En un resurgir propio de cuentos e historietas, Pedro Sánchez fue reelecto secretario general del Partido Socialista Obrero Español, PSOE, luego de su abrupta salida de ese cargo en los últimos meses del pasado año.
Sánchez acumuló más de la mitad de los votos de la militancia en las recientes elecciones internas, muy por encima de los otros dos aspirantes al cargo, la andaluza Susana Díaz y el vasco Patxi López.
Como se recuerda, Pedro Sánchez abandonó su cargo al frente del PSOE como resultado de las desavenencias entre las diferentes corrientes que lo integran frente al dilema político que durante el pasado año vivió España por la imposibilidad de formar gobierno.
Sánchez se distanció de los grupos que dentro de las filas socialistas optaron por abstenerse en el parlamento local, lo que dio oportunidad al derechista Partido Popular, PP, de reasumir la jefatura del Estado en la persona del cuestionado y controvertido Mariano Rajoy.
Entonces ninguno de los partidos nacionales había obtenido la mayoría necesaria de sufragios como para estructurar la administración del país por sí mismo.
En todo aquel proceso, Sánchez fue designado por el rey Felipe Sexto para intentar formar gabinete, pero la ausencia de consenso con otras fuerzas políticas afines: Podemos, Izquierda Unida y Ciudadanos concretamente, hizo infructuoso todo empeño en ese sentido.
En aquellos instantes, los analistas hicieron notar cómo la falta de entendimiento entre fuerzas políticas opuestas a la derecha y de tendencias más o menos similares, no logró funcionar por desacuerdos en cuanto a la interpretación de la realidad y el equilibrio interno que debía caracterizar a un proyectado gobierno de inclinación izquierdista.
Por otro lado, dentro del propio PSOE, criterios y aspiraciones conservadoras, sobre todo de añejos dirigentes partidistas, expresaron con fuerza el descontento con la oposición de Sánchez a facilitar el ascenso del derechista PP al gobierno (que finalmente sucedió), lo que generó un clima favorable a la división interna y la renuncia del Secretario General.
La victoria del dirigente, ahora de vuelta a su cargo, se produce cuando todavía las huellas de las disputas intestinas no han desaparecido por completo.
No obstante, sus primeras palabras destacaron la necesidad de unir al PSOE a pesar de las vigentes diferencias de criterios, y de convertir al partido en la “representación genuina de los socialistas españoles.”
Por su parte los contrincantes Susana Díaz y Patxi López dieron a entender que trabajarán por la unidad interna y colaborarán con el reelecto Secretario General para intentar zanjar las diferencias de visiones y criterios que hasta ahora les han distanciado.
Lo cierto es que Sánchez conquistó en estas elecciones el respaldo de todas las federaciones regionales del PSOE salvo en Andalucía y el País Vasco, y según analistas, tiene por delante la tarea esencial de “unir a un partido fracturado.”
En otra dimensión, apuntamos nosotros, también debe contribuir a un análisis profundo y desprejuiciado que tienda a la colaboración y entendimiento entre todas las fuerzas españolas de izquierda, cuya convergencia sería clave en un futuro desplazamiento del PP de la reconquistada Moncloa.
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