Desde que en Tokio 1964 el atletismo cubano se estrenara en el podio olímpico, gracias al subtítulo del velocista Enrique Figuerola, la suma de medallas conquistadas a ese nivel ha crecido notablemente.
Aumentar ese listado en la capital nipona, el verano próximo, constituye el principal sueño de atletas y directivos, sustentado en una generación dispuesta a escribir su propia historia de éxitos.
Jóvenes con experiencia competitiva, como la campeona mundial del disco Yaimé Pérez; su compañera Denia Caballero, bronce olímpico hace cuatro años; el saltador de longitud Juan Miguel Hechevarría, oro mundial bajo techo en 2018; y la pertiguista Yarisley Silva, plata en Londres 2012, sobresalen en un grupo empeñado en dejar huellas en la cercana cita estival.
Al mando aparecen dos exatletas: la campeona del martillo en Beijing 2008 y comisionada nacional Yipsi Moreno, y el exsaltador de triple Daniel Osorio, jefe técnico. Ambos sienten un gran compromiso ante esta prueba de fuego.
Más de tres meses de aislamiento social por la pandemia de la COVID-19 hicieron replantear las estrategias. Antes de la interrupción de los entrenamientos, en marzo pasado, el atletismo contaba con 14 clasificados olímpicos y la meta de sobrepasar la veintena.
Con esa aspiración retomó la preparación en la pista de Camagüey, en septiembre, y marchó a la base de entrenamiento en la localidad portuguesa de Montegordo.
Desde allí, a dos voces en una, Yipsi y Osorio conversaron con JIT sobre el trabajo realizado y las proyecciones rumbo al reto que supone la justa de Tokio 2020.
Obligados a variar todas las planificaciones… ¿Cómo ocurrió ese replanteamiento?
Tomamos como principio que a los Juegos debe llegarse en la mejor forma deportiva posible. Actualizamos la preselección olímpica —reducida de 46 a 33 antes de viajar a Camagüey— y luego aplicamos la premisa de ir recuperando poco a poco los niveles físicos, sin violentar ningún indicador, ni la dirección del entrenamiento.
Nos planteamos dos macroestructuras. En la primera se busca la base de la segunda, teniendo como competencia fundamental la Copa Cuba (10-21 de marzo), sin pretender allí grandes marcas. La idea será participar, recuperar el roce internacional y estar en el entorno del 95-97% de la marca esperada en Tokio.
¿Qué parámetros se siguieron para formar la actual preselección?
Para viajar a Camagüey se nos solicitó fuéramos lo más exacto posible, por razones de economía y seguridad. Incluimos solo a los clasificados. Luego, tras un análisis profundo, se amplió a los de mayores posibilidades de clasificarse.
De ahí que se convocaran a las posibles integrantes del relevo 4×400 femenino (Rosemary Almanza y Zuriam Echevarría ya estaban clasificadas en pruebas individuales), a las chicas de eventos múltiples (Yorgelis Rodríguez y Adriana Rodríguez), y a los cuartos hombres en salto de longitud y triple.
Desde el punto de vista sicológico, esa decisión del Inder tuvo un gran impacto. La visión fue certera y oportuna, ya que los atletas no debían pasar un día más fuera de la preparación.
¿Cómo han planificado la etapa invernal de principios de 2021?
Ante la posposición del campeonato mundial bajo techo prevemos participar en algunas de las reuniones anunciadas por la World Athletics entre el 27 de enero y el 17 de febrero.
Serán nueve los implicados: en salto de longitud estarán Juan Miguel Echevarría, Maikel Massó y Lester Lescay; en triple, Liadagmis Povea, Jordan Díaz, Cristian Nápoles y Andy Díaz; en altura Luis Enrique Zayas y en pértiga la experimentada Yarisley Silva. Luego regresarían para competir en la Copa Cuba.
¿Cómo han diseñado el tiempo restante hasta la cita de Tokio?
Muy temprano para vaticinar eso, sobre todo teniendo en cuenta la dificultad que entraña la pandemia. No obstante, hemos diseñado una estructura de 20 semanas, aproximadamente a partir del 22 de marzo, y planteamos para mayo el debut de nuestras principales figuras en la Wanda Diamond League.
Valoramos un entorno de cinco a siete competencias preparatorias antes de los Juegos, que permitan pulir la forma deportiva y sacar magníficas conclusiones.
En el mejor escenario… ¿Cuál sería el número de participantes del atletismo en Tokio?
De 24 a 26. Debe incorporarse una atleta más en triple salto, y las postas 4×400 femenino y 4×100 masculino, esta última con la opción de clasificarse en la lid mundial de relevos de Polonia, los días primero y 2 de mayo.
También tenemos al discóbolo Jorge Fernández, a una de las jóvenes del disco, Silinda Morales o Melani del Pilar; y al menos a un vallista corto entre Roger Valentín Iribarne y Yordan O’Farrill. Queremos cerrar con las muchachas del heptatlón.
Hablando de ellas... Adriana es campeona panamericana y Yorgelis bronce mundial, pero aún no han cumplido la exigente marca establecida (6 420 puntos). ¿Previsiones en sus casos?
Tenemos total confianza en ambas, y resaltamos a Yorgelis por su condición de gran batalladora. Adriana no es menos, pero está en pleno desarrollo.
Yorgelis atraviesa por un proceso recuperatorio de sus sensaciones competitivas, y para ello goza de toda nuestra confianza y la de su entrenador. Por eso decimos que seguramente estará y lo hará a su altura.
Más allá de nombres… ¿En cuáles eventos recae la mayor responsabilidad de cara a Tokio?
Son bien conocidas nuestras potencialidades y las ratificamos: disco femenino, longitud masculina, triple en ambos sexos, salto de altura para hombres y no dejamos de reconocer la garra de Yorgelis y Yarisley.
En algunas disciplinas tenemos un agradable dolor de cabeza, pues contamos con más de tres aspirantes. Allí el proceso será como siempre: todos estarán inmersos en diferentes competiciones, ya sea el periplo europeo u otras, y en una fecha por fijar se definirá el equipo olímpico a partir de las tres mejores marcas logradas.
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