El 2021 no será un año rutilante en la historia atlética cubana. A pesar de los esfuerzos de la dirección del Atletismo, expresados en la centralización de una preparación que incluyó estancias en Camagüey, La Habana, Portugal y España, en el desempeño de los atletas aparecieron las huellas del período accidentado de preparación en el que han tenido que enfrentar a la Covid-19 y todos los demonios que ha acarreado la pandémica situación que envuelve al universo.
Pero hubo actuaciones que hay que ponderar con destaque para las tres medallas olímpicas y las tres de los juveniles en su campeonato mundial. También se sucedieron buenas marcas, con clímax en los 49.71 segundos de Roxana Gómez en los 400m, quien pese a salir lesionada de la final produjo, a juicio de quien escribe, el resultado deportivo más importante del año para Cuba.
Precisamente de los protagonistas de las medallas deben brotar los mejores atletas del año, es una tónica que ha caracterizado estas elecciones a lo largo del tiempo, ponderando resultados en orden de su jerarquía.
Bajo esas condiciones, Juan Miguel Echevarría y Yaimé Pérez deben finalmente aparecer como los atletas más destacados, con candidatura apuntalada mayormente en sus preseas olímpicas.
Echevarría compitió lo justo y logró concretar sus mejores marcas del año en los Juegos Olímpicos, donde se quedó con plata tras el dramático desenlace de la prueba de salto de longitud de la que salió lesionado.
Yaimé Pérez compitió mucho más y a buen nivel durante toda la contienda. Sumó triunfos en varios mítines en Europa, aunque no consiguió disparos exorbitantes. No traía la misma fuerza de 2019 y era un año en el que hacían falta disparos en el orden de los 69 metros para ganar el ansiado título. Su medalla en Tokio está en el entorno de lo que enseñó que podría lograr y es el resultado que redondea su excelente palmarés.
Maikel Massó, por su parte, fue autor del resultado menos esperado entre los medallistas. Lesión aparte, el muchacho lo hizo bien y se redime así de todos los fantasmas y lesiones que habían rondado sobre su rendimiento en la categoría absoluta.
Entre los juveniles, Juan Carley Vázquez fue el único dorado en el campeonato mundial y ello le aporta la mayor relevancia dentro del grupo de muchachos y muchachas que destacan en esta categoría. No obstante, hay que ponderar la forma en que logró su medalla, empleándose a fondo en el último disparo; ¡como los grandes!
Shainer Reginfo se robó corazones, y se convirtió en el primer velocista cubano que sube al podio mundial de los 100m de la categoría juvenil en toda la historia. Mejoró sus marcas en cada carrera y reivindicó con creces su presencia en Nairobi. Si aquí se escogiera el Rissing Star, Shainer sería un sólido candidato a ella, como también lo es el benjamín del salto Robiel Yankiel Sol entre los no convencionales.
Y ya que hablamos del asunto, regreso al punto donde Omara Durand hace las mayores diferencias. Ella y Yuniol Kindelan ganaron tres títulos de tres posibles en los Juegos Paralímpicos y cerraron con un récord mundial de 23.02 segundos en los 200 metros que dice mucho de la forma en que arrasan, hace un buen tiempo ya, con las distancias cortas de la pista en la categoría T13. Lo dije antes y lo sostengo, si nos olvidáramos de etiquetas y diferenciaciones, Omara Durand Elías podría (debería) ser la mejor atleta de Cuba en 2021. Con todo respeto para todos los atletas cubanos que han vencido la pandemia y sus obstáculos para conseguir tiempos, marcas y actuaciones de élite durante este año, la mayor hazaña es esta, sin importar la lupa con que se mire.
En el acápite de los entrenadores, Miriam Ferrer no tiene rivales, como también Daniel Osorio con sus dos medallistas olímpicos parece tener todas las papeletas para llevarse el reconocimiento. Las preseas son credencial necesaria para imponerse sobre colegas como Ricardo Molina desde su rol de conductor de Roxana Gómez y el relevo 4x400 e Hilda Elisa Ramos, que dirige los pasos de Yaimé Pérez.
Cuantitativamente, los de Tokio fueron unos Juegos Olímpicos superiores a los de 2016 y ello incide en que la valoración del desempeño del deporte sea positiva y lo es porque las medallas olímpicas, el desempeño de las chicas en la pista y las medallas mundiales entre los más jóvenes, son aspectos a reconocer en toda su extensión.
En una simple mirada encontraremos motivos para estar contentos con lo hecho, aunque de ninguna manera nos deberíamos dar por satisfechos. Hay muchas cuentas pendientes, y asuntos por analizar.
Siendo estrictamente objetivos, hay atletas establecidos que nos sostienen, muchachos y muchachas que ilusionan, pero no podemos tapar el sol con un dedo. Los que siguen serán tiempos difíciles, de búsqueda de consenso y potenciar expectativas. Tiempos donde la óptima gestión federativa jugará un papel fundamental y determinante pues la pandemia seguirá siendo parte de nuestras vidas y en el manejo de los recursos -humanos y materiales, y viceversa-, y en la eficiente ejecución de cada presupuesto del que se disponga nos va la vida.
Con los Juegos Olímpicos, los de Paris 2024, a la vuelta de la esquina, literalmente, no hay mucha cabida a tropiezos y para el próximo mundial ya hemos de andar con las pilas puestas. Será en Eugene, Estados Unidos, una guerra avisada que -esperemos- no mate soldados.
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