Aunque el ganador oficial del reciente plebiscito realizado en Puerto Rico fue el anexionismo que convertiría a la isla en el estado 51 de la Unión Americana con plenos derechos, analistas aseguran que la victoria política corresponde al alto abstencionismo resultante del rechazo de los partidos opositores y sus seguidores a la acción no vinculante con el gobierno de Washington.
Para juristas, y para los pobladores de la isla caribeña, la consulta carece de valor legal, puesto que Estados Unidos no muestra ningún interés por cambiar el estatuto de su colonia de ultramar.
Cerca del 78 % de unos tres millones de votantes se quedaron en sus casas el pasado domingo, en claro repudio a los planes políticos de anexión en la que competía solo el derechista Partido Nuevo Progresista (PNP) de Ricardo “Ricky” Roselló, quien de manera desesperada inventó la farsa en busca de una relación efectiva con el gobierno de Washington y la ayuda económica de la que carece para pagar los 70 mil millones de la deuda pública.
El que Borinquen se convierta en el Estado número 51 del país norteño apenas logró un 23 % de los ciudadanos con derecho al voto. En su página WEB, la Comisión Estatal de Elecciones certificó que 476 653 electores de los 2,8 millones habilitados eligieron ese estatus.
Puerto Rico, también conocida como la isla del encanto por sus bellezas naturales, está situada en el noroeste del Caribe, en un punto estratégico equidistante de Guantánamo, Cuba, y de Caracas, Venezuela. Conocidos son los intereses imperialistas contra esas dos soberanas naciones.
El domingo último resultó, en la práctica, una nueva manifestación de los deseos independentistas del pueblo puertorriqueño que se movilizó en las calles de las principales ciudades de la ínsula caribeña para repudiar la acción anexionista, al igual que lo hicieron en Nueva York los obligados a emigrar dada la pésima situación económica en que está sumido el llamado Estado Libre Asociado.
Y aunque la mayoría de la prensa internacional ha tratado de confundir a la opinión pública con la interpretación manipulada de un supuesto deseo ciudadano de integrarse a la metrópoli imperial, la lectura política más realista transmite lo contrario.
La boleta electoral presentó tres opciones: Estadidad, Libre Asociación/Independencia y Actual estatus de Estado Libre Asociado, firmado este en 1950, aunque la intervención de la Casa Blanca allí data de 1898.
Con cerca de medio millón de votos favorables, el 23 % obtenido ahora por los anexionistas —los que votaron por la estadidad— es el peor resultado de las consultas hechas en 1993 (46 % positivos), 1998 (47 %), 2012 (61 %), aunque la administración de Roselló se haga la desentendida.
Analistas consideran que al gobierno de Donald Trump, como a administraciones anteriores, no les interesa un nuevo Estado cargado de deudas, con altos índices de desigualdad, y continuas protestas de una población que exige cambios a su gobierno colonial, entre ellos una economía próspera, y la conducción a una plena independencia.
El intento de Roselló fracasó, y nadie piensa que la postura norteamericana cambiará —aunque con Trump cualquier decisión es posible— ya que para ayudar en su asfixiante situación económica a Puerto Rico lo único que han enviado es una Comisión Especial que fiscaliza las medidas neoliberales de Roselló para tratar de amortiguar la deuda a todas luces impagable.
En las últimas semanas, a la par que los estudiantes universitarios realizaban una huelga permanente, la administración anexionista anunció el cierre de 184 escuelas, mientras se espera el despido de más de seis mil empleados públicos en los próximos días.
De los 3,5 millones de habitantes de la isla —hay otros más de cuatro millones en suelo norteamericano— la mitad vive en la pobreza, mientras el desempleo alcanza el 11 %, una situación que Roselló creía movilizaría a la población que desea mejorar su calidad de vida.
A pesar del evidente fracaso del plebiscito, el gobernador insiste en el envío de congresistas boricuas a Washington para reclamar la integración a Estados Unidos, en una errónea interpretación de los hechos ocurridos el pasado domingo.
En un intento para darle un carácter democrático, entre comillas, a la consulta, la administración del PNP consiguió en su parodia que dos individuos figuraran como representantes nominales de las alternativas para la isla. La opción Libre Asociación/Independencia recibió un respaldo de apenas un 1,5% de votos.
Para darle el martillazo de gracia al plebiscito, los independentistas de Puerto Rico estarán el próximo día 19 ante el Comité de Descolonización de Naciones Unidas (ONU) para reclamar, de nuevo, su derecho a la libertad y la autodeterminación.
Ese día, un grupo de naciones de América Latina presentarán en el órgano mundial una resolución sobre el caso de la nación boricua, la cual, según medios diplomáticos, tendrá un lenguaje más poderoso que en las 36 ocasiones anteriores en que siempre el mundo se ha pronunciado por la independencia y la soberanía nacionales.
Se anticipan también gestiones intensas en el Congreso y el Ejecutivo de Estados Unidos por parte de los sectores políticos opositores de la isla.
El Partido Independentista Puertorriqueño, que estará presente en la ONU, advirtió que propondrá a distintos sectores políticos en Washington que permitan una propuesta para que el gobierno de Trump inicie la retirada de la isla y permita que la población escoja entre la libre asociación o la independencia absoluta.
También, el opositor autonomista Partido Popular Democrático gestionará, según su vocero, que Washington no reconozca los resultados publicados por la Comisión Estatal de Elecciones, que otorgan a la anexión el 97 por ciento, además de que iniciará una evaluación sobre posible fraude ante la acumulación de evidencia fotográfica sobre mesas electorales desiertas durante la consulta, indicó el sitio web Rebelión.
De acuerdo con plebiscitos anteriores celebrados con el mismo fin, se observa un cambio —el más espectacular entre el 2012 y ahora— en el pensamiento de la mayoría de los borinqueños.
Días antes de la consulta oficialista, había concluido una huelga estudiantil de dos meses en la Universidad de Puerto Rico contra los recortes realizados por el gobierno en la educación.
Varios jóvenes aun permanecen arrestados y aunque las clases se reanudaron, el ambiente es volátil y, según medios estudiantiles, otra nueva huelga puede comenzar en cualquier momento, pues algunos alumnos fueron atacados por intentar montar un comedor para sus compañeros con menos recursos, lo que quedó registrado en un video.
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