Corro el riesgo de no ser original con el título de este comentario. Desde que el tema del pago de los impuestos tomó fuerza en el ámbito nacional, aquello de “toma chocolate, paga lo que debes” ha sido más que ampliamente parafraseado.
Y quizá sea porque el núcleo duro del asunto se resume ahí: después de obtener ganancias dentro del marco de una sociedad hay que erogar una parte al Estado y ese dinero debe revertirse en el bien de todos.
No solo parece lógico, lo es. La riqueza debe regularse en función de una sociedad más equitativa, máxime si se habla de un sistema socialista, donde sectores imprescindibles como salud y educación son presupuestados.
Pero no siempre se ven igual los asuntos desde la perspectiva macro que desde el pequeño universo individual; porque, en primer lugar, la conciencia tributaria forma parte de un entramado cultural que no se crea de un día para otro; y que debe tener un fuerte sostén en dos pilares: la familia y la escuela.
El sistema tributario cubano —ya he visto algunas libretas escolares que hacen referencia al tema en sus carátulas— debe estudiarse en las escuelas, como parte constitutiva de la formación cívica.
Y mientras más se hable del tema en casa y se sepa que existe la Ley 113, y se conozca sobre declaraciones juradas, en mejores condiciones estarán los ciudadanos del futuro para cumplir con ese deber.
Sin embargo, el país no puede esperar a que los niños de hoy crezcan para hacer honrar sus impuestos; por eso son tan importantes los medios de comunicación, que deben rehuir el tono machacón o demonizador de las nuevas formas de gestión no estatal, para asumir un enfoque problematizador del asunto, contribuir al conocimiento de la población y recordar que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento.
Me atrevería a afirmar que todos los cubanos adultos hemos visto alguna vez un filme norteamericano donde el fisco de ese país arremete contra un tramposo, y sabemos que en cualquier lugar del mundo pretender pasarle gato por liebre al Estado es un crimen muy grave.
No obstante, si bien aspiro a un cumplimiento cabal de lo legislado, creo que la relación entre la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) y los contribuyentes debe ser de abierta comunicación y asesoramiento. Los especialistas no deben cansarse de explicar, de acudir a los medios… y tampoco pueden dejarse engañar con declaraciones falsas.
Quien deja de pagar lo que debe no está timando al Estado como ente abstracto, sino a todos y cada uno de sus conciudadanos. Como bien dijeron los lectores de Cubahora en un reciente foro sobre el asunto, la ausencia de un mercado mayorista donde adquirir insumos dispara las inversiones en las iniciativas privadas, pero tampoco seamos ingenuos: lápiz o calculadora en mano cualquiera que haya comido en una cafetería, paladar o se haya montado en un sacrosanto almendrón sabe que las ganancias pueden ser exorbitantes.
Con eso no justifico la falta de bienes o servicios más allá de lo minorista —que bastante favorece el acaparamiento y la especulación— mas, recordemos todos que un trabajador privado en Cuba debe aspirar a vivir con dignidad de lo que gane, no a hacerse rico a costa del pueblo humilde y trabajador.
En el otro extremo de la cadena, los representantes del Estado y del Gobierno, como servidores públicos que son, deben rendir cuentas al pueblo con más frecuencia y claridad (otro reclamo de los foristas), porque así se refuerza la confianza en la gestión gubernamental y todo contribuyente entiende mejor en qué está aportando al desarrollo del país o de su localidad.
Ni posiciones autoritarias ni mano tibia, mucho de inteligencia, debate popular y sostenido cumplimiento de la ley. A nadie se le ocurre dejar de pagar después de tomarse un batido de chocolate, igual de impensable debe ser para los cubanos no cumplir con sus obligaciones tributarias.
A Xere
20/2/18 14:01
Yo lo que veo es que el dolor sigue siendo que "las ganancias pueden ser exorbitantes". Al final de la historia, si yo llevo una paladar como la tiene que llevar cualquier dueño, tengo justo derecho a desear ganancias "exorbitantes", primero porque los impuestos son "exorbitantes". Segundo, porque a ningún cuentapropista le dan, ni le venden, ni le dejan importar la materia prima o los productos ya consumibles para darle camino a su negocio. Tercero, porque trabajar con el público de hoy en día (observen el grueso de la sociedad en la calle hoy en día y seamos objetivos por favor. Y realistas.) no es ningún juego. Lo que tienen que hacer es acabar de quitar el CUC, o el CUP, el que sea (para la leche que da la vaca...), y al que quede darle un valor justo. Solo cuando tengamos las condiciones creadas para vivir, aunque sea mínimamente, como deben vivir los trabajadores honrados, solo entonces podremos tener la capacidad REAL de aspirar a la honradez y la disciplina social en todos los ámbios. Mientrs tanto todo es bla-bla-bla de parte de alguien que no depende del transporte público porque la empresa le puso carro para que fuera a Varad... digo, a trabajar; ni paga el teléfono porque se lo paga la empresa, y tiene dos toneladas de beneficios que le salen de gratis ¿porque hizo una carrera universitaria? Felicidades. A esa persona y a aquellos que pudieron mantenerlo para que dedicara 5 o 7 años exclusivamente a estudiar mientras otros trabajaban para que él/ella se preparara. Esa es la realidad y no otra. Queremos productividad y economia. Y las vamos a lograr (cómo no) con los salarios, los precios, y las monedas que tenemos ahora. Menos mal que por lo menos hay agua para regar las esperanzas.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.