No solo los Juegos Olímpicos de Tokio se han visto impactados por la COVID-19. La cita estival de París 2024 también ha anunciado ajustes. Se piensa que por entonces queden restos todavía de esta pandemia, cuyas consecuencias seguirán siendo letales para la humanidad, más allá, incluso, de la aparición de una vacuna que cure la enfermedad. Los ricos se salvarán y los pobres, sin poder comprarla, morirán aún por montones.
Tokio es una ciudad maldita para olimpiadas, en 1940 era sede y tuvo que declinar por su guerra con China. Al final, ese año no hubo JJ.OO. por la conflagración mundial; ahora se habían esmerado organizando una edición que iba a pasar a la historia por la tecnología, exactitud y unos cuantos récords más, y el virus SARS-CoV-2 dejó todo en un sueño de samuráis.
Incluso, si la pandemia no amaina el año próximo, hay riesgo de que sean cancelados definitivamente. No hay más opción: 2021 o 2021. Nada más.
Sin embargo, de lo que iba a ser a lo que será hay un trecho grande. Los dirigentes japoneses dijeron que serán unos juegos simplificados, sin nada de la fastuosidad exhibida tradicionalmente en estas reuniones de lo más selecto del deporte mundial. Las competencias no tendrán gran esplendor (al menos, el previsto), estarán, según los organizadores, lejos de los despliegues de anteriores ediciones.
Hasta ahora se han identificado 200 áreas en las que son posibles los ajustes, sin que se dieran muchos detalles. Las pérdidas económicas serán gordas, pero el concepto que se busca reforzar es el de la esperanza y solidaridad deportiva en un mundo víctima de una atroz pandemia.
Queda más de un año para la inauguración el 23 de julio de 2021, pero las previsiones sanitarias no son halagüeñas. La salud pasó a ser prioridad, y ello probablemente implique menos público, menos prensa, recortes en las ceremonias protocolares y quizá hasta menos atletas.
Queda más de un año para la inauguración el 23 de julio de 2021, de los Juegos Olímpicos en Tokio, pero las previsiones sanitarias no son halagüeñas.(naciondeportes.com)
Poco a poco sabremos cuáles son las próximas medidas. Japón, por encima de todo, quiere salvar sus juegos. El mundo, casi todo, también.
Con esos truenos el Comité Olímpico Internacional (COI) no quiere más sorpresas. París ya dijo que en 2024 serán menos atletas de los previstos. No más de 10 500 competidores, y el escenario exige también ajustes económicos porque el impacto de la crisis postpandemia se sentirá en la cita de la Ciudad Luz.
Se habla de racionalidad, acomodos de partidas y rediseño de instalaciones, a tenor de las indicaciones para evitar contagios con el nuevo coronavirus. Su filosofía se aviene a los nuevos tiempos: “…el propósito común ha sido crear los juegos de una nueva era: responsables, sostenibles, con conciencia social y abiertos para que todos participen”.
Y mientras esas son las predicciones olímpicas, más cerca de nosotros, en el entorno continental, los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Panamá 2022 también generan noticias. Oficialmente no han cambiado de fecha, pero todo apunta que no serán cuando originalmente estaban programados para junio.
Este redactor se ha mantenido en contacto con fuentes del Comité Organizador y de ODECABE, el ente rector del deporte regional, y al parecer negocian un aplazamiento. Algunos dicen que para noviembre de ese mismo año; otros que para enero del siguiente y hay quien no descarta el verano del año entrante, unos meses antes de los Juegos Panamericanos de Chile, previstos entre octubre y noviembre de 2023.
Igual, se anuncian ajustes y Panamá tiene en planes aprovechar la ocasión para relanzarse como destino mundial. Sobre la edición centenaria, 2026, ya México declinó y solo queda un candidato: República Dominicana. Esperemos que para entonces la COVID-19 sea historia.
Y de los Panamericanos de Chile en 2023 se dice que hay avances, pero la situación no pinta muy buena en esa nación austral con el virus y la crisis social, económica y política generada durante el mandato neoliberal de Sebastián Piñera.
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