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viernes, 1 de noviembre de 2024

Wiphala por siempre

La derecha boliviana fracasó otra vez al convocar un paro nacional mientras la población reivindica su patriótica bandera...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 16/10/2021
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Luis Arce-Whipala-Bandera
El presidente Arce reivindicó la Whipala, bandera-símbolo de los pueblos andinos. Es considerada símbolo patrio por la Constitución Nacional de Bolivia. (Tomada del Periódico Ahora)

La reaccionaria oligarquía boliviana asentada en los departamentos del este  —en especial Santa Cruz, bajo el liderazgo del gobernador Luis Fernando Camacho­— acaba de sufrir otro revés histórico al fracasar el paro nacional convocado para el pasado día 11. Horas después, en desagravio, el pueblo de manera masiva tomó las calles para respaldar al gobierno de Luis Arce y reivindicar la wiphala, bandera-símbolo patrio de una mayoría indígena.

Camacho trató, junto al ex candidato presidencial Carlos Mesa y al expresidente Jorge “Tuto” Rodríguez, de paralizar el país y con ello desestabilizar al gobierno progresista del mandatario Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS) con la vista puesta en una posible injerencia militar de Estados Unidos (EE. UU.) a través de la desprestigiada Organización de Estados Americanos (OEA).

En 2019, por órdenes estadounidenses, la OEA calificó de fraudulentas las elecciones que dieron la victoria al presidente Evo Morales Ayma. De inmediato, las Fuerzas Armadas lo obligaron a renunciar con la anuencia de la Iglesia Católica y los contrarrevolucionarios de Santa Cruz liderados por Camacho, entonces presidente del Comité de Cívicos del poderoso y rico departamento.

El ahora gobernador santacruceño, reconocido como uno de los jefes históricos de los planes antigubernamentales en la etapa de Morales y ahora de Arce, está vinculado a la violencia desatada contra el pueblo que hace dos años defendió en las calles la democracia y el buen vivir implantado por Morales y el MAS.

Entre sus fechorías está la participación, junto a la expresidente de facto, Jeanine Áñez, en acciones que causaron la muerte de 37 personas, centenares de heridos, torturados, desaparecidos y el retorno al neoliberalismo.

El astuto contrarrevolucionario pretendía con el paro político comenzar un plan mayor de desestabilización e intervención extranjera en el país y librarse de las acusaciones de incitador a la violencia desatada contra los que querían el retorno de su líder indígena al Palacio Quemado y se negaron a aceptar el sistema económico propugnado por los millonarios de una nación de 12 millones de habitantes, un 62 % de ellos indígenas.

Pero el tiro, una vez más, desbarató la culata de los conservadores, que durante días convocaron a frenar la marcha del país, cuyos índices económicos comienzan a recuperarse dadas las previsiones de organismos internacionales que marcan su crecimiento en un 5 % este año, a pesar de los estragos causados en ese rubro por la pandemia de la COVID-19 y el régimen de Áñez, favorecedor de los intereses extranjeros y de la oligarquía local.

Un informe divulgado este lunes por el Banco Mundial posicionó a Bolivia a la cabeza de la inversión pública de América Latina y el Caribe, y auguró una previsión de crecimiento de la economía de 4,7 % a 5,5 %, a partir de las medidas implementadas por el actual ejecutivo.

El presidente Arce, ex ministro de Economía de Morales, es considerado el artífice del sostenido crecimiento de la nación que en 2006, cuando el MAS ganó la presidencia por primera vez, era la segunda más empobrecida de América Latina y el Caribe, solo superada por Haití.

El pueblo boliviano tiene suficientes motivos para ignorar el llamado de quien, el pasado 24 de septiembre, ofendió la bandera símbolo de Bolivia, la ancestral y colorida wiphala, que identifica a los pueblos indígenas andinos.

En una ceremonia pública efectuada en Santa Cruz, con la presencia del vicepresidente del país David Choquehuanca, en un inocultable gesto de racismo, Camacho ordenó que se bajara del mástil la wiphala, arriada junto a la nacional y otras representativas de la cultura nacional.

Las dos convocatorias antidemocráticas, el 10, con marchas, y el 11 con el paro, fueron ignoradas, ya que nadie los acompañó en la intentona golpista, mientras la economía continuó su ritmo diario sin contratiempos.

DURO TRASPIÉS PARA LOS PLANES GOLPISTAS

La llamada concentración popular primero, y el paro que nunca existió después, resultaron un duro traspiés para los planes golpistas de quienes intentan burlar la justicia boliviana y desmontar el gobierno progresista que busca recuperar el crecimiento económico logrado por Morales (2006-2019), pues solo un 5 % detuvo labores.

De ahí que los bolivianos desoyeran los cantos de sirena de los políticos que buscan el separatismo interno y convertir a Bolivia en una nueva Yugoslavia, implantar un sistema dictatorial —la prueba la dio Áñez en sus 11 meses en el Palacio Quemado— y retornar a la pobreza a las grandes masas.

Mientras la población desea mantener la actual estabilidad política, la reacción pretende generar una crisis artificial construida, lo cual, es evidente, tiene poco terreno abonado, salvo en los siempre derechistas departamentos de la franja del este, que conforman la llamada media luna: Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, con el menor porcentaje de población indígena de la nación.

La desobediencia popular del paro no sorprendió a los partidos políticos que apoyan al oficialismo ni tampoco a los sindicatos y movimientos sociales que defienden las conquistas del MAS, arrebatadas casi por un año por el grupo impuesto por EE. UU. para reconquistar la bellísima Bolivia, en su estrategia de apropiación absoluta de los países del sur.

Los números no dejan mentir. El presidente de la Federación de Asociaciones Municipales de Bolivia (FAM), Enrique Leaño, informó de manera oficial el pasado lunes que el 95 % de los municipios trabajaron con normalidad, desoyendo la exigencia del Comité Pro Santa Cruz para esa jornada.

En entrevista con la Agencia Boliviana de Información, Leaño informó que “…solo un 5 % lo acató de manera parcial en el departamento de Santa Cruz. Se trata de empleados públicos amenazados de despido por el gobernador Camacho. Sin embargo —precisó—, no hubo un solo municipio que lo haya acatado de forma total. Entonces, podríamos decir que casi el ciento por ciento ignoró el paro”.

Sectores y protagonistas del golpe de Estado de 2019 tendrán que buscar otra estrategia para sus planes, que seguramente no cejarán en su empeño de sacar a Arce de la presidencia, o al menos tratar de implantar su política separatista para independizarse del resto de la nación.

REIVINDICAR LA WIPHALA

Para los bolivianos es sagrada la wiphala, bandera que identifica a los 36 pueblos originarios de Bolivia.

Luego del agravio sufrido por órdenes del gobernador santacruceño Luis Fernando Camacho durante un acto público efectuado en ese departamento, el pueblo realizó concentraciones en diferentes localidades en el llamado Wiphazo, en repudio a la acción racista y desconocedora, al parecer, de que la bandera multicolor es reconocida por la Constitución Nacional como un símbolo patrio en el segundo párrafo de su artículo seis.

Las movilizaciones proyectadas por las organizaciones sociales y denominadas como el “Gran Wiphalazo”, se extendieron a los nueve departamentos del país y tienen por objetivo reivindicar la unidad e identidad cultural del pueblo.

Como un encuentro para consolidar la identidad de los bolivianos calificó el presidente de la Cámara de Diputados, Freddy Mamani, la hermandad en defensa de la wiphala, también venerada en otras naciones andinas.

Los actos realizados en los nueve departamentos del país —en tres de ellos con la presencia de Arce— ocurrieron en el entorno del Día de la Resistencia Indígena, en oposición a la conmemoración del inicio de la denominada Conquista de América por España, que recuerda cada 12 de octubre la llegada de los hispanos al continente en 1492.

Al contrario de la política neoliberal, discriminatoria y separatista que proclaman los departamentos del este, la wiphala identifica el sistema comunitario basado en la equidad, la igualdad, la armonía, la solidaridad y la reciprocidad.

Arce tuvo palabras de elogio para su pueblo en un discurso pronunciado en La Paz, la capital, ante millares de personas que enarbolaban el pabellón. El presidente recordó la política divisionista de los conservadores, a los que advirtió que en Bolivia “el golpismo no pasará: aquí está el pueblo para defender su democracia”. Precisó que “los bolivianos, una vez más, le dieron una lección a la derecha golpista, asesina y antidemocrática. Mientras el golpismo quería parar, el pueblo dijo ‘a trabajar’, para recuperar nuestro próspero sistema económico”.

Arce también mencionó la hermandad existente entre los sectores políticos y los movimientos sociales. “La unidad es el requisito para seguir avanzando en el proceso de cambio, la unidad es la garantía para que nosotros mantengamos la democracia” —indicó.

De nuevo los grupos fascistas y criminales intentaron mostrar sus garras en Bolivia, ante la imposibilidad de ocupar el poder mediante las urnas. Les paralizó, y ojalá les sirva de experiencia, la actitud democrática de un pueblo que se resiste, y resistirá, al retorno del oscurantismo político.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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