Segundo tiempo

En comicios realizados este domingo, y en los cuales un elevado por ciento de posibles votantes dejó de asistir a las urnas, el partido Syriza, liderado por el ex primer ministro Alexis Tsipras, retomó al gobierno de Grecia al acumular la mayoría de los sufragios válidos.

Tsipras, quien condujo las riendas del país helénico por ocho meses, había renunciado a su cargo para convocar una consulta electoral anticipada, luego de las complicaciones internas derivadas de las renovadas imposiciones económicas a Atenas a cuenta de sus socios de la Unión Europea, a pesar de la negativa popular a adoptar nuevas medidas de ajuste económico dictadas por la entidad comunitaria.

Como se recuerda, Alexis Tsripas irrumpió en la escena política griega como un ardiente defensor de los intereses populares nacionales frente a programas neoliberales  diseñados para el país desde el exterior y aplicados sin miramientos por las autoridades locales de entonces.

Durante su ejercicio al frente del gobierno sostuvo arduas y ríspidas negociaciones con la Unión Europea y los organismos crediticios capitalistas de manera de buscar soluciones razonables al brutal endeudamiento externo griego y sus repercusiones sociales, entre ellas elevadas tasas de desempleo, afectaciones a los salarios y pensiones, y reducción de gastos sociales básicos.

Este largo proceso culminó con la convocatoria a un referendo para conocer si la población aceptaba nuevos recortes y ajustes demandados por la UE a partir de la discutida entrega a la nación de un urgente y renovado paquete financiero.

Y si bien la mayoría de los votantes apoyó el NO, finalmente en gobierno de Tsipras debió asumir buena parte de las más comprometedoras imposiciones foráneas como consecuencia de la tozudez y la falta de espíritu de colaboración de los grandes poderes que controlan el pretendido organismo integrador euroccidental.

Por demás, las discusiones internas dentro del partido Syriza provocaron la escisión dentro de ese grupo político, entre los seguidores del primer ministro y aquellos que consideran la adopción del acuerdo con la Unión Europea como una traición a la confianza popular.

Para algunos analistas, la posterior renuncia de Alexis Tsipras y la convocatoria a nuevas elecciones, respondieron al interés del ex jefe de gobierno de confirmar por las urnas que todavía conserva popularidad, lo que en cierta medida también se conjuga con el interés de los acreedores de contar con una autoridad estable  y reconocida que garantice la buena marcha de los acuerdos ya aprobados en conjunto y en vías de concreción en la práctica.

Tsipras ha dicho luego de su victoria que renovará alianzas con las otras fuerzas que le ya le acompañaron en sus primeros ocho meses de ejercicio, se congratuló  de que Syriza se mantenga como la primera fuerza política de Grecia, y convocó al país a seguir la lucha por el bienestar nacional en esta su segunda etapa de gobierno.

Lo cierto es que –precisan otras fuentes- si bien Syriza logró un aceptable saldo de votos favorables en la recién culminada consulta, hoy es un partido dividido frente al camino a seguir con respecto a las demandas y programas externos de ajuste.

Al mismo tiempo, las fuerzas de derecha, a pesar de haber aceptado la derrota, lograron un margen relativamente significativo de boletas, e incluso los neofascistas confesos se ubicaron en un tercer puesto, lo que indica que ciertas peligrosas tendencias estarían al acecho como posibles alternativas en caso de nuevas dificultades o decisiones que promuevan desavenencias y renovados cercenamientos entre aliados de tendencias más moderadas.

Quedan por ver entonces los movimientos que tiene en cartera el repitente Alexis Tsipras y las respuestas que a eventuales cambios en Grecia  confeccionen otra vez una Unión Europea y unos organismos crediticios que nada tienen de solidarios y racionales, y si mucho de impositivos y férreos.