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domingo, 17 de noviembre de 2024

Venezuela denuncia plan de guerra imperialista

Gobierno acusa a EE.UU. y la derecha latinoamericana...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 13/03/2020
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Pueblo-movilización-Estados Unidos
El pueblo revolucionario se movilizó contra el golpismo de Estados Unidos. (Foto: Tomada de albaciudad96.3 FM).

El presidente venezolano Nicolás Maduro denunció esta semana el nuevo plan de Estados Unidos (EE. UU.) para introducir la guerra en esa nación suramericana, mediante una escalada de violencia y desestabilización que justifique una invasión armada para derrocar la Revolución.

 “Desde la Casa Blanca han trazado un plan para traer una guerra y el terrorismo a Venezuela, para llenar de violencia a Venezuela, para escalar un conflicto de carácter violento y armado y justificar una invasión a nuestro país”, aseguró el jefe de Estado en reunión celebrada en fecha reciente con gobernadores y el Consejo Bolivariano de Alcaldes.

Para Maduro, uno de los éxitos de 21 años de la Revolución Bolivariana es su objetividad, saber a qué se enfrentan con inteligencia, valentía, estrategias y seguridad. Para muchos es sorprendente la resistencia del pueblo venezolano ante los continuos ataques de las fuerzas contrarrevolucionarias en el mundo. Quizás desconocen el alto grado de conciencia política y ciudadana adquirido en los últimos 21 años de Revolución inclusiva y popular, a partir de la victoria del presidente Hugo Chávez en 1998 cuando ganó la presidencia y dio un vuelco estructural a los cimentos políticos, económicos y sociales del país.

En su reunión con la dirección administrativa venezolana, Maduro, sustituto y continuador de las ideas chavistas, tuvo duras palabras para el exdiputado Juan Guaidó, un títere político creado por el gobierno de Donald Trump, el primero en reconocerlo cuando se autoproclamó presidente interino del país, violando las leyes de la Asamblea Nacional que entonces presidía la Constitución Nacional.

Guaidó, un engendro de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana, con el apoyo de regímenes ultraderechistas de América Latina, cumple, y así lo afirmó el presidente Maduro, órdenes de Trump, quien lo recibió en Washington hace pocas semanas, le dio instrucciones y lo devolvió a Caracas para que cumpliera tareas de desestabilización interna.

En el ámbito regional, el respaldo más sólido del títere derechista es el gobierno de Colombia, presidido por Iván Duque, quien usa la zona fronteriza con Venezuela para realizar acciones violentas, contrabando de combustible, atentados. Duque no ha cumplido con ninguna de sus metas de gobierno y permite un genocidio contra líderes sociales, y en estos momentos es acusado con pruebas irrefutables de obtener el cargo mediante la compra de votos.

Venezuela es un país pacífico que tiene dos circunstancias especiales: es el quinto país exportador de petróleo del mundo —que EE. UU. quiere para sí— y es frontera con naciones donde gobiernan sus enemigos confesos, enemigos que para complacer a Washington ponen sus fronteras a disposición de una guerra unilateral y sucia.

En una nueva provocación a su vecino, el Gobierno de Colombia y el personal de las fuerzas militares de EE. UU., acantonados en las siete bases en territorio colombiano, participan desde el 9 y hasta el 20 de este mes en un ejercicio bilateral denominado Ejercicio Vita en diferentes zonas del departamento de La Guajira (norte), fronterizo con Venezuela.

En aras de evitar una confrontación armada, Maduro llamó a la conciencia de sus pares, a pesar de las divergencias ideológicas entre ellos, y alertó de los planes imperialistas a los pueblos venezolano y colombiano, y al resto del mundo.

La idea que manejan los tecnócratas de Washington —que en alta mayoría desconocen las interioridades de los pueblos latinoamericanos y su capacidad de unidad y solidaridad— es incluir a Brasil en un conflicto armado con Caracas.

Para el líder venezolano resulta muy importante que los sectores democráticos del pueblo brasileño y las Fuerzas Armadas brasileñas detengan cualquier aventura contra Venezuela, dirigida por el controvertido presidente Jair Bolsonaro, un evangelista nostálgico de las dictaduras militares, quien consideró, en una de sus tantas demenciales intervenciones, que a los revolucionarios no hay que torturarlos, sino matarlos.

A causa de las medidas coercitivas unilaterales de EE. UU. a la estatal Petróleos de Venezuela, el ingreso de divisas de la nación registra un descenso de 90,5 %, indicó esta semana la vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez, desde el Palacio de Miraflores.

Desde el año 2014 se adoptaron por la Casa Blanca más de 300 medidas coercitivas unilaterales para afectar el funcionamiento de la economía y menoscabar los derechos humanos del pueblo venezolano. En consecuencia, se generó una abrupta disminución del ingreso petrolero nacional de Venezuela, que ha pasado de cerca de 42 000 millones de dólares en el año en 2013 a 4 000 millones en 2018.

En un encuentro con medios de comunicación, Rodríguez indicó que las restricciones financieras de EE. UU. apuntan a la generación de “un colapso económico” a través de la disminución de la capacidad operativa, logística y administrativa de la petrolera. Precisó la dirigente que: “Desde diciembre de 2014 al año 2020 ha habido una línea de tiempo importante, desde el punto de vista jurídico, y tiene que ver como ellos (EE. UU.), han venido asfixiando la industria petrolera nacional”.

En la arremetida revolucionaria para informar al mundo sobre los planes genocidas de Trump, también el canciller Jorge Arreaza se encontró en cita oficial con el cuerpo diplomático acreditado en Caracas para actualizarles sobre las amenazas imperiales, enfatizadas desde 2017. Entre otras graves acciones, el régimen de Donald Trump mantiene un bloqueo financiero con agravantes a la economía local, en especial contra las ventas de petróleo, el principal renglón de exportación de Venezuela.

 Arreaza solicitó a los representantes diplomáticos que transmitan a sus respectivas cancillerías los ataques que se preparan contra Venezuela, advirtiéndoles que ante un hecho así su país sabrá responder y dará mil batallas hasta garantizar la victoria.

La carencia de fondos estatales ocasiona desabastecimiento de productos esenciales para la alimentación y la salud, por citar dos ejemplos relacionados con la supervivencia de la población.

Arreaza planteó que desde febrero último EE. UU. desató una táctica dentro del plan estratégico imperialista contra la nación bolivariana, el que contempla una nueva amenaza de bloqueo naval.

Además, Bolsonaro firmó un acuerdo con el jefe del Comando Sur, y en la agenda aparece Venezuela en primer lugar.

El canciller también se refirió a que las giras internacionales de Guaidó forman parte de una estrategia que busca más sanciones unilaterales, y puso como ejemplo los ataques de Washington contra la aerolínea estatal Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáuticas y Servicios Aéreos (Conviasa), la empresa Rosneft, los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP); todos dirigidos a comprometer la supervivencia de la población.

En la ofensiva diplomática venezolana, el ministro de Relaciones Exteriores despliega desde hace meses una serie de encuentros internacionales con organismos, y manifiesta acusaciones precisas. Visitó el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) y después presentó una denuncia contra EE. UU. en la Corte Internacional de Justicia de La Haya (capital de Países Bajos) por crímenes de lesa humanidad, que ya esta semana debe entrar en proceso de investigación.

Pero no basta con la acusación. Venezuela también fortalece su unión cívico-militar. Hace pocos días, y como parte de la preparación militar de las Fuerzas Armadas, se celebraron los ejercicios Escudo Bolivarianos II 2020, en el que participaron tres millones de milicianos (trabajadores devenidos soldados para defender la soberanía y la independencia nacionales).

El pasado martes, las fuerzas revolucionarias salieron una vez más y tomaron las calles en respuesta a una caminata promovida por Guaidó ese mismo día, pero en otra zona de Caracas, en la que exigió la intervención militar norteamericana.

La marcha revolucionaria finalizó en el Palacio Federal Legislativo, donde se ubica la Asamblea Nacional Constituyente, presidida por Diosdado Cabello, también primer vicepresidente del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela.

Cabello afirmó que aunque la contrarrevolución haya incendiado un inmueble del Consejo Nacional Electoral, las elecciones legislativas previstas se realizarán. No permitiremos, advirtió, la postura antidemocrática de un sector de la derecha de este país. Aseguró que la convocatoria a manifestaciones, protestas y acciones violentas se convirtió para sectores de la derecha venezolana en un negocio.

Guaidó hizo un llamado a sus seguidores para que se dirigieran al mismo lugar donde se encontraba la movilización revolucionaria, pero no llegaron debido al poco público que los acompañó y el temor a enfrentarse a la masividad revolucionaria.

Una de las acciones que demuestra el servilismo del exdiputado fue la exhortación hecha a los opositores de aplaudir a los presidentes de Brasil, Colombia y Ecuador, el traidor Lenín Moreno, quienes son la cara del bloque conservador que posibilita el bloqueo que martiriza al pueblo venezolano.

Mientras, la Mesa de Diálogo entre el gobierno de Maduro y sectores opositores menos radicalizados está dando resultados palpables. Los dos grupos tratan de alcanzar la estabilidad política nacional ante el bloqueo de EE. UU.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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