Por lo visto en los dos primeros juegos, el equipo de Matanzas no debe pasar mucho trabajo para llegar a semifinales. Este domingo sacaron a relucir su artillería pesada para doblegar a Cienfuegos y Erisbel Arruebarrena sigue siendo implacable con sus antiguos compañeros, como si estuviera cobrando algo, ¿será?.
El mismo día que en la ciudad de Cienfuegos sepultaban al Señor Jonrón, don Cheíto Rodríguez, víctima de insuficiencia renal, Arruebarrena pegó par de jonrones por el mismo medio del campo que recordó a los más viejos aquellos palos de Pedro José.
Cómo hubieran deseado los aficionados sureños que el Grillo, tras su regreso de las Grandes Ligas, se hubiera puesto de nuevo el traje de los Elefantes, pero hay demoras que cuestan, hay decisiones que la vida cobra después, y ahora el estelar paracortos ha sido uno de los verdugos más feroces de la manada.
Con sus dos bambinazos dominicales, Arruebarrena acumula tres y a ese ritmo podría disparar unos cuantos en lo que queda de play off, pues su equipo es candidato a discutir nuevamente la corona. El récord para una postemporada es de ocho, compartido por Alexander Malleta (serie 46) y Yoelvis Fiss (50).
Pero antes de que el torpedero de los Rojos despachara sus palos de vuelta entera, ya su equipo había tomado ventaja irreversible apelando a su arma más poderosa: el bateo de largometraje.
En el tercer inning, Javier Camero, colocado como designado para este juego, sacudió vuelacercas con dos hombres en los senderos para voltear la pizarra y poco después, en el mismo capítulo, Aníbal Medina sonó otro cuadrangular de par de carreras más. Dos palos, cinco anotaciones.
Quien quiera derrotar a los Cocodrilos tiene que jugar fino. Cada error cuesta, cada base por bolas cuesta. Y por mucho que los cienfuegueros tengan voluntad y compromiso, su pitcheo no posee herramientas para anular una tanda que de principio a fin suele empinar bolas con furia.
Con su victoria de este domingo, Noelvis Entenza llegó a nueve triunfos en postemporada con ocho derrotas, y se ha colocado a un éxito del centenar en series nacionales.
A las carencias del cuerpo de lanzadores se han sumado imprecisiones al campo, y cuando fallan pitcheo y defensa juntos, las opciones de éxito son, aún, más reducidas.
Y si el Grillo ha cantado alto por los vigentes campeones nacionales, el paracortos de los Elefantes también ha enseñado su talento, lo mismo con el guante que con el madero. Lleva cinco imparables en diez turnos al bate, el mejor promedio de su equipo, que todavía no parece estar en el mejor estado de forma, después de más de un mes sin jugar debido al impacto de la pandemia en varios de sus atletas.
Este martes sostendrán el tercer pulso de la serie y parece más próxima la barrida que la reacción de los Elefantes, quienes se han visto superados por un conjunto predestinado a grandes cosas.
La alternativa para los muchachos de la Perla del Sur es jugar impecable, que su pitcher abridor camine por lo menos dos tercios de juego y enganche con Carlos Damián Ramírez, al tiempo que su ofensiva produzca, sobre todo cuando haya hombres en base. Difícil la misión, pero no imposible.
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