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sábado, 16 de noviembre de 2024

Sudán del Sur preocupa a África

El Estado más joven del continente africano también padece una crisis alimentaria, tensiones comunitarias y desajustes institucionales...

Julio Marcelo Morejón Tartabull en Exclusivo 13/05/2020
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Sudán del Sur-hambruna
Un conflicto muy violento asociado con la pobreza.

La pandemia de la COVID-19 es un gran problema mundial, como lo es para el Estado más joven de África, aunque no el único, pues Sudán del Sur también sufre una crisis alimentaria, tensiones comunitarias y desajustes institucionales.

El país que hace dos años concluyó la guerra con un acuerdo de paz, al que no se adhirieron todas las facciones en pugna, se halla bajo una fuerte presión por las secuelas del conflicto armado que se extendió del 2013 al 2018 y causó centenares de miles de muertos y cerca de dos millones de desplazados.

La contienda enfrentó al Movimiento Popular de Liberación de Sudán (SPLM) al Movimiento Popular de Liberación de Sudán en la Oposición (SPLM-IO), ahora esos son mayormente los protagonistas del poder, expresado en el recién constituido gobierno de unidad y reconciliación.

Aunque falta mucho por constatar los frutos de esa creación institucional, su existencia puede conducir a un fortalecimiento de la gobernabilidad, muy debilitada durante la guerra, y plantear una perspectiva mucho más favorable para los sursudaneses que la actual.

Esto se presenta como una necesidad para la salvación nacional, cuando Sudán del Sur, como la totalidad de los países africanos, se enfrenta a la pandemia de la coronavirus COVID-19 y en este caso específico con una frágil infraestructura médico-sanitaria.

Si bien la guerra destrozó los escasos servicios de salud existentes en territorio de Sudán del Sur, existen diversas causas por las cuales el país se halla en una posición muy desfavorable en lo referente a la cuestión asistencial en su conjunto y en la respuesta científica y técnica a la enfermedad.

El 5 de abril se confirmó la existencia del primer caso de la COVID-19, lo cual hizo público precisamente el ex jefe rebelde y ahora primer vicepresidente Riek Machar. Sudán del Sur, se convirtió en el Estado 182 de los 193 miembros de la ONU con casos confirmados de la pandemia.

A principios de mayo, el Ministerio de Salud de Sudán del Sur informó que 28 personas dieron positivo a los exámenes por la COVID-19, lo que aumentó a 34 el total de enfermos, pero una semana después se confirmaban 74 casos y se evaluaba que la tendencia de la cifra de afectados era a aumentar.

Machar encabeza al grupo de trabajo de alto nivel para el enfrentamiento a la dolencia, equipo que aplicó medidas tales como cerrar temporalmente los centros docentes, impedir aglomeraciones por la realización de eventos deportivos y le recomendó a los ciudadanos que adoptarán el distanciamiento social.

La frágil situación higiénico-sanitaria del país petrolero, que preocupa a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a la Unión Africana (UA), muestra la vulnerabilidad del joven Estado, donde existen otros problemas principales pendientes de solución como el alimentario.

OTROS DILEMAS

El conflicto sursudanés dejó a millares de personas en una situación calamitosa, con dificultades para sobrevivir, gran parte de la población rural depende de su ganado y granjas como fuente principal de ingresos, pero esos están en ruinas, lo cual causa niveles de pobreza extremos, cuando muchos no pueden acceder a la seguridad social.

Informes de Naciones Unidas refieren que en diversas partes el país se exacerbó considerablemente la hambruna, al privar a cientos de miles de civiles de satisfacer sus necesidades vitales, como el acceso a los alimentos y otros aspectos humanitarios

Más del 55 por ciento de la población, principalmente mujeres y niños, enfrenta la carestía de víveres por la política deliberada de evitar que la ayuda humanitaria llegue a los civiles en lugares donde persistía la situación de conflicto, lo cual empeoró por factores climáticos y el desplazamiento a gran escala de personas.

Según advirtieron agencias de la ONU, unos seis millones y medio de sursudaneses pueden estar amenazados por una grave inseguridad alimentaria al coincidir el pico de las necesidades con la temporada de escasez de productos (mayo-julio), algo muy riesgoso.

Junto con todo eso, la amenaza de hambruna se hace más evidente con la presumible llegada de las plagas de langostas del desierto que atacan despiadadamente a las cosechas.

Mas, si todo lo anterior resultara irrelevante, otro elemento negativo que generalmente permanece lejos de los medios de difusión, pese a su importancia en términos de convivencia y que ahora sobresale en Sudán del Sur son los enfrentamientos entre comunidades, los que pueden minar las bases del Estado.

En este país persisten las sangrientas diputas por la posesión y empleo de la tierra con fines agrícolas o ganaderos, según la gestión económica prioritaria de las respectivos grupos humanos, lo cual deja de ser un fenómeno exclusivamente económico para convertirse en un tema sociopolítico.

Semanas atrás nueve personas perecieron y cerca de 500 viviendas resultaron incendiadas en un enfrentamiento intercomunitario en el Estado de Ecuatoria Central, en un repunte de esos incidentes, testigos afirmaron que todo comenzó luego de un evento de lucha tradicional en un campamento de la localidad de Golo.

Una fuente precisó que “alguien entró en una zona de ganado y abrió fuego de forma indiscriminada” y una niña de 12 años murió por los impactos de los disparos, pero a la mañana siguiente un familiar de ella se vengó y mató a seis personas, lo cual desató otro ataque en venganza en la aldea de Mijiki, que fue totalmente incendiada.

Varios Estados de las regiones central y septentrional de Sudán del Sur son escenarios de decenas de esos incidentes en los últimos meses, que causaron centenares de muertos, según informes oficiales.

Tales enfrentamientos tienen como trasfondo la pobreza y como motivos inmediatos el robo de ganado y las disputas entre pastores y agricultores en las zonas fértiles, pero constituyen dinámicas que debilitan la harmonía contemporánea requerida y más allá erosionan los pilares de los Estados, al restarle peligrosamente gobernabilidad.


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Julio Marcelo Morejón Tartabull

Periodista que apuesta por otra imagen africana


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