo para la etapa de molienda, pues los estudiantes que están de práctica en el Central Héctor Molina contribuyen también al logro del plan productivo”, agregó García Gutiérrez.

Hoy, esta entidad educacional desempeña un rol crucial en la escala de trasformaciones que atraviesa el país, y aunque determinadas situaciones entorpecen el trabajo docente y práctico, en el Amílcar Cabral, estudiantes y profesores se las ingenian para continuar con la obra formadora.

UN PARÉNTESIS NECESARIO

Garantizar la continuidad de estudio a los jóvenes que concluyen el noveno grado es una tarea constante y prioritaria de la Revolución. En este proceso influyen el Ministerio del Trabajo y el de Educación, entre los que debe existir una correspondencia, de acuerdo a las necesidades de cada territorio en el orden laboral y profesional.

Según Juan Carlos Luis Oliva, director del Instituto Politécnico Amílcar Cabral, en el presente curso no se otorgaron las especialidades Tecnología del Azúcar, y Maquinaria Azucarera. El directivo puntualizó que el centro no tiene conocimiento de los motivos de tal situación. “Nosotros no intervenimos en ese proceso, salvo en el trabajo de formación vocacional, pero en la determinación de las plazas que se otorgan y su número no jugamos partido”.

Por otra parte, Irasema Samá, jefa de cuadro y capacitación de la UEB Héctor Molina alegó que esa entidad necesita personal preparado en las especialidades anteriormente mencionadas. “Un turno debe tener 90 trabajadores, la mayoría técnicos medios. Actualmente nuestra problemática radica en que aproximadamente el 20 % de esa cifra no llega a ese estatus. Hoy, la empresa requiere sobre todo obreros calificados, aunque contamos con 12 adiestrados y 14 estudiantes de práctica profesional”, expresó.

La respuesta a la interrogante de por qué esas especialidades no fueron otorgadas este curso tampoco fue encontrada en el Héctor Molina, donde, según su dirección, las plazas de personal calificado aún no están cubiertas al cien por ciento.

Sin embargo, Mayra Riaño, especialista en Capacitación de la Dirección General de la Economía, en San Nicolás de Bari, informó que las demandas de personal calificado en las ramas de Tecnología del Azúcar y Maquinaria Azucarera estarán cubiertas con el estudiantado que egresará este año y los dos cursos venideros.

El hecho de que algunas especialidades no completen sus matrículas se debe también a un mal trabajo de formación vocacional en las escuelas y Círculos de Interés. Además, existe una gran apatía por estas profesiones, generada, en ocasiones, desde el propio hogar. Ante esta circunstancia sería provechoso cerrar con unas palabras de Raúl Castro Ruz:

“Podemos contar con muchos graduados universitarios, en algunas especialidades muy por encima de las necesidades, pero si no logramos cambiar la mentalidad y crear las condiciones objetivas y subjetivas que aseguren disponer con oportunidad de la fuerza de trabajo calificada, ¿quién atenderá la tierra?, ¿quién trabajará en las fábricas y talleres?, ¿quién en definitiva creará las riquezas materiales que requiere nuestro pueblo? A veces da la sensación de que nos estamos comiendo el socialismo antes de construirlo y aspiramos a gastar como si estuviéramos en el comunismo”.


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Lisandra Díaz Padrón

Periodista mayabequense con muchas ganas de hacer periodismo.

Vivian Monteagudo Cajina

Joven periodista de la provincia Mayabeque.


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