Y vale el “juguetón” tiempo verbal utilizado en el sumario, porque —según la experiencia relativa al programa de desarrollo de la ONU para el milenio que cierra sus puertas este 2015 luego de tres lustros en la agenda global— sigue severamente cuestionada la voluntad política de no pocas autoridades en el mundo con relación al logro de un planeta más justo e inclusivo.
De alguna manera el Papa Francisco, en su reciente comparecencia ante el máximo organismo, hablaba de los entuertos que provocan ya no solo aquellos que lejos de servir a los demás solo pretenden ser servidos en su mezquindad de intereses, sino del hecho de que esos grupos se estimen por encima de toda restricción legal o ética, y atenten si rubor contra la suerte y la vida del resto de la humanidad.
Alertaba además contra la modorra inducida a personas y entidades comprometidas con el cambio a partir de la prevalencia de las prácticas burocráticas y netamente estadísticas en materia de desarrollo humano, así como de la suerte de insana “costumbre” frente a la injusticia surgida ante la repetición hasta el embotamiento de las cotidianas y recurrentes escenas sobre el dolor ajeno.
En pocas palabras, listaba entonces causales básicas de que, a pesar de la buena voluntad y los esfuerzos de no pocos a favor de enmendar y cambiar el controvertido entorno socio económico en que vivimos, los ocho puntos que conforman la agenda de desarrollo global hasta este 2015 acumule magros avances en la mayoría de los rincones del orbe, y que muchas de sus metas inconclusas estén ahora inevitablemente reflejadas en el plan de desarrollo sostenible hasta el 2030. En pocas palabras, tres lustros más a la espera de que para entonces la conclusión resulte distinta.
Y tales reservas, que dicho sea de paso nada tienen que ver en muchos casos con actitudes pesimistas o de abatimiento, han sido reiteradas por buena parte de los jefes de Estado y Gobierno presentes en Nueva York por estos días.
De manera que a la luz de todo lo acontecido y lo que aún debe acontecer, se demanda responsabilidad, entrega, sinceridad, decencia y apego a la cooperación y el entendimiento, a la vez que paz y cuidado de nuestra flagelada casa común, como únicas garantías de la supervivencia de una especie que se dice racional, inteligente y superior, pero en la cual aún insisten en primar riesgosos vicios, tendencias y criterios capaces de hacernos volar en pedazos.
En consecuencia, examinar el programa de desarrollo sostenible para los próximos quince años es —dolorosamente— redundar en aspectos como el fin de la pobreza global, la erradicación del hambre, la igualdad de género, la salud para la niñez y las madres, el combate de pandemias y padecimientos endémicos, la defensa de la naturaleza y su uso racional, y la consecución de mecanismos efectivos para equiparar los niveles de desarrollo entre las naciones, los ocho puntos aprobados en el año 2000 bajo los influjos siempre prometedores del inicio de un nuevo milenio, que en sus primeros quince años muestra un panorama cada vez más alarmante.
Ojalá, y es el parecer de no pocos estadistas y ciudadanos del planeta, que quienes todavía estén sobre la faz de la Tierra en 2030 puedan corroborar, en el examen de lo hecho a tono con este nuevo documento de la ONU, que el hombre al fin empezó a honrar sus mejores esencias y a verse como una totalidad única e indivisible, no importa ideas, credos, concepciones y colores.
OBJETIVOS DE LA ONU PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE HASTA EL 2030
1. Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo.
2. Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, y promover la agricultura sostenible.
3. Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.
4. Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.
5. Lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas.
6. Garantizar la disponibilidad de agua y su ordenación sostenible y el saneamiento para todos.
7. Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos.
8. Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.
9. Construir infraestructuras adecuadas y promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación.
10. Reducir la desigualdad en y entre los países.
11. Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros y sostenibles.
12. Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.
13. Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos a tono con los esfuerzos de la ONU.
14. Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos.
15. Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, efectuar una ordenación sostenible de los bosques, luchar contra la desertificación, detener y revertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica.
16. Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles.
17. Fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la alianza mundial para el desarrollo sostenible.
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