En un mundo que es cada vez más digital y sedentario, el simple acto de correr se erige como una práctica que, si bien es ancestral, se ha convertido en un fenómeno cultural y una herramienta de salud para muchos. Desde el hombre primitivo hasta los atletas modernos que cruzan líneas de meta, la relación del ser humano con la carrera es tan larga como la humanidad misma.
La capacidad de correr largas distancias fue una de las claves de la supervivencia humana. Nuestros ancestros no eran los más fuertes ni los más rápidos en el sprint, pero su resistencia les permitía perseguir a sus presas hasta el agotamiento de estas. Esta herencia biológica sentó las bases de lo que hoy es un deporte global.
La carrera organizada tiene sus hitos: desde los heraldos y mensajeros de la Antigua Grecia, que inspiraron la leyenda de la maratón, hasta el running boom de los años 70 en países como Estados Unidos, donde figuras como el atleta olímpico Steve Prefontaine y la publicación del libro Jogging de Bill Bowerman popularizaron el deporte entre las masas, transformándolo de una disciplina de élite a un pasatiempo accesible para todos.
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Los beneficios de correr son ampliamente respaldados por la ciencia. A nivel físico, es una herramienta poderosa que permite mejorar la salud cardiovascular ya que fortalece el corazón y reduce el riesgo de enfermedades. Además, es utilizada como actividad para controlar el peso ya que quema calorías y acelera el metabolismo. Correr es una muy buena herramienta para fortalecer los huesos y los músculos del cuerpo ya que aumenta la densidad de los huesos y tonifica el sistema de músculos.
Dentro de los estudios también se reconocen los beneficios de esta actividad para la salud mental de las personas. El proceso de liberar endorfinas, que también se conoce como el “subidón del corridor”, reduce el estrés, combate la ansiedad, la depresión y mejora la calidad del sueño. Para muchos la hora de correr se convierte en un espacio de meditación o un tipo de terapia.
Sin embargo, como cualquier actividad de alto impacto, correr tiene su lado negativo. El entusiasmo inicial puede llevar a errores comunes con consecuencias dolorosas. Desde las lesiones por sobrecarga hasta las fracturas por estrés son visitantes frecuentes entre corredores que aumentan su volumen o intensidad demasiado rápido. Una mala técnica o el exceso en las distancias recorridas también puede acarrear el desgaste articular, de cartílagos, en las rodillas y en las caderas.




En el mundo se han creado comunidades en torno a correr, las personas que se integran a estos clubes encuentran un espacio donde relacionarse con otros que comparten el gusto por la carrera. En Cuba existen el proyecto CubanRunners que a través de sus redes sociales articulan un movimiento que agrupa a corredores cubanos que se encuentran en todo el mundo.
Los maratones son de las actividades deportivas que agrupan a un mayor número de personas. Los más famosos tienen lugar en grandes ciudades como Berlín, Chicago y Nueva York con una asistencia de más de 30 000 participantes. Cuba tiene sus propio certámenes, y entre los más famosos se encuentra Marabana. Este maratón habanero usualmente cuenta con la participación de alrededor de 2000 personas. Entre otras importantes actividades de este tipo se encuentra la carrera por el 10 de octubre.
Correr es un viaje personal. Es una conversación entre el cuerpo, la mente y el camino. Su historia es la nuestra, una de adaptación y superación. Sus beneficios son un regalo para la salud, pero sus riesgos son una advertencia para escuchar a nuestro cuerpo. La clave, como en tantas cosas, reside en el equilibrio: en encontrar el ritmo que nos permita disfrutar del recorrido, sin olvidar que, a veces, la victoria más grande no es correr más rápido, sino disfrutar el recorrido y saber cuándo detenerse.
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