Al borde del infarto —como para no perder la emoción del Campeonato Mundial de Voleibol— fue la segunda victoria de la selección cubana en tierras polacas, esta vez a costa de Túnez y en cinco parciales de un encuentro que (a priori) parecía decantarse sin muchas complicaciones para los caribeños.
A pesar de las predicciones y los resultados previos entre ambos, correspondientes a la final del tercer nivel de la Liga Mundial de Voleibol 2014, Túnez fue un rival enconado que defendió sus últimas esperanzas y forzó las acciones hasta un tiebreak que favoreció a los cubanos por cerradísimo 15-13.
Con este resultado la escuadra cubana, bajo las órdenes de Rodolfo Sánchez, llegó a los seis puntos en la llave B del certamen y sigue en la pelea por avanzar a la segunda ronda de competencias en la lid, aunque seguramente lo hará en la retaguardia del grupo que será encabezado por Brasil, Alemania y Finlandia.
Contra los tunecinos fue esencial la actuación del capitán Rolando Cepeda (24 puntos, de ellos 23 en ataque) y Javier Jiménez (23 cartones: 20 remates, dos bloqueos y un servicio), pues los cubanos iniciaron el partido con derrota de 16-25 en el primer set, para luego ceder en el cuarto parcial con pizarra de 20-25.
En el plano general los ganadores atacaron con mayor precisión, bloquearon y recibieron mejor, y mantuvieron la paridad en el servicio; pero cometieron un total de 41 errores, muy por encima de las ya considerables 28 marfiladas tunecinas en el encuentro.
Una vez más los errores no forzados se convierten en el punto débil de nuestra selección nacional, urgida de una experiencia que se gana únicamente con el juego constante al más alto nivel competitivo, algo de lo que carecen los cubanos.
Para el domingo nada será sorpresa. Brasil está fuera del alcance de los discípulos de Sánchez y solo un milagro —o la improbable debacle de los brasileños— podría cambiar la historia. No se trata de pesimismo, pero este equipo Cuba está muy lejos de poder plantar batalla a semejante rival.
De terminar —como se espera— con dos victorias y tres derrotas, los cubanos tendrían buenas posibilidades de conseguir su boleto a la segunda fase del evento mundialista, un pasaje que se complicó por la derrota inaugural ante Finlandia, pero que bien podría estar aún al alcance de la mano.
No obstante, y no está de más soñar, sería ideal para Cuba “arañar” un punto a la armada canarinha, lo cual les aseguraría siete unidades en la tabla, favoreciendo las aspiraciones de mantenerse con vida en un Campeonato en el cual la calidad tendrá un salto exponencial en breves días, cuando los más débiles se marchen y solo queden sobre el tabloncillo las nóminas consagradas.
Aunque Cuba llegó a Katowice como subcampeona del orbe, solo tres de sus entonces jugadores repiten en la presente edición. De aquella escuadra que derrotó a Serbia en semifinales 3-2, apenas quedan hoy algunas medallas esparcidas en varios continentes, buenos recuerdos y la certeza de que podrían pasar muchos años antes de regresar a la élite de este deporte. Quizás por eso nadie apuesta por una hazaña de estos muchachos en el Mundial que, desde el pasado 30 de agosto, organiza Polonia.
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