A pesar de la derrota sufrida ante los Caribes de Anzoátegui este jueves con pizarra de 2-6, el equipo cubano avanzó a las semifinales de la 57 Serie del Caribe de Béisbol, arrastrado por la nómina dominicana que en horas de la noche dejó tendidos a los Tomateros de Culiacán (México).
Los Vegueros de Pinar consiguen de esa manera superar la actuación de Villa Clara en la pasada edición del evento, cuando quedaron en quinto puesto sin posibilidades de disputar medallas; aunque de un año a otro el balance de la etapa clasificatoria se mantuvo igual: tres reveses y una victoria, estas últimas siempre ante Puerto Rico.
Sin embargo, el resultad de este jueves ante los venezolanos nos vuelve a poner los pies en la tierra y constituye, por mucho, el peor de los cuatro desafíos celebrados por Cuba en la presente edición de los clásicos caribeños. Si el ganar contra Puerto Rico la noche anterior nos había creado algunas expectativas, alentado la esperanza de que el equipo finalmente hallaba su camino, los jugadores de Anzoátegui se encargaron de borrarnos tales imágenes felices.
Ante Venezuela regresó la versión gris de Cuba: errores, bateo poco oportuno (siete hombres dejados en base) y un cuerpo de pitcheo que no logra estabilizarse ni dominar.
Eso sí, los cubanos despacharon dos cuadrangulares, a las cuentas de Alexander Malleta y Luis Alberto Valdés, ambos sin jugadores en circulación.
Por su parte los Caribes consiguieron una ventaja definitiva en el tercer episodio cuando hicieron saltar del montículo al derecho Yoanni Yera que permitió cuatro carreras en la entrada. Luego los de Anzoátegui marcarían otras dos anotaciones, una en la sexta entrada por un vuelacercas de Barbino Fuenmayor y el clásico puntillazo en la parte alta del noveno.
Ante los morochos, otra vez, no hubo posibles malinterpretaciones: Cuba perdió ante un rival superior, con más oficio y calidad para el béisbol. Lo cual nos haría preguntarnos, cuál será el destino de este “Vegueros” en las semifinales de un certamen donde estarán los tres equipos que le doblegaron en la clasificación.
Sin importar qué suceda hoy viernes, los cubanos serán cuartos y deberán verse el sábado con los líderes de esta primera etapa que saldrán del partido entre México y Venezuela, los dos mejores conjuntos hasta el momento.
Creer que clasificar elimina automáticamente los desastres previos es pecar, cuando menos, de ilusos. A esta instancia los resultados no se arrastran, pero tampoco se cambia el equipo. Por ácido que parezca, lo más sensato —tras cuatro juegos— hubiese sido no avanzar. Ver los toros desde la barrera y entender que ya, ni siquiera este, es nuestro nivel.
No se trata ahora de crear un equipo nacional para las Series del Caribe, que resulta la solución inmediata y un engendro que solo traerá desgracias y vergüenzas públicas. Se trata, eso sí, de concentrar calidad, de crear un certamen doméstico competitivo y que pueda respaldar el mejor nivel del béisbol en Cuba. Se trata, en esencia, de entender que XLIV Series Nacionales después la endogamia de nuestro béisbol ha comenzado a entregarnos cuerpos deformes y enfermos.
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