La creciente hostilidad de la administración de Donald Trump hacia la Isla apunta, en vano intento de hacer diana, a cortar las vías de la reanimación de la economía: atemorizar y sancionar a potenciales inversionistas que intenten poner sus capitales en Cuba, y atacar así al sector del turismo, como puntero de los ingresos y del desarrollo insular.
A la severa restricción de los viajes se une la limitación a mil dólares por trimestre de las remesas a familiares en la isla, y la autorización de demandas a empresas extranjeras que operan en propiedades nacionalizadas tras la Revolución; estas son las tres medidas anunciadas por la actual administración norteamericana para noquear a su más cercano y contumaz enemigo.
El examen de cada licencia aprobada por el Departamento del Tesoro somete a una mayor tensión al ciudadano estadounidense que desea conocer los logros y bondades del país. Estos viajes son severamente restringidos bajo las Regulaciones del Control de Activos Cubanos, promulgadas como el “acto de comercializar con el enemigo”. Bajo estas regulaciones el gasto de dinero relacionado con viajes a Cuba está limitado y la persona que viaje deberá cumplir alguna de las 12 categorías aprobadas por dicho Departamento.
Las sanciones anunciadas por el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, y la reactivación del título III de la ley Helms Burton, buscan “provocar el miedo y la confusión”, declaró en su portal digital Collin Laverty, experto en relaciones Cuba-EE. UU. y presidente de Cuba Educational Travel, empresa dedicada a los intercambios académicos, culturales y sociales entre ambos países.
Una breve mirada a la industria de los viajes a Cuba —que renació en 1979 con los primeros vuelos desde Puerto Rico y Miami después de 1960— permite corroborar que con estas nuevas regulaciones de la administración imperial se instala un recrudecimiento de la política del bloqueo que busca coartar e impedir la entrada de divisas frescas al país.
Los viajes de familiares desde ambas orillas han sorteado todos los vaivenes que el bloqueo y las administraciones de turno han manipulado. Fueron de particular crudeza las medidas aplicadas por el presidente George W. Bush en el año 2004, cuando redefinió incluso la familia cubana en estos viajes y dejó fuera a tíos, primos y demás familiares más allá de padres, hijos y hermanos, que llevaron los vuelos directos entre ambos países a solo 10 % de los pasajeros en agosto de ese año, en relación con el año precedente.
Los cambios producidos bajo la administración de Obama permitieron la entrada de varias líneas aéreas regulares, de operaciones de Cruceros y de un mayor movimiento de turistas de ese país.
Numerosos conglomerados empresariales de la industria turística de Europa entre otros, mantienen actividades comerciales y de negocios con la isla, y ya han plantado cara con medidas antídoto al capítulo III y han hecho saber al gobierno de EE. UU. su denuncia ante la Organización Mundial de Comercio y blindarse con una protección jurídica que impida daños a sus empresas en Cuba.
Los primeros bombardeos ya se han dirigido hacia la Carnival Corporation, es la primera empresa estadounidense con relaciones con Cuba que ya está siendo revisada en sus operaciones. No han sido mencionadas represalias a empresas norteamericanas cercanas a la familia Trump o a sus allegados, como American Airlines y Marriot International. Tampoco se han mencionado a las otras dos grandes líneas cruceristas Royal Caribbean y Norwegian.
Ciertamente, cortar o limitar los acuerdos concebidos con estas empresas supondría un duro golpe al movimiento de los viajes desde y hacia Cuba y EE. UU. Sin embargo, mientras redactaba esta nota conocí del anuncio de la inauguración de un nuevo vuelo de América Airlines hacia Santiago de Cuba, lo que suman ya 28 vuelos semanales de esta compañía, que sigue sin temor sus operaciones comerciales, y se han sumado además nuevos charteadores.
Desde el sector turístico cubano se confía en poder explotar los resquicios de la nueva normativa, por ejemplo, mediante viajes en grupo que solo trabajen con el sector privado. Pero, en cualquier caso, las prohibiciones suponen un golpe al creciente negocio de empresas turísticas y aerolíneas estadounidenses con presencia en Cuba, que temen ahora un decrecimiento de clientes.
Desde que Trump llegó a la Casa Blanca, ha querido pagar su deuda política con la ultraderecha cubanoamericana de la Florida aplicando un mandato para desmontar lo positivo alcanzado por Obama, hasta congelar las relaciones bilaterales.
Entre los 4 millones de extranjeros que visitaron Cuba el año pasado se cuentan más de 600 000 turistas estadounidenses, la mayoría a bordo de cruceros que atracan a las puertas del histórico centro urbano de La Habana Vieja.
El sector turístico cubano ha diversificado sus mercados emisores, lo que le permite afrontar las brutales regulaciones para el turismo estadounidense y sus impactos económicos y psicológicos en otros destinos.
El programa para lograr los 5 millones de visitantes es una muestra palpable del inmenso potencial turístico, cultural e histórico de la Isla, que ofrece un alto clima de hospitalidad y de seguridad para sus huéspedes. El crecimiento en el primer cuatrimestre de este 2019 en un 2,7 % en el arribo de turistas coloca la proyección en un marcaje positivo para llegar a la cifra propuesta.
A ello se une la presencia de importantes grupos hoteleros extranjeros que ofrecen un alto estándar en sus alojamientos y se espera la llegada en breve de cinco cadenas de alto nivel provenientes de Francia, España, Singapur e Indonesia.
La celebración de la 39 Edición de la Feria Internacional de Turismo de Cuba será un acontecimiento de singular impacto para el mercado internacional de los viajes y el ocio y contará con la presencia de 1200 expertos de 40 países, 150 espacios expositivos y 250 periodistas provenientes de todo el mundo. Una prueba contundente de que Cuba es un destino atractivo y diverso y que sus visitantes gozan de una alta seguridad. Dedicada a España como país invitado, y a los eventos e incentivos como producto, tiene la motivación de realizarse en La Habana para conmemorar los 500 años de su fundación.
De manera que la política de hostilidad, cerco económico, financiero y comercial contra la isla encuentra un valladar infranqueable en el sector del turismo, que se ha movido buscando alternativas, nuevos mercados y consolidando los ya tradicionales.
Sin dudas, Cuba recibe esta 39 Edición de FIT Cuba posicionada como un destino de preferencia en el mercado mundial de los viajes, desafiando con su proverbial hospitalidad y calidad de oferta turística la hostilidad del gobierno de Trump.
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