En la actual provincia de Las Tunas, donde antes de 1959 apenas existía una institución de enseñanza pública, en la actualidad hay más de 80 escuelas con acceso a Internet, lo que se traduce en que alrededor de 8 000 maestros y más de 30 000 estudiantes cuentan con servicios de correo y navegación en la red.
En 2016 ese sector invertirá más de 500 000 CUC para el crecimiento de la infraestructura, más del doble que el pasado año.
El administrador de redes de esa institución, Joel Tejas, opina que entre los retos principales derivados de este programa de expansión de las nuevas tecnologías se encuentran la utilización de estas con racionalidad y eficacia en función del proceso de enseñanza-aprendizaje y la creación de servicios en la nube como sitios web, software educativos, descargas de ftp de multimedia y otras formas de acceso e interacción con información de calidad dirigida a estudiantes, profesores y a la comunidad, de forma completamente gratuita.
Y es que la primera computadora que vieron muchos cubanos fue precisamente en las aulas de un Joven Club de Computación o un laboratorio escolar. Eso habla a las claras del modelo de desarrollo de informatización que ha escogido este país, basado en el acceso al mayor número de personas y la promoción de un consumo responsable de estas tecnologías.
Ese espíritu lucha por materializarse en un país pequeño, en vías de desarrollo y sin grandes recursos financieros, a pesar de lo cual se plantean políticas públicas para satisfacer las necesidades crecientes en las tecnologías, acercarlas cada vez más a la población y utilizarlas para divulgar la realidad del país.
La Isla ha alcanzado un prestigio internacional en el ámbito de las habilidades y los conocimientos, así como los diversos proyectos desarrollados en los campos de la educación y la salud, la creación de salas de navegación y aplicaciones móviles y otras alternativas que sustentan el compromiso y activismo del país en los diversos temas que aborda la Unión Internacional de las Telecomunicaciones.
Aunque existen muchos conceptos, la informatización de la sociedad es algo tan sencillo como que usted pueda reservar un pasaje en ómnibus para La Habana desde su teléfono móvil o la sala de su casa. Detrás del clic de confirmación deben coexistir de forma estable los principios básicos sobre los que se sustenta este proyecto: infraestructura, servicios y productos y educación.
En Cuba, el principal límite a la infraestructura es el componente económico, pero se ha avanzado mucho en años recientes. Existen más de medio centenar de zonas de acceso público a wifi, las cuales deben incrementarse próximamente, varias salas de navegación y con el tiempo la Internet debe llegar a los hogares. Para ese momento es necesario que existan productos y servicios producidos en Cuba y que las empresas hayan automatizado sus procesos y estén colgados en la nube para que puedan ser utilizados por los usuarios.
En ese escenario, no tan lejano, quizás gran parte del público haya ganado una cultura digital y comprenda que en la telaraña virtual existen muchas potencialidades que van más allá de las redes sociales o las videollamadas. Además de que deben tomarse precauciones con la seguridad y la protección de identidades y datos privados.
Aunque con cierto retraso, la tecnología y el universo virtual ya han cambiado nuestras vidas. Si bien todavía resulta cara, no es raro ver la invasión de personas en parques y plazas públicas de muchas ciudades cubanas, donde se han habilitado puntos de acceso a wifi. La mayoría de ellos son jóvenes que a pesar de estar reunidos no establecen interacción física entre ellos, mientras sus dedos se deslizan velozmente por la pantalla táctil. Ello habla también del peligro de ser abducidos por el mundo virtual.
Más allá de las fronteras personales o del hogar, las tecnologías también han irrumpido en el ámbito empresarial.
Recientemente, la Unión Internacional de Telecomunicaciones otorgó el Gran Premio en la categoría e-salud a la empresa Softel por su proyecto “Informatización de la salud pública en Cuba”, que ha permitido la automatización y conexión de 69 hospitales del país, todos los bancos de sangre y más de una docena de registros para el Sistema de Atención Primaria.
Aunque con varias limitaciones legales y de infraestructura, en el sector no estatal también existen experiencias positivas, la mayoría de ellas centradas en la creación de aplicaciones para teléfonos inteligentes o páginas web orientadas a la publicidad.
El valor científico que anualmente se crea en los centros de educación superior cubanos, en especial en la Universidad de Ciencias Informáticas, y la creación de la Unión de Informáticos de Cuba, constituyen potencialidades para el desarrollo de la nación orientada a la informatización de la sociedad, un elemento que ya resulta consustancial al progreso de cualquier país.
A la voluntad política del Gobierno cubano por encauzar la informatización de la sociedad le queda aún por sortear el reto de la burocracia y el miedo a las tecnologías, además de la consabida limitante económica.
El hecho de que seamos un país que ha logrado colocar una computadora incluso en las aulas de las más intrincadas sierras demuestra que estamos en condiciones de asumir este proceso sin grandes traumas. A ello se suma el nuevo contexto de normalización de relaciones con los Estados Unidos, que si llega a concretar los convenios y cartas de intenciones allanará el camino a equipos, productos y servicios, aunque con ello lleguen también los peligros de la subversión.
La celebración este año del Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información hace hincapié en este tema, al escoger como asunto de mayor relevancia “El espíritu empresarial en el sector de las TIC en aras del impacto social”.
La propia Unión Internacional señaló recientemente la importancia de este tipo de tecnologías en las sociedades, pero reconoció la inmensa brecha digital que existe entre las naciones del llamado Primer Mundo y las emergentes.
Quizás, el principal aporte de Cuba al concierto mundial de este tema sea el hecho de que, desde la introducción de este tipo de saberes en la Isla nos guió la razón de que para construir una Sociedad de la Información y el Conocimiento es imprescindible un sistema que propicie la justicia, la equidad y la inclusión social.
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