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miércoles, 30 de octubre de 2024

Revuelta en el tablero

Moscú responde tajantemente al embalaje perturbador y agresivo de Occidente con respecto a Ucrania...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 22/02/2022
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Defensa-Rusia
Rusia ha dado un importante paso geoestratégico en la confirmación práctica del derecho universal a la defensa frente al desmadre agresivo externo. (Tomado de actualidad.rt)

Este 22 de febrero marca sin dudas un giro esencial en el avance casi a paso de comparsa, sobre las fronteras rusas, de una OTAN liderada, acicateada y utilizada por los Estados Unidos.

Luego de convertir en papel mojado el compromiso con la entonces moribunda Unión Soviética de no extenderse territorialmente en materia militar hacia el oriente, de provocar un golpe derechista y desestabilizador en Ucrania, y de siete años de hacer mofa de los acuerdos de Minks para dar solución pacífica a los litigios con la asediada región del Donbas, las “rayas rojas” trazadas por Moscú no podían seguir siendo amenazadas sin respuestas contundentes. Es lo que inevitablemente sucede a quienes no respetan los principios de convivencia y seguridad internacionales.

Por tanto, que el Kremlin haya reconocido este martes plenamente “y de forma inmediata" la independencia de las repúblicas autoproclamadas de Donetsk y Lugansk, e instruido a sus tropas para garantizar la estabilidad y la defensa de ambos territorios a cuenta de acuerdos bilaterales con sus respectivas autoridades autónomas, no es un hecho que deba sorprender ni alebrestar a nadie.

Y es que no resulta un “invento ruso” lo de la ilegalidad de la marcha otanista sobre su frontera estatal.

Hace apenas horas Willy Wimmer, el ex ministro germano de defensa entre 1985 y 1992, y también ex vicepresidente de la Organización de Seguridad y Cooperación Europea, OSCE, admitió que “la OTAN incumplió la promesa oficial que hizo a Moscú en 1991 de no expandirse hacia el Este, y asumió la doctrina hegemonista de asfixiar a Rusia.”

“Desde entonces, se lamentó el ex estadista germano, vamos por el camino equivocado, contribuyendo a la creación en la Federación Rusa de una impresión bastante justificada de que Occidente hace todo lo posible para echarla de Europa, volver a erigir un muro entre el mar Báltico y el mar Negro, y de que Occidente está interesado en destruir paulatinamente a ese gran país en vez de cooperar con él."

Una visión desde luego contrastante con el barraje sobre el listado de inventadas invasiones rusas a Ucrania elaborado por estos días desde la Casa Blanca a través de un besboque mediático totalmente absurdo, las presuntas apetencias de Moscú de devastar Europa Occidental, la insuflada actividad agresiva contra Kíev de los “rebeldes” del Donbas, y la “buenísimas” intenciones de Washington al “defender” a sus socios del Viejo Continente y a una Ucrania asediada por el Kremlin, cuando incluso entre los mismos aludidos tanta verborrea agresiva no deja de despertar recelos y alarma, aun cuando algunos traten el tema con pinzas.

Mientras, según argumentó Vladímir Putin en favor del reconocimiento de Donetsk y Lugansk, nadie en Occidente se preocupa por el genocidio que se cierne sobre su mayoritaria población de origen ruso, víctima desde hace siete largos y penosos años de bombardeos, disparos de obuses, ataques con drones y misiles, e incursiones de terroristas y saboteadores.

Por demás, nadie puede soslayar además que este complejo escenario deriva de que Ucrania fue por más de siete decenios parte de la extinta Unión Soviética, y que su conversión por métodos golpistas en un espacio pro occidental, genera una situación complicada y tirante a partir de las estructuras administrativas, poblacionales, estatales y regionales que se heredaron de un pasado reciente, y que no pueden ser resueltas dando rienda suelta a la xenofobia, el odio, la violencia y la intolerancia provenientes de los nuevos actores políticos y  las  arbitrarias apetencias de sus padrinos externos.

Los acuerdos de Minks de marzo de 2015, avalados por la OCDE, Rusia y Ucrania, que de hecho establecieron una ruta racional y pacífica para aliviar los entuertos de entonces y lograr resultados equilibrados y positivos, nada o muy poco surtieron efecto en Occidente y Kiev, que han preferido violentar principios claves del derecho internacional como el de no admitir que a nombre de su seguridad, país o entidad alguna agreda o coarte la de otros.

El panorama entonces no puede ser más diáfano y a la vez ríspido y riesgoso. Rusia ha dado un paso trascendente y corajudo en defensa de su integridad y del respeto debido a las prerrogativas lógicas y básicas de toda nación.

De hecho, no pocas de las primeras reacciones a lo acontecido este 22 de febrero, entre ellas las de China, reconocen la gravedad de este instante, pero a la vez subrayan que existen desafíos caprichosamente impuestos por otros que no pueden admitirse so pena de abrir espacios para nuevos y crecientes dislates.

“Las líneas rojas de Putin”, por tanto, han sido remarcadas con especial fuerza…allá Occidente con lo que decida en lo adelante… y luego que no busque los chivos expiatorios del otro lado de la cerca.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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