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sábado, 2 de noviembre de 2024

Soldados de la fortuna…otra vez

El mercenarismo sigue en auge a cuenta de los turbios intereses que lo emplean...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 11/07/2021
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Tropas militares colombianas
Los ejércitos anti populares de América Latina son cantera preferente para los contratistas de mercenarios. (Tomada de hispanTV).

El asesinato este julio del presidente haitiano, Jovenel Moise, a manos de un comando de sicarios colombianos y norteamericanos, trae nuevamente a la escena pública el controvertido tema del mercenarismo.

No es un asunto nuevo. Desde tiempos inmemoriales ya se hablaba de individuos y grupos armados que se alquilaban al mejor postor para matar y saquear. Los empleadores solían escoger entre guerreros experimentados como garantía de “efectividad” en una práctica que para nada ha sido ajena a nuestros tiempos, y vuelve a mostrar el hocico en el caso haitiano.

De hecho, el mercenarismo constituye hoy un lucrativo negocio todavía en expansión, en la misma medida en que determinados gobiernos y sectores de poder ven en la contratación de matones profesionales una cortina tras la que esconder sus niveles de intervencionismo e involucramiento contra pretendidos oponentes.

Vale recordar que no se trata de un asunto fácil de asumir. Desde 1977, mediante el protocolo I adicionado a la Convención de Ginebra de 1949 sobre la protección de las víctimas en conflictos internacionales, ya se define la figura del mercenario y el trato que legalmente merece, sin embargo, varias naciones, incluidos los Estados Unidos, aún no se han adherido al documento.

Así, para 1990, medios de prensa listaban ya a un importante grupo de “corporaciones de seguridad”, las mayoría gringas, dedicadas a contratar exmilitares para su uso en los más diversos conflictos armados de la época.

Entre los citados estaban Executive Outcomes Angola, Sandline International, Gurkha Security Guards Ltd, y la S.G.S.I. Group, todas relacionadas con las guerras en África y Asia, y la ya conocida Blackwater Worldwide, con sede abierta y oficial en los Estados Unidos, y con un papel relevante en las pretendidas guerras antiterroristas norteamericanas en Oriente Medio y Asia Central.

Según anota el sitio Wikipedia, a partir de 2004 esta “industria de los mercenarios” tuvo un considerable impulso debido sobre todo al empleo de compañías privadas militares por Washington y otros miembros de la coalición para trabajos de seguridad en Iraq.”

Y entre los candidatos más buscados  por los contratistas, junto a excombatientes norteamericanos y de sus tradicionales aliados occidentales, se cuentan también con carácter preferente ex militares latinoamericanos implicados en acciones anti insurgentes y  de represión en el El Salvador, Chile y Colombia, entre otras naciones del área.

De hecho, el comandante de las Fuerzas Armadas de Colombia, general Luis Fernando Navarro, declaró a la prensa extranjera que “el reclutamiento de militares de su país para ir a otras partes del mundo como mercenarios es un tema que existe desde hace mucho tiempo, porque no hay ninguna ley nacional que lo prohíba”.

 En consonancia, hace unos pocos días se reveló la presencia de soldados colombianos de  la fortuna contratados para actuar contra los rebeldes en Yemen, como anteriormente lo hicieron en Irak, Afganistán y Sudán.

En nuestro Continente, los mercenarios colombianos han estado presentes además en acciones agresivas contra la Venezuela bolivariana, y ahora aparece en número determinante como autores del magnicidio en Haití.

Según Sean McFate, profesor de las universidades norteamericanas de Georgetown y de Defensa Nacional, se trata de una “mano de obra” muchas veces con un fuerte entrenamiento en los Estados Unidos o Israel, y ciertamente barata, toda vez que  “los ex militares latinoamericanos cobran menos que los ex soldados estadounidenses o británicos, incluso cuando ganan hasta cuatro veces más que los salarios que percibían en sus respectivos Ejércitos nacionales.”


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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