Como no se viven buenos tiempos competitivos en el béisbol cubano, hay que trabajar más y diferente. Haciendo lo mismo no se va a cambiar el actual estado de cosas. Por lo visto (y oído) en los últimos días hay razones para pensar que se están creando condiciones para revertir el marcador.
No va a ser cuestión de un año ni de dos, aunque hay decisiones que, tomadas a la mayor brevedad, pueden contribuir a cambiar la pizarra de los resultados en justas internacionales. Un equipo Cuba más inclusivo tendría mayor potencia que los últimos presentados.
Hagamos un repaso de las principales ideas puestas en diálogo durante el recorrido, aún inconcluso, por todas las provincias y el municipio especial de Isla de la Juventud, que, encabezado por el vicepresidente primero del Inder, Raúl Fornés, y el comisionado nacional de béisbol, Juan Reinaldo Pérez, es el segundo inning de un juego que debe aportar los mejores dividendos a la vuelta de un quinquenio.
En 2019 hubo un periplo semejante en que primó el refrán de escuchar más y hablar menos (por parte de quienes estaban en la presidencia) y ahora, tras articularse una estrategia científicamente pensada, se invierte esa lógica, pues lo más importante es poner al tanto de los ejecutores en los territorios de lo que se pretende hacer.
- Consulte además: El béisbol en Cuba: deporte y también cultura (+Fotos)
Como no se viven buenos tiempos competitivos en el béisbol cubano, hay que trabajar más y diferente. Haciendo lo mismo no se va a cambiar el actual estado de cosas. Por lo visto (y oído) en los últimos días hay razones para pensar que se están creando condiciones para revertir el marcador.
No va a ser cuestión de un año ni de dos, aunque hay decisiones que, tomadas a la mayor brevedad, pueden contribuir a cambiar la pizarra de los resultados en justas internacionales. Un equipo Cuba más inclusivo tendría mayor potencia que los últimos presentados.
Hagamos un repaso de las principales ideas puestas en diálogo durante el recorrido, aún inconcluso, por todas las provincias y el municipio especial de Isla de la Juventud, que, encabezado por el vicepresidente primero del Inder, Raúl Fornés, y el comisionado nacional de béisbol, Juan Reinaldo Pérez, es el segundo inning de un juego que debe aportar los mejores dividendos a la vuelta de un quinquenio.
En 2019 hubo un periplo semejante en que primó el refrán de escuchar más y hablar menos (por parte de quienes estaban en la presidencia) y ahora, tras articularse una estrategia científicamente pensada, se invierte esa lógica, pues lo más importante es poner al tanto de los ejecutores en los territorios de lo que se pretende hacer.
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Durante mucho tiempo se ha estado cuestionando esa barbaridad que resulta pagar lo mismo al jugador de la banca que al regular, y más descabellado aún, entregar similares sueldos a uno que está en competencia que a otro cuyo equipo no pasó de la primera etapa en la Serie Nacional.
Según lo dicho ahora, esa deformación se pretende corregir para la próxima temporada, que debe empezar en el mes de enero con un formato aún no definido, pero sí hay consenso en que habrá dos torneos, una Serie Nacional, que se presume sin refuerzos en ninguna fase, y una justa élite de la que no se ha dicho mucho, pero que no puede cometer los mismos pecados de eventos semejantes en tiempos pasados, so pena de morir a poco de su imprescindible nacimiento.
Si enlazamos esta idea con la de promover nuevos modos de gestión de las instalaciones deportivas para buscar que se autofinancien o al menos aligerar al Estado de gastos, podemos soñar, incluso, que ese certamen conclusivo traiga otras novedades más allá de concentrar la calidad disponible en cuatro o seis equipos.
Como mismo en otros sectores de Cuba se están promoviendo articulaciones armónicas, necesarias y equilibradas entre el sector estatal y el no estatal, las oportunidades con las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) y las cooperativas no agropecuarias abren un abanico de opciones para que los estadios no sean más esos espacios faltos de gracia y color (en cuestión de ambiente) que dejan mucho que desear en nuestro principal evento deportivo.
- Consulte además: Dimensión cultural del beisbol entra al patrimonio (+Fotos)
También se habla de una academia nacional. Bendita idea que contribuiría a formar mejor al talento, pues concentrados y bajo los ojos de prestigiosos entrenadores, los muchachos podrían corregir en el menor tiempo posible deficiencias en la ejecución de los fundamentos de juego y desarrollar al mismo tiempo un pensamiento táctico mucho más rico, que los doten de herramientas para solucionar las diferentes situaciones que se les presenten en los juegos. El béisbol cada vez se decide más de los hombros hacia arriba.
Si una academia de ese tipo se replicara en cada provincia sería lo ideal, y aún más si logran articularse en un sistema que integre saberes, prácticas y metodologías.
Pero la clave está en diseñar una estructura que parta de las escuelas y las comunidades, donde más que jugar para ganar hay que jugar para enseñar, un enfoque que rompe con el tradicional “championismo” tan dañino para los técnicos y profesores. La idea de un terreno de béisbol para niños en todos los municipios merece el apoyo de los gobiernos locales.
Asociado a esto es imprescindible crear un grupo asesor de la comisión nacional de béisbol sin otro compromiso que no sea el desarrollo integral de la pelota y la mejor toma de decisiones, tanto en la conformación de preselecciones como en la aplicación de estrategias.
Ciencia e innovación deben ser pilares en el proyecto, y el hecho de que el titular de la Comisión de Béisbol sea un doctor en ciencias apunta a que por esos derroteros se encausará nuestro deporte nacional en los próximos tiempos. Enhorabuena.
La reciente declaración de la dimensión cultural del béisbol como patrimonio cultural de la nación resulta una gran jugada simbólica a partir de la cual desarrollar un programa de formación en valores que refuerce el amor a la camiseta, al equipo del barrio, del municipio, la provincia y el país.
Es hora de volver a la rica historia del béisbol cubano desde sus años primigenios en el siglo XIX. Hubo un siglo XX esplendoroso en sus dos mitades, que debe exhibirse en un museo y Salón de la Fama de gran linaje. Tantas glorias, tantos hechos, tanto espectáculo hecho cultura, identidad y sentimientos no caben en un recinto formal, gris, de esos que se crean por compromiso o plan de trabajo perecedero.
Las nuevas generaciones deben conocer tanto a Martín Dihigo como a Omar Linares, a Mike Cuéllar como a Braudilio Vinent, y también que las series del Caribe nacieron en Cuba, aunque ahora sus dueños solo se hayan atrevido a invitarnos y después optaron por dejarnos fuera nuevamente.
Mientras el gobierno de Estados Unidos bloqueo con su política hostil un acuerdo para que la Federación Cubana de Béisbol y la oficina de las Grandes Ligas tengan relaciones contractuales de manera natural, no queda otra opción que seguir fortaleciendo alianzas con el mercado japonés y caribeño, a la par que se exploren otras ligas como la de Australia y Corea del Sur, que seguramente dejarán beneficios para todas las partes.
Son muchos frentes, como varios juegos a la vez, que se abren para dotar a nuestro deporte nacional de su poder. No debe quedar nada solo en señas, cada jugada hay que ejecutarla, salga bien o no, y mejorarla en caso de que suceda lo segundo. Como el béisbol mismo, tras un ponche el mismo bateador puede producir un jonrón, es cuestión de ajuste, de enfoque, de situación de juego.
Qué bueno sería una convención nacional de béisbol, con jóvenes y experimentados, glorias deportivas, periodistas, expertos, directivos, todos juntos, con su necesaria diversidad de saberes, vestidos con el mismo traje, el del Cuba.
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