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miércoles, 20 de noviembre de 2024

Un regreso sin bombos ni platillos

El fútbol pudo más que la Liga Can-Am. Hay que salvar la base… ¡sí, se puede!...

Helio Ángel Menéndez García en Exclusivo 14/07/2016
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Opacada por la fiebre de fútbol que acaparó la atención de los principales medios televisivos, radiales y de prensa escrita, regresó a la patria sin bombos ni platillos el equipo cubano de béisbol que nos representó con más penas que alegrías en la reciente liga canadiense de pelota.

En esta oportunidad la conocedora afición nacional, tal vez desmotivada por los últimos resultados adversos en la grama internacional, y más aún por el pésimo arranque en la liga canadiense, vivió más pendiente de los goles de Messi y Gareth Bale, Cristiano, Alexis Sánchez y otros “monstruos” del llamado más universal de los deportes.

Más, es de pelota, de la nuestra, y no de esa otra que se juega en la cacareada “Major League”, de la que pretendo comentar.

En verdad este redactor —no digo “especialista” porque de estos tenemos bastante y no solamente en gradas y tertulias de esquina— esperaba mejores resultados. Ello aún cuando reconozco el notable descenso que hoy se manifiesta en el deporte que ha sido pasión nacional desde los lejanos días en que se vestía a los adolescentes con pantalones cortos o de bombacho.

Si algo digno de elogios deparó la estancia en Canadá fue el valor con el cual los nuestros supieron empinarse para recuperarse del humillante comienzo y llegar a nivelar el cotejo, ganar de forma consecutiva 6 juegos y finalmente terminar con un balance positivo de 10 triunfos y 9 derrotas.

Justificaciones no faltan pero abusar de ellas, lejos de ayudar, hace daño. Basta de absurdos paternalismos: al pan, pan y al vino, vino. Mejor vayamos al “pollo del arroz con pollo” que es lo primordial.

Por supuesto que el rescate de lo perdido constituye tarea bien compleja y a todos nos corresponde colaborar en la medida de nuestras posibilidades. Los tiempos cambian y el reto a enfrentar hoy se torna cada vez más difícil, por lo que acorde a ello se hace menester —valga la reiteración— variar las actuales estructuras y recurrir, entre otros, a métodos que utilizados, a partir de la I Serie Nacional, posibilitaron elevar el techo de nuestra pelota a niveles que ostentamos hasta hace unos pocos años.

Más que las confrontaciones bilaterales en las cuales participa un reducido número de atletas y más que las “clínicas” que generosamente técnicos estadounidenses ofrecen de vez en vez a nuestros muchachos; me manifiesto por priorizar la masividad, muy especialmente en la un tanto desatendida pelota de base. Ello sin desconocer la importancia de los activistas, motor impulsor del deporte cubano, y no solo de la pelota en estas instancias en las cuales se patentiza aquello de que el deporte es derecho del pueblo.

Se hace necesario que a los niños y jóvenes se les enseñe desde la base los conocimientos técnico-tácticos que le evitarían llegar a las Series Nacionales a jugar “pelota de manigua”, como llamábamos los viejos a la que se practicaba en solares o terrenos yermos, de la cual brotaron grandes estrellas que incluso brillaron al mayor nivel.

Para que así sea han de estar en función de ello los técnicos cubanos más calificados, no solo los egresados del Instituto Superior de Cultura Física (ISCF), también, preferentemente, los que aprendieron a jugarla sobre el terreno, destacándose por sus habilidades e inteligencia.

Con Ulacia, Isasi, Anglada y Urquiola como instructores, entre otros muchos, no se fallarían tantos toques de bola ni se cometerían errores ingenuos, a veces garrafales, siendo esta una asignatura que se debe enseñar en edad bien temprana. A la Serie Nacional no se va a aprender.

Oigo hablar a diario de lanzadores que tiran sobre 90 millas, de slider, sinker, knucle ball, tenedores y no sé cuántas rarezas más; pero los strikes ¿cuándo van a saberlos tirar?

Quedan innings por jugar pero la inclemencia del tiempo —digo espacio— obliga a sellar este juego para reanudarlo próximamente.


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Helio Ángel Menéndez García


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