Más de 800 millones de personas en el mundo están organizadas en cooperativas que realizan actividades económicas diversas. Este dato proviene de una organización que, desde el año 1895, aglutina y promueve el movimiento cooperativo en el mundo, más conocida como la Alianza Cooperativa Internacional.
No es raro entonces que, si existe un día para exaltar la inocencia o la felicidad, por citar ejemplos, la humanidad haya decidido también rememorar la unión de los hombres en función de lograr un bien común. Dicho así tal vez suene romántico, sin embargo, esta es la esencia de lo que muchos conocemos como cooperativa.
El 16 de diciembre de 1992, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la resolución 47/90, proclamó Día Internacional de las Cooperativas el primer sábado de julio de 1995, fecha en que se conmemoraba el centenario de la Alianza Cooperativa Internacional, asociación colectiva de organizaciones con 760 millones de miembros de cooperativas en 100 países.
Este día es propicio para alentar acerca de la toma de conciencia sobre las cooperativas, así como destacar la complementariedad de las metas y los objetivos de las Naciones Unidas y del movimiento internacional de cooperativas. En la fecha también se intenta fortalecer y ampliar las asociaciones entre el movimiento internacional de cooperativas y otros participantes, incluidos los gobiernos a nivel local, nacional e internacional.
El 2012 fue escogido como Año Internacional de las Cooperativas, centrándose en la necesidad de ayudar a construir un mundo mejor, mediante esta estructura. En el presente, las proyecciones giran en torno a lograr una cooperativa fuerte en tiempos de crisis.
Las cooperativas constituyen la alternativa empresarial más difundida en el mundo. Aunque no es la única, si ha demostrado su efectividad y sustentabilidad. Por ejemplo, las cooperativas en Finlandia producen el 96% de los lácteos, el 50% de los huevos y el 34% de los productos forestales. En Francia controlan más del 40% de la producción de alientos, agrícolas y no agrícolas. En Uruguay producen el 90% de la leche y el 30% del trigo.
Desgraciadamente, un número considerable de empresas identificadas como cooperativas, en realidad no practican los principios del cooperativismo. Sólo se denominan como tales para acceder a los beneficios que los estados les otorgan a esas formas de organización asociativa empresarial.
En Cuba, esta palabra no resulta extraña fonética o visualmente. A partir del triunfo revolucionario de 1959 los cubanos hemos impulsado este tipo de actividad económica, claro está, desde la agricultura. En el presente resuena el término con fuerza, ahora aceptando y poniendo en práctica otras modalidades.
Con la nueva actualización del modelo económico cubano, el cooperativismo se pone cada vez más de moda. Recientemente comenzaron a funcionar de manera experimental 124 cooperativas en sectores como la construcción, el transporte, la recogida de desechos, los mercados agropecuarios, entre otras. Este tipo de gestión se ha destinado a actividades que estatalmente no han sido eficientes.
Las cooperativas están llamadas a ocupar un lugar importante en la economía del país, aunque el papel principal lo continuará teniendo la gran empresa estatal socialista. Durante varios años, la experiencia ha demostrado que es posible aportar a la economía nacional bajo esta variante.
Cada vez más el cooperativismo garantizará gran parte de la producción de bienes y servicios que necesita la humanidad. Los hombres unidos mediante ellas construirán una sociedad más próspera y equitativa.
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