Colosal y muy complicada tarea, por las características del grupo de jóvenes que debe desempeñarla. El también joven, pero hiperactivo Dr.C. Julio Ordoqui Baldriche, desde hace 12 años tiene la misión de fungir como sicólogo en la escuela nacional de boxeo Olvein Quesada, donde hacen vida los principales exponentes del deporte de las doce cuerdas en nuestro país.
Este año, pletórico de llamadas de alerta por el tema coronavirus, y en el cual el boxeo ganó por países los respectivos torneos de los Juegos Olímpicos de Tokio y el Campeonato Mundial en Belgrado, Ordoqui ha recibido interesantes premios por su loable trabajo, entre los que destacan el de Mejor Investigador, que anualmente confiere el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba, y el reconocimiento por el 55 aniversario del Instituto de Medicina del Deporte.
Hoy, Cubahora conversa en exclusiva con el sicólogo del bien llamado buque insignia del deporte cubano.
—¿Qué estrategias se trazó para encarar con el equipo este complicado año 2021?
—La pandemia ha cambiado al mundo y también al deporte de alto rendimiento. Con el equipo, lo primero fue lidiar con el famoso confinamiento prácticamente todo el año 2020, monitorear a los atletas en la realización de actividades físicas... Para ello, la subdirección de sicología realizó una serie de programas de carácter instructivo metodológico-pedagógico con un sentido de entrenamiento sicológico para los atletas que se encontraban en casa.
—Pero luego debieron tomar medidas para encarar el retorno de la preselección a la Escuela Nacional Olvein Quesada...
—Sí, porque había que seguir entrenando después de mucho tiempo y se hacía necesario ajustarse nuevamente a los regímenes de trabajo, horario, cargas de entrenamiento y los controles científicos de la preparación; además de enfrentar la situación que se creaba con la lejanía de la casa después de mucho tiempo de disfrutar de la familia. Todo ello, con el principal objetivo: enfrentar los retos que tenía el boxeo este año: los Juegos Olímpicos de Tokio pospuestos, y luego el Campeonato Mundial de Belgrado.
“Sobre todo, había que precisar cómo ellos (los boxeadores) se percibían después de un período tan largo entrenando en condiciones diferentes, de alguna manera la motivación en qué había cambiado, las metas y la disponibilidad para lograrlas, y algo muy importantes: la temporalidad para lograrlas.
”Además, fue preciso reconstruir algunos casos en los que hubo movimiento de divisiones, conocer todos los contrarios, enfrentar el sistema de exigencia de una división como 91 kg, en el caso de Julio César La Cruz, y Arlen López en los 81 kg, los cuales tenían demandas que son muy específicas y algo muy diferente respecto a las divisiones anteriores en las que ellos habían logrado tan grandes resultados”.
—Por esa ardua labor, este año, usted ha tenido varios reconocimientos...
—Me siento muy feliz por haber cumplido bien con mis funciones. El año estuvo lleno de retos, porque fue el año de la docencia, de la investigación. Soy investigador auxiliar y doctor en ciencias. Hemos tenido que conciliar todas estas actividades de atención al deporte con nuestra función en el equipo de boxeo y contribuir con un granito de arena para tener los mejores resultados posibles.
—Personalmente, he sido testigo de la buena relación profesional entre usted y el grupo de entrenadores de la preselección...
—Esa es una unión necesaria y totalmente funcional. Se conoce que los protagonistas son los atletas y entrenadores. Ese binomio no se puede romper y hay que privilegiarlo en todos los sentidos. El psicólogo tiene la función de dotar de recursos psicopedagógicos a los entrenadores para que saquen lo mejor posible del atleta, sepan motivarlo, ayudarlo a superar un momento de frustración, conducirlo adecuadamente en funciones comunicativas en las esquinas en el momento de combatir, de acuerdo con las características que tiene cada uno de los púgiles.
“Luego, con los atletas hay que ponderar sus habilidades, destrezas y capacidades, sobre las cuales el entrenador tiene que trabajar. Es un proceso de aprendizaje, y los procesos sicológicos implicados en un aprendizaje de carácter deportivo le corresponden al sicólogo, su función es entrenarlos desde el punto de vista mental”.
—Competitivamente, el 2021 ha sido un excelente año para el boxeo. ¿Considera usted que puede ser nominado como Deporte del Año en Cuba?
—Creo que sí, y lo digo con mucha modestia, pero también con conocimiento de causa, sabiendo el especial empeño puesto por todos para propiciar este resultado, que incluyó el logro inédito de tener un título mundial y uno olímpico en el mismo año, porque se dio esta casualidad histórica en menos de tres meses.
“Incluso, el mejor boxeador del mundial fue el cubano Andy Cruz, y ser campeones por países en ambos eventos habla de la madurez que ha alcanzado el boxeo en un escenario tan complejo del deporte contemporáneo. Además, quisiera destacar la madurez del colectivo técnico que trabaja con estos muchachos, mezcla de maestría con motivación y entusiasmo”.
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