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miércoles, 6 de noviembre de 2024

¿Quién le cree a Guillermo Lasso?

El presidente electo de Ecuador y sus “preocupaciones” populistas...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 15/04/2021
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Guillermo Lasso Ecuador
No hay dudas de que el presidente electo es un viejo camaján de la política, orientado además por fuerzas incluso exteriores, pues son conocidos sus vínculos con la embajada de Estados Unidos en Quito

Sentimental, amoroso, preocupado por los trabajadores, la COVID-19, la igualdad de género, la mano extendida a los pobres, sin persecuciones judiciales. Así se presentó en su primer discurso a los ecuatorianos el presidente electo Guillermo Lasso y la pregunta de muchos es, ¿quién le cree a este multimillonario, banquero y derechista, quien, según demuestra su ideología, habló de un escenario inexistente?

Sin embargo, el lobo viejo de los conservadores (65 años) le ganó el Palacio de Nariño al aspirante izquierdista Andrés Arauz, un joven (36) y experimentado político de orientación izquierdista, muy en sintonía con las necesidades de la población ecuatoriana, olvidada por el saliente mandatario Lenin Moreno, un peón de Estados Unidos y de personas como su sustituto.

El candidato de la derecha, quien tiene como vice al médico y académico Alfredo Borrero, obtuvo 52,51 % de los votos contra 47,49 % de su rival progresista, un resultado que no anticiparon las encuestadoras. Al contrario. En cuanto al voto nulo fue de 1 660 802 y el blanco 163 913, sobre un acumulado de 10 211 652 de convocados.

Casi hasta el último momento del conteo, con la región latinoamericana pendiente de los resultados, las empresas investigadoras daban como favorito al aspirante de la Unión por la Esperanza (UNES).

En los últimos días son numerosos los analistas que se preguntan qué ocurrió en la segunda vuelta de los comicios en el llamado país meridiano del mundo, antigua sede de la Unión de Naciones Suramericanas, organización integracionista expulsada de su sede en Quito por Moreno cuando se quitó la máscara y renegó de los ideales políticos de Alianza País, partido izquierdista creado por el expresidente Rafael Correa.

Arauz ganó sin dificultades la primera ronda con poco más de 32 % de los votos válidos, por delante de Lasso, del partido socialdemócrata y la alianza CREO y de Yaku Pérez, del movimiento indigenista Pachakuti, en discordia por décimas de puntos que en definitiva permitieron al banquero llegar al balotaje del pasado domingo.

Son varios los factores que impidieron la victoria de la UNES. El primero es que Arauz salió en desventaja, pues el gobierno de Moreno uso los medios judiciales para impedir en fecha su inscripción electoral por ser acompañado en la chapa por Correa como vice.

El exmandatario que cambió las estructuras políticas y económicas de Ecuador no podía aspirar a la vicepresidencia, pues en un juicio absolutamente manipulado fue condenado a ocho años de prisión por responsabilidad civil durante su mandato de una década.

Ello hizo que el joven saliera en desventaja ante los después finalistas, quienes ya estaban en cruzada electoral e incluso se plantea que Lasso mantiene una estrategia desde hace 10 años para ocupar la primera magistratura.

El ahora mandatario electo recorrió un buen tramo para empatarse y superar al joven economista en un país con más de 10 millones de ciudadanos signados por una polarización de correísmo-anticorreísmo..

Mirado de cerca, Lasso, representante de la banca nacional y extranjera, dueño él mismo de un banco situado en Guayaquil, provincia donde converge la derecha más recalcitrante del país, hizo una maniobra mediática enfocada en el desprestigio de la UNES y de los principales dirigentes de la antigua Alianza País.

Acusó al candidato izquierdista de querer “venezolanizar” a Ecuador, como si Venezuela fuera en verdad una dictadura, en un medio político donde una gran parte de la población desconoce, a derechas, qué ocurre en la tierra de grandes políticos contemporáneos, como el fallecido mandatario Hugo Chávez Frías.

Lo acusó de pretender dolarizar el país, cuando él, como financista, conoce que ese es un mal de fondo de la economía ecuatoriana debido, precisamente, a las políticas neoliberales existentes hasta la llegada de la Revolución Ciudadana.

Pero se considera que uno de los elementos que favoreció la victoria del multimillonario banquero, escogido por la oligarquía local para que profundice el neoliberalismo traído de retorno por Moreno —elegido precisamente por Correa para darle continuidad a la obra revolucionaria— es la carencia de unidad que existe entre la izquierda ecuatoriana.

Las palabras de Lasso sonaron como melodías necesarias a un pueblo abatido por la restricción económica debido a la COVID-19, agotado por la fatiga crónica del gobierno morenista que nada hizo para salvar o al menos aliviar la pandemia, con un sistema de salud colapsado, el aumento del desempleo y la pobreza y miseria existentes. En fin, una nación calamitosa.

No hay dudas de que el presidente electo es un viejo camaján de la política, orientado además por fuerzas incluso exteriores, pues son conocidos sus vínculos con la embajada de Estados Unidos en Quito, y con el soporte de los grandes capitales locales, de los cuales él es miembro distinguido.

Aunque Arauz habló claro sobre las perspectivas de su plan de gobierno, no logró convencer a ese 3 % de los votantes que dieron la victoria a Lasso, quien padece cojera como secuela de una intervención quirúrgica en la médula espinal.

Tampoco se le unieron otras fuerzas que, como mínimo, se dicen progresistas, como las corrientes indigenistas. Yaku Pérez, un derechista disfrazado de populista, pero conocido aliado de Washington, afirmó que le darían sus votos al banquero antes que al exministro de Correa.

Pérez y sus acólitos hicieron una vigilia frente al edificio donde radica el Consejo Nacional Electoral mientras contaban los votos que definirían al contrincante de Arauz, pero unas décimas de punto lo sacaron del juego. Estaba convencido de que le ganaría a Lasso, pero debió recoger bandera y luego orientar a sus seguidores que votaran por el multimillonario.

Había funcionado el plan de Lasso de seguir las claves de metaconstrucciones ideológicas a base de manipular los sentimientos de amplios sectores de la población con frases de aliento, de falsa empatía, preñados de promesas populistas, compra de voluntades y un manejo sutil de representaciones falsas.
Por otro lado, el aspirante de UNES no logró captar el interés de las bases para explicar los errores que hubiese podido cometer el gobierno de Correa y limar las diferencias con otras organizaciones indígenas.

A pesar de lo tardío de su inscripción, de la carga mediática contra el progresismo, y de no contar con los mecanismos que contrarrestaran la poderosa maquinaria conservadora, puesta a todo tren por su oponente, Arauz es querido por casi el 50 % de los votantes, una cifra que indica la vitalidad del progresismo en Ecuador.

Lasso se había presentado en dos ocasiones anteriores (2013 y 2017) y había perdido, primero con Correa y luego con Moreno, por lo que pocos pensaron que ahora tendría éxito.

Otros politólogos internacionales piensan que el heredero de una parte del mandato de Correa no pudo mostrarse a una parte del electorado, o no pudo convencerlos de su programa en el que primero —opinan— primaron las propuestas políticas por sobre soluciones de los problemas perentorios del pueblo.

Quien conoce el lenguaje parasitario de la derecha sabe que Arauz debió desenmascarar con mayor fuerza a su rival derechista y no lo hizo.

No puede olvidarse que más de 4 000 000 de votantes creyeron en sus criterios políticos y seguramente no le harán fácil sus planes al banquero.

Luego de conocerse la victoria de Lasso, Arauz afirmó en un discurso ante sus seguidores, que llegó el momento de avanzar. “Tenemos que tender puentes y construir puentes, este es un traspié electoral, pero de ninguna manera una derrota política y moral, porque nuestro proyecto es de vida”, precisó.

El próximo 24 de mayo saldrá el paralítico Moreno del Palacio Nariño. Sale un conservador corrupto, y entra un protector de las grandes fortunas, en el interés de engrosar la propia. Pronto comenzará una profundización del neoliberalismo y la primera señal fue dada en el proyecto de privatizar el Banco Central de Ecuador hace unas horas.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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