No se trata de los que salen a matar y casi siempre mueren. No escribo sobre las famosas corridas ya declaradas como Patrimonio Cultural de España. Dedico estas líneas a los Toros de Artemisa, los muchachos de la selección masculina de básquet de una de las provincias más jóvenes de Cuba que, contra todos los pronósticos, conquistaron el bronce en la Liga Superior de Baloncesto.
Incluso demostraron que poseen al mejor base organizador de la mayor de las Antillas: Osmel Oliva, rutilante en el Todos Estrellas, listo para llevar a su equipo aún más alto, capacitado para devolver brillo al archipiélago en los tabloncillos internacionales.
Todo comenzó el 9 de enero de 2011, cuando nacieron las provincias de Artemisa y Mayabeque, sin historia basquetbolística alguna; por eso nadie imaginó que llegarían tan lejos. Pero los artemiseños armaron su conjunto y se prepararon para ganar, partido a partido, con sueños cada vez más grandes.
DE MENOS A MÁS
Hasta al mismísimo oráculo de Delfos desmentiríamos si se atreviese a defender que vaticinó semejante actuación, pues incluso lograr un buen resultado en el Torneo de Ascenso y llegar a la Liga Superior ya era una hazaña, así que en ese altísimo escaño parecía cosa apenas de recibir las palizas usuales a un debutante… y nada más.
El principio un tanto incierto en el Torneo de Ascenso preocupó a muchos, pero con el juego diario los resultados fueron mejorando. Luego, el comienzo de la Liga élite en la carretera, ante Matanzas, los campeones de Ciego de Ávila y los reputados Capitalinos, presagiaba dificultades, aunque no salieron del todo mal, pues además de los cuatro fracasos lograron un par de éxitos.
Como “locales” debutaron ante Camagüey, con una división de honores. Sin embargo, en realidad nada tenían de anfitriones, porque al no disponer de cancha propia jugaban en La Habana. A continuación, consiguieron dos victorias frente a Sancti Spíritus y otras dos divisiones frente a Guantánamo y Santiago de Cuba. El balance de siete triunfos e igual número de reveses al concluir la primera vuelta parecía un buen resultado, pero no bastaba para el sueño de la clasificación.
La segunda vuelta inició algo mejor, con dos éxitos a costa de los hasta entonces invictos matanceros, división de honores ante los avileños, par de reveses ante los de la capital y otra repartición de triunfos ante Camagüey. El paso se hacía estable; no obstante, continuaba sin bastar. Entonces, se produjo la reacción final, con seis victorias sucesivas frente a Sancti Spíritus, Guantánamo y Santiago de Cuba.
¡Fue un lujo verlos por televisión! Los Toros de Artemisa mostraron hambre de éxito y que no se amilanan ante el rival, ni aunque vayan debajo en el marcador. Tienen una bujía inspiradora: cuando el base Osmel Oliva decide anotar una canasta, es capaz de burlar a todos, no importa si su guerra está avisada.
CORAJE COMO DIVISA
¿Qué más se le podía pedir a un equipo que jamás jugó en sus predios, por no tener un tabloncillo a la altura? ¿Qué más a quienes entrenaron sobre el cemento de la cancha del preuniversitario Eduardo García Lavandero, en el municipio Artemisa? ¿a un conjunto que nunca tuvo gradas de artemiseños para respaldarlos?
Fue grande el esfuerzo y la entrega de los bien llamados Toros de Artemisa. Estos chicos demostraron su sed de triunfos. Suplieron con coraje cualquier carencia, la de una sede propia y la de experiencia. Sin inhibiciones de ninguna clase metieron en cintura a Santiago de Cuba, vencieron a Matanzas y le arrancaron victorias a Capitalinos y Ciego de Ávila, los que una vez más porfiaron por el título.
Tras cerrar con siete triunfos consecutivos como visitantes: contra Camagüey, Sancti Spíritus, Guantánamo y los Halcones santiagueros, les esperaba Ciego en el duelo de semifinales. ¿Quién dice que no disputaron una especie de play off contra Santiago? Solo les esperaba otro, más difícil. Osmel Oliva, Yosiel Monterrey, Humberto García, Legimel Boulot, Lázaro Sánchez, Yoise Daudinot, Lian Pedro y los demás seguirían soñando… y peleando bajo el aro.
Nada podían perder estos “herejes” que se colaron entre la súper elite del básquet en Cuba. Ya habían derrotado a los avileños en una ocasión y les hicieron sudar copiosamente la camiseta en el resto, con marcadores muy cerrados. Los artemiseños parecían más inspirados cada día.
A pesar de las muchas ganas, el equipo fue superado por un arma extraordinaria: la mayor experiencia de una selección curtida en duelos de postemporada, habitual en la discusión de títulos en los últimos años ¡siete veces campeona!
Cayeron ante los poderosos Búfalos de Ciego de Ávila. Sin embargo, su tercer lugar es tan grande como para ganar el premio al mejor equipo del año en la provincia y, definitivamente, para soñar con la corona la próxima vez.
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