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viernes, 27 de diciembre de 2024

Mi foto con Mijaín

Un recuerdo en el aire, y otros en tierra...

Rafael Norberto Pérez Valdés en Exclusivo 28/11/2024
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Mijaín, en el adiós, preparándose para dejar sus zapatillas.
Mijaín, en el adiós, preparándose para dejar sus zapatillas (Ricardo López Hevia)

¿No se le ha quedado pendiente a usted contar algo que considera importante? Es una pregunta, no una verdad, que parece de Perogrullo (¿quién no tiene algo así?), pero me sirve para abrir el tema de hoy: nuestro súper campeón de la lucha Mijaín López.

La historia ocurrió el 12 de agosto, a 33,000 pies de altura, en un avión que nos traía de regreso de los Juegos Olímpicos de París 2024. Solo unos días antes, el 6 de agosto, Mijaín había hecho historia al convertirse en el primer deportista en ganar cinco medallas de oro en una misma disciplina en estos juegos. En su caso, en la división súper completa del estilo grecorromano.

Como periodista, enviado por la centenaria revista Bohemia, además de haber escrito desde allá una crónica sobre él para Cubahora, tuve la suerte de estar allí, presenciando el momento mágico a pocos metros.

Ahora viene mi primera confesión: si no me falla la memoria (y creo que no me falla), nunca antes había tenido una foto con Mijaín. Y eso que empecé a escribir sobre lucha, de forma sistemática, desde 2002, primero en el periódico Granma. Por entonces, Mijaín aún no era “Mijaín”.

Pero ese vuelo me dio una oportunidad inesperada para saldar esa deuda personal. Una foto que inmortalizara, en diferente escala, dos momentos históricos: el suyo, con un logro sin precedentes, y el mío, como testigo privilegiado de su grandeza.

Claro, hablar de deudas me lleva a otra confesión: mi torpeza para hacer selfies. Durante los días de competencias, en dos intentos fallidos, no logré captar una imagen decente con mi celular mientras Mijaín era entrevistado en la zona mixta.

¿Quién me tiró esa foto con mi celular? Luego les cuento...

Una oportunidad única

¿Hace falta decir que Mijaín acaparaba admiración en ese vuelo? No solo viajaba parte de la delegación cubana, sino también pasajeros ajenos a París 2024, que no pudieron evitar aplaudirlo cuando caminaba por los pasillos. Había flashes de cámaras, celulares apuntándolo, felicitaciones constantes.

En una de esas caminatas, se detuvo —o más bien, lo detuvimos— en la zona donde estábamos algunos periodistas cubanos. Se quedó conversando un buen rato. Fue entonces cuando aprovechamos para charlar un poco más sobre sus memorables duelos en los colchones. Y así fue hasta que la turbulencia más inoportuna de mi vida lo obligó a regresar a su asiento.

“¿Sigues pensando que el rival más duro de tu carrera fue el ruso Khassan Baroev y no el turco Riza Kayaalp?”, le pregunté.

“Sí, por supuesto”, respondió sin dudar. “Baroev era mucho más técnico, y su complexión física era mucho más estilizada. No hay dudas: Baroev era más difícil”.

El ruso, campeón olímpico en Atenas 2004, había vencido esa vez a un joven Mijaín que apenas daba sus primeros pasos a ese nivel. También lo derrotó en el Campeonato Mundial de 2006 en Guangzhou, pero Mijaín se desquitó en el de Bakú 2007 y, sobre todo, en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, donde consiguió la primera de sus cinco coronas. Lo que no se conoció hasta muchos años después, en noviembre de 2016, era que el ruso había competido dopado en Beijing 2008, de lo cual escribimos entonces a la carrera aquí en Cubahora.

Kayaalp, por su parte, lo venció en Estambul 2011 y Las Vegas 2015, dos mundiales un año antes de Juegos Olímpicos, pero también sucumbió en el momento crucial: Londres 2012 y Río 2016. Curiosamente, el turco no estuvo presente en París 2024, ya que había sido suspendido porque le detectaron en su organismo una sustancia prohibida.

“Los dos que me ganaron estaban dopados”, me dijo con una mezcla de resignación y orgullo.

Mi deuda saldada

¿Y la foto? Llegó gracias al también legendario Héctor Milián, campeón olímpico en Barcelona 1992, un ídolo para Mijaín desde niño. Era mi última oportunidad, y Milián estaba cerca.

“¿Puedes hacerme el favor?”, le pregunté extendiéndole mi celular.

“Claro que sí”, respondió de inmediato. “Es lo menos que podemos hacer por ustedes, los periodistas, que tanto hacen por nosotros”.

Y así quedó capturado el momento: mi foto con Mijaín, un recuerdo que atesoro no solo como periodista, sino como alguien que ha seguido de cerca la trayectoria de un gigante del deporte.


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Rafael Norberto Pérez Valdés


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