Nuestro béisbol, se sabe, está urgido de cambios. En realidad, se impone trazar una acertada estrategia que brinde resultados positivos a mediano plazo, pero, con los pies sobre la tierra.
¿Qué hay que hacer en lo adelante?, pues mucho. La cuestión es ir conformando un proyecto novedoso que parta, en primer lugar, de nuestras posibilidades reales en el orden material. Tenemos muchas carencias por nuestra realidad económica y, por supuesto, el implacable bloqueo. Hemos tenido también insuficiencias.
Ahora bien, hay en Cuba una historia y una tradición beisbolera de inestimable valor que debe aprovecharse a favor del empeño. Disponemos de personal de alta calificación que puede estudiar y escribir más sobre este deporte e impregnarlo de manera sistemática a las nuevas generaciones de atletas, de manera natural y consciente.
- Consulte además: El béisbol cubano y las nuevas señas
Por otra parte, para formar un pelotero, desde edades tempranas se requiere una pedagogía atemperada a los tiempos que “corren”, dígase ciencia, tecnología, psicología… que se vayan incorporando desde la base. De ahí la importancia de entrenadores bien preparados para impartir sus conocimientos, con disposición y entrega, que sean beneficiados con cursos, encuentros, seminarios, clínicas, literatura actualizada. Necesitarán, lógicamente, una mejor atención por las estructuras correspondientes y, al mismo tiempo, estímulos por sus resultados.
El deporte es (siempre lo ha sido), en primer lugar, un espectáculo. En la actualidad es un fenómeno de masas que ha alcanzado niveles insospechados. La tecnología, la televisión, las pizarras, son parte fundamental de la puesta en escena del gran show, donde los deportistas son los principales actores.
Para Cuba, con limitaciones tecnológicas sabidas, esto no es coto cerrado, porque con nuestras posibilidades reales se puede hacer mucho más: lo sabemos. Con cierta cantidad de recursos, con imaginación, inteligencia, capacidad y deseos se pueden hacer cosas en los estadios, de forma tal que la gran familia que acude a ellos y los que siguen el juego por otras vías puedan disfrutar de un evento que en nuestro país es entretenimiento, pasión y alegría.
Activación del salón de la fama, mejor atención a exatletas y peloteros en activo, masividad en la base, búsqueda de talentos, iniciativas que complementen el espectáculo, etc., son algunas de las tareas pendientes en las que se impone trabajar desde ya.
Este es solo un acercamiento aproximado de los tantos que lleva y merece nuestro deporte nacional, declarado en días recientes, Patrimonio Cultural de la Nación.
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