La anécdota que hoy paso a compartir con ustedes es dolorosamente cierta y pese a que ha transcurrido algo más de medio siglo la recordaré mientras viva.
A finales de la década del 50 era yo un tripulante más en la dotación del vapor Florida que cubría viajes Miami-La Habana y más tarde, en la última etapa de la dictadura batistiana, entre Miami-Nassau.
Sucedía que el turismo norteamericano ya no afluía a la convulsa Habana de aquellos días y en busca de mejor plaza el Florida suspendió los viajes a Cuba y puso proa solo hacia Las Bahamas.
Una de esas tardes en que el barco se hallaba surto en puerto miamense, un amigo cubano que residía allá y conocía de mi afición por el deporte, especialmente el beisbol y el boxeo, fue a buscarme al muelle para invitarme entusiasmado por lo que consideraba sería una agradable sorpresa para mí.
Tony, así se llamaba mi amigo, proponía un salto hasta el lujoso hotel Fontainebleau donde trabajaba y durante el trayecto se negó a decirme algo de lo que íbamos a ver, abriendo la boca solo cuando arribamos al lugar deseado.
Fue frente al hotel que me dijo: “Dentro de unos minutos vas a ver a Beau Jack y si te limpias los zapatos con él, lo oirás hablar largo rato sobre sus grandes peleas en el ring… ¡no puedes negar que te he dado por la vena del gusto!”
En efecto, en el sótano del lujoso hotel, en un salón de belleza en el que hacían corte y teñido del cabello, tenía su sillón de limpiabotas Beau Jack, ex campeón mundial de los pesos ligeros (light weight)
Pero la sonrisa de este hombre que tenía frente a mi no era la misma del Beau Jack que yo había visto en las páginas deportivas cuando el 19 de noviembre de 1943 le ganó el título del mundo en Nueva York a Bob Montgomery tras 15 despiadados asaltos. En su rostro afloraban ahora las huellas dejadas por el bregar en sus 15 años dentro del ring.
Evidentemente, éste no era el Beau Jack que yo “conocía” y lejos de agradarme, el encuentro me deprimió notablemente. Por eso, buscando un pretexto para no subir al sillón, me excusé torpemente con mi amigo: “pero si yo apenas sé pedir un vaso de leche en inglés ¿qué voy a hablar con este hombre?”
Más Tony estaba decidido a facilitarme el diálogo con aquel grande del boxeo y al acto ripostó “eso es lo de menos, para traducirte estoy yo aquí.”
Cuando llegó mi turno de subir al sillón deposité unas pocas monedas en las manos de aquel hombre a quien tanto había visto en periódicos y noticieros. Acto seguido volví las espaldas y dije que no me limpiaba los zapatos, que regresaba al muelle.
Sé que mi amigo nunca lo entendió pero mientras aguardaba el momento de subir al sillón, recordé una foto publicada en los periódicos de la época en la cual aparecía Beau Jack en la lona y el ítalo-americano Tony Janiro en su esquina , atento al conteo del árbitro.
En la información que acompañaba la foto se decía que Jack se levantó a duras penas al conteo de ocho y que sentado sobre las cuerdas inferiores del cuadrilátero intercambió golpes con Janiro, hasta que sonó el gong y los seconds acudieron en su ayuda.
Solo entonces se supo, ampliaba el despacho informativo, que Jack no podía sostenerse en pie porque en el combate había sufrido una seria lesión en una de sus rodillas.
El rostro angustiado de aquel hombre tirado en la lona, y todo lo que se dijo sobre su vergüenza profesional calaron profundamente en mí y aunque Beau no fue un campeón del rango de Henry Armstrong, Willy Pepp o Ray Sugar Robinson siempre le recordé con mucha admiración y más… con un profundo respeto.
Beau Jack como Armstrong y como tantos otros pagaba su deuda al boxeo profesional y no miento cuando digo que aún hoy recuerdo la triste impresión que me provocó verlo ante el sillón, suena que suena la bayeta, con una inexpresiva sonrisa en el maltratado rostro y una anécdota que contar a cambio de unas monedas.
IGlez
1/6/16 12:17
Saludos Elio, hoy he visto reflajado en los medios la nefasta noticia de la aprobacion de la eliminacion de barreras existentes para q los atletas profesionales de boxeo actuales pueden competir en los JO, de Rio si van a los clasificatorios ultimos entiendo yo -por q hasta ahora todo el mundo tenia q eliminarse- y para eso no hay tiempo ya, y para los ciclos olimpicos venideros esta mocion aprobada continuaria.
Desearia en lo personal, q ud con su vasto conocimiento nos diera una clase concisa de los bienes y los males q pudiera acaecer a este deporte de finalmente sistematizarse esta decision como ya parece fue decidido en dias pasados y q efecto tendria sobre nuestros atletas y escuela cubana de boxeo.
Magnifico articulo este q ud nos entrega, comprendo q por admiracion a este destacado boxeador ud no se permitio abochornarlo pues no queria llevarse esa imagen de una gloria deportiva de sus años mozos, derrotada y vapuleada por la vida en la lucha por la subsistencia cotideana, y si conservar en su imaginario la imagen y el recuerdo del atleta brillante q fue, ud merece el calificativo de hombre admirable, ojala muchos en el mundo fueran y tuvieran sus puntos de vista para tomar sus decisiones y ejecutar sus actos.
Gracias por las cronicas q nos ofrece siempre adquirimos nuevos y profundos conocimientos del amor, la dignidad, el respeto por sus semejantes, y el genero humanos muchas gracias.
Cuidese mucho y mucha salud le deseo.
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