Razón por delante

En el largo camino por restablecer el Plan Integral de Acción Conjunto, PIAC, luego del sabotaje de Estados Unidos con su retiro unilateral en 2018, Teherán acaba de reafirmar por estos días que no aceptará condicionamientos previos para la vuelta de Washington al protocolo.

Voceros oficiales iraníes indicaron al respecto que el interés del país persa es un convenio estable, equilibrado y libre de los caprichos y devaneos políticos de alguna de las partes. De manera que esa sigue siendo la tónica vigente en las prolongadas conversaciones de Viena donde toman los restantes firmantes del PIAC, y de manera indirecta una representación norteamericana.

Según las autoridades iraníes, se han resuelto hasta el momento importantes asuntos de orden técnico, aunque la marcha es más lenta y trabajosa en lo referente al levantamiento de las medidas punitivas instrumentadas por el gobierno de Donald Trump contra Teherán, y que no han sido modificadas en lo más mínimo por el demócrata Joe Biden pese a sus promesas electorales de regresar al mencionado protocolo.

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Por otro lado, han estado pesando en el diferendo las posiciones controvertidas de los restantes negociadores occidentales —Gran Bretaña, Francia y Alemania—, que pese a menos asperezas públicas se han mostrado proclives más de una vez a favorecer los rejuegos oficiales gringos para lograr una evidente readecuación del texto original a partir del interés de favorecer sus particulares intereses y los del sionismo israelí, altamente alarmado por el desarrollo nuclear persa.

Todas estas maniobras han chocado con la firmeza de Teherán, su apego y defensa irrestrictos del acuerdo original, el cumplimiento riguroso de las cláusulas vigentes y la sólida y justa demanda de que la vuelta de los Estados Unidos solo será posible si acata lo estipulado y cesa su hostilidad contra la República Islámica.

Vale recordar que el régimen de Tel Aviv no se ha mantenido impasible ante los esfuerzos iraníes por desarrollar su programa para el uso pacífico de la energía atómica. A su haber suma el sionismo ataques y sabotajes a las instalaciones nucleares persas y un siniestro plan de asesinado de especialistas iraníes. Así, solo entre 2010 y 2012, Israel cobró la vida de los científicos nucleares Masud Alimohamadi, Mayid Shahriari, Dariush Rezaineyad y Ali Ahmadi Roshan; y en el 2020 asesinó a Mohsen Fajrizade, jefe de la Organización de Innovación e Investigación del Ministerio de Defensa iraní.

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De manera que Teherán ha debido remontar un largo, difícil, y azaroso camino para no solo avanzar en el manejo de la energía atómica, sino además elaborar el pacto de 2015 (considerado en su momento un acuerdo de extrema importancia y de trabajoso esfuerzo diplomático), y ahora batallar por frustrar la labor de zapa de los Estados Unidos en complicidad permanente con Israel y los periódicos desaciertos de una Europa Occidental totalmente maleable ante las laudos gringos, por disparatados, destructivos y brutales que resulten.

En consecuencia, por estos días, y luego de largas jornadas de discusiones y tratativas tras el retiro unilateral de Washington en 2018, y gracias a la verticalidad iraní y el apoyo de Rusia y China, también partes del Plan Integral de Acción Conjunta, el sabotaje gringo-sionista no ha podido progresar todo lo que esperaban sus burdos promotores.

Por lo pronto, y según declaraciones públicas del vocero de la cancillería persa, Said Jatibzade, una solución duradera “se podrá conseguir en un corto plazo si hay una voluntad consistente del trío europeo —el Reino Unido, Francia y Alemania— y de los Estados Unidos.

De todas formas, ha insistido enfáticamente Teherán, “lo primordial en estas pláticas es y seguirá siendo el levantamiento efectivo de las sanciones reimpuestas por Washington a Irán, por tanto, cualquier entendimiento debe cubrir plenamente esa justa demanda”.