Ni las encuestas, casi siempre engañosas, ni la derecha chilena, previeron que el novel Frente Amplio (FA) izquierdista sacudiera los comicios recién realizados en Chile, en los que demostró una fuerza impresionante al quedar en tercer lugar en las presidenciales y aplastar a la tradicional partidocracia.
El FA, fundado el pasado 21 de enero por la periodista Beatriz Sánchez, está formado por partidos y movimientos políticos de izquierda y liberales y su membrecía la integran en su mayoría jóvenes que se plantean eliminar la dicotomía del bipartidismo del derechista Chile Vamos y el oficialista Nueva Mayoría.
Sánchez crítica diversos espacios de poderes, es conocida por su postura a favor de las luchas estudiantiles por una educación gratuita y de calidad. Devino vocera comunicacional de las protestas estudiantiles y sindicales contra el neoliberalismo en la radio nacional. A pesar de la incredulidad de la partidocracia tradicional, esta mujer, nacida en 1970, ganó un 20,7 % de los votos para la Primera Magistratura, detrás de Sebastián Piñera y de Guillermo Guillier.
Las encuestadoras, incluso las consideradas “serias”, le dieron a FA, como máximo, un 9 % de los votos, lo que refleja el oscuro manejo de las empresas destinadas a predecir el futuro de una nación, donde apuntaban —de manera correcta— hacia los dos primeros colocados, pero sin atreverse a tener en cuenta a la organización de izquierda.
Nunca se mencionó un lugar destacado para FA, mientras daban ganador al derechista Piñera, 67 años, de Chile Vamos, y a Guillier, 64 años, del oficialista Nueva Mayoría (se le cataloga como “neoliberal progresista”), como el segundo colocado para ir a balotaje el 17 del próximo mes.
Guillier, quien basó su campaña en el lema “El presidente de la gente”, es un conocido rostro de la televisión, a la que renunció en 2013 para unirse a la coalición oficialista, con la que ganó un escaño en el Senado.
Pero la ciudadanía, que le dio su confianza a Sánchez, confirma lo que los conservadores y la coalición oficialista no reconocen, y es que los chilenos expresaron en las urnas su interés en cambios políticos profundos, como propone el FA.
Varias razones explican por qué no ocurrió lo que hubiese sido la debacle derechista y de los partidos burgueses si el FA hubiese obtenido el porcentaje necesario para derrotar a Guillier. El Frente, según sus dirigentes, nunca dispuso de los medios económicos precisos para enfrentar una campaña electoral como la de sus dos poderosos contrincantes.
Careció de consecutivos espacios pagados en la radio y la televisión, pero trabajó en la base en mítines, análisis persona a persona, explicando su programa, un buen método para atraer a los electores.
Piñera, el hombre más rico de Chile, tuvo el respaldo de las grandes empresas capitalistas nacionales, y Nueva Mayoría, al ser del gobierno hizo una propaganda continua, a la cual ni en sueños tuvieron acceso los izquierdistas.
Poco después de conocerse los resultados, Sánchez exigió una explicación a las encuestadoras y los medios de comunicación privados. “Si hubieran dicho la verdad, reclamó, tal vez estaríamos en segunda vuelta”.
Con el viento en contra, no obstante, no solo logró una ubicación definitoria para el balotaje, pues entre las lecturas de su alta votación, está que, si decide apoyar Nueva Mayoría, Piñera no volvería al Palacio de La Moneda para un segundo mandato. El primero ocurrió entre 2010 y 2014.
Lo que sí es seguro, hasta ahora, es que en su intervención Sánchez puso los puntos en las íes, cuando habló de la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente que cambie la estructura socioeconómica del país, el fin de la privatización del agua, y el sistema privado de pensiones, entre otros puntos.
Exigencias de una izquierda emergente que, de alcanzarse un pacto, debe aceptar el oficialista Nueva Mayoría si quiere mantenerse como gobierno.
El triunfo del FA fue mayor: de tres diputados que tenía en la Cámara pasó a 20 y ganó un escaño en el Senado. Ello significa que quien sea el ganador tendrá que contar con ese partido para implantar su programa de gobierno, ya que su incidencia es alta y poderosa.
Todavía Chile vive la incertidumbre respecto al aspirante y a quién beneficiarán las posibles alianzas. Se conoce que el ultraderechista Bach se pronunció por darle sus votos al expresidente.
Aunque lo oculta muy bien, Piñera debe estar conmocionado por el resultado de los sufragios, con un 36 % de boletas favorables alcanzadas, cuando pensaba ganar el Palacio de La Moneda en la primera vuelta celebrada el pasado día 19, y en la que participó solo la mitad de las más de 14 millones de personas convocadas.
Analistas coinciden en que, por mucho que esconda su baja popularidad, el derechista político sabe que tiene una posición incierta en el balotaje.
También quedó claro que los comicios significaron un importante movimiento hacia la izquierda y no a la derecha, como todos pronosticaban, precisamente en un momento en que América Latina vive el resurgimiento de una ola reaccionaria dirigida por Estados Unidos.
Y esto ocurre justamente en Chile, donde rigen aún regulaciones y leyes de la dictadura más reaccionaria del continente, y cuya derecha tenía como objetivo unirse oficialmente a los aliados a Washington y empujar el carro de la contrarrevolución contra los gobiernos progresistas de la región.
Otro desconcierto que dejó la primera ronda electoral —en la que también se eligieron diputados, senadores y consejeros regionales— fue el derrumbe sufrido por la Democracia Cristiana (DC), que desde 1960 estaba en el centro de la política chilena.
Integrante de Nueva Mayoría, la DC decidió ir a los comicios en solitario, con la senadora Carolina Goic —que este martes renunció a la presidencia del partido—, quien solo obtuvo un 5,8 % en el sufragio, para situarse en la quinta posición.
Incluso, un admirador de Pinochet, el ultraderechista José Antonio Kast le ganó a Goic con su 7,9 %, lo que revela cómo se mueven los actores en el panorama de la nación austral.
El mes que falta para el balotaje será intenso. Con mayor cautela, luego de los acontecimientos del día 19, pocos se atreven a brindar previsiones concretas de lo que pueda ocurrir con los dos candidatos en liza.
En el peor de los casos, si gana Piñera y mantiene su política neoliberal y represiva, es muy posible que el FA con Sánchez le haga una férrea oposición, no solo en los pasillos del Congreso sino en la calle con movilizaciones populares, pero también podría ser que Guillier acepte sus condiciones.
Los próximos días serán definitorios y quién sabe, también pasmosos.
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