Las palmas para el presidente indígena de Bolivia, Evo Morales, y su equipo de gobierno también por este 2016, otro año en que la nación andina continúa como ejemplo de desarrollo económico sostenido (en torno al 5 %), con una inclusión social reductora de los índices que otrora la situaban como la segunda nación más pobre de América Latina y El Caribe, solo superada por Haití.
No es uno de los llamados milagros económicos, siempre con pies de barro, sino de la conducción de un país muy atrasado que desde el 2006 planteó una novedosa democracia económica participativa, encaminada a resolver los acuciantes problemas sociales en que vivía sumida la mayoría de los cerca de nueve millones de habitantes de la nación andina.
No ha sido fácil. Morales ha sorteado en estos años golpes de Estado, guerra económica y mediática, discriminaciones públicas de sus enemigos internos y externos. Siempre ha vencido este hombre, criticado en medios españoles por no usar trajes elegantes, gracias a su inteligencia y el apoyo sin condiciones de sus seguidores. Bolivia es ahora un referente internacional en diversas materias y ello se debe en buena lid al prestigio ganado por su mandatario, un hombre sencillo, declarado antiimperialista y de extrema fidelidad a sus principios.
Cuando el presidente entró por primera vez en el Palacio Quemado, el panorama socioeconómico boliviano era devastador, pues ese milenario y rico país multicultural presentaba una pobreza extrema debido al saqueo de los gobiernos neoliberales y la discriminación en que vivían sometidos los genuinos dueños de los grandes recursos nacionales.
Morales es el primer presidente que reconoció la dignidad de los bolivianos excluidos, registró como válidas las 36 comunidades indígenas existentes y sus formas de autogobierno con un sistema propio de justicia ancestral, sin que ello contradiga el legal ordinario.
La declaración de la identidad y de la pluriculturalidad nacional trajo como resultado una nueva política de comunidades, en las que ser boliviano es una condición para todos los nacidos en el país, no solo para la población blanca de origen europeo.
El gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) quebró la política machista que imperó durante siglos. Actualmente Bolivia es el segundo país de América Latina con participación política femenina, con el 51 % de mujeres diputadas y 44 % como senadoras.
Este 2016, en que los grandes exportadores de hidrocarburos son sacudidos por los bajos costos de sus productos, Bolivia mantiene su línea de crecimiento sin necesidad de aceptar las directrices de Ajuste Estructural y Recortes recomendado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Su receta es la economía plural y mixta, al servicio de los agentes productivos privados y públicos, grandes y pequeños.
La cifra del Producto Interno Bruto (PIB) —34 mil millones de dólares este año, según el Banco Central local— se mantiene estable gracias al Plan Gubernamental de Desarrollo Económico y Social hasta el 2020. Este plan permite sortear los vaivenes de la valía de las materias primas, sin deprimir los programas sociales que redujeron la pobreza entre 2005 y 2015 del 59,6 % al 38,6 %; y la extrema pobreza, del 36,7 % al 18,6 %, indican datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). La previsión del gobierno es eliminar la pobreza totalmente en 2025, cuando se cumple el bicentenario de la liberación del colonialismo español.
El gobierno destinará 8000 millones de dólares del PIB a la inversión pública en el 2017, refieren anuncios oficiales.
Las importaciones y exportaciones por valores sumados llegan casi a 20 mil millones de dólares y en 2017 estará próxima a los 39 mil millones de dólares, planteó el INE.
Otro rubro importante es el crecimiento de la banca, en parte originado por algo impensado hace unos años: el ahorro popular, con casi 9000 millones de cuentas particulares abiertas en estos momentos.
Los datos macroeconómicos no reflejan, sin embargo, el bienestar de una sociedad como la boliviana, Morales y su gabinete, con el reconocido intelectual Álvaro García Linera como vicepresidente, mantienen intacta su estrategia inicial de darle entrada al nuevo Estado como un actor económico esencial, logrando en solo una década y con la nacionalización de los hidrocarburos en 2006 la soberanía en las decisiones de la nación.
Jamás pensar en esas tierras andinas que un día la antes empobrecida Bolivia pusiera un satélite en órbita, llamado Túpac Katari, lanzado al espacio en 2013, gracias al desarrollo nacional de la ciencia y la técnica y la colaboración de otros países.
A fines de este año los bolivianos continúan en un proceso de transformación y evolución social y humana. Hoy, menos del 8 % de la población está desocupada, se ampliaron las posibilidades de capacitación de los jóvenes mediante el bachillerato técnico y humanístico, y la oferta de centros tecnológicos y universidades técnicas, con lo cual se fortalece el conocimiento y la praxis de la juventud.
Aún cuando los grandes medios de comunicación privados tienen negativa influencia sobre algunos públicos, el 2016 muestra un crecimiento sin precedentes en la propiedad comunitaria de esos emisores —radio, televisión, prensa escrita—, ahora dirigidos por colectividades que van desde los sindicatos hasta las Universidades, con la ruptura de la propiedad privada en esa importante esfera ideológica. La comunicación existe en el barrio o la aldea como una fuerza política más.
Cuando se pasa revista a este año, el gobierno reconoce que aún falta mejorar los servicios de agua, alcantarillado, plantas de tratamiento y saneamiento en áreas rurales y citadinas; en tanto se busca una mayor descentralización del Estado, dándole más poder, mediante estatutos aprobados, a las autonomías municipales, indígenas y departamentales. En Bolivia hay 339 municipios y nueve gobiernos departamentales.
Morales y su equipo aún tienen grandes retos que asomaron este 2016 o son consecuencia de antaño. Uno de ellos es fundamental para continuar las transformaciones y es la necesidad de cambiar las reglas de la agricultura, que se presenta con baja productividad e ineficiencia, dado los atrasados métodos de siembra y cosecha. Ello se resolverá —indicó el Ejecutivo hace unos meses— con el impulso al estudio entre los cultivadores y la puesta en vigor de elementos técnicos y científicos de los agentes productivos que modernicen la agricultura.
El MAS tiene ante sí una tarea política que no admite demoras. Este 2016, en lo que analistas entienden como una ingenuidad gubernamental, el gobierno celebró un referendo modificatorio de la Constitución Política del Estado en torno a la repostulación de Morales y García Linera para un nuevo mandato, y perdieron por la mínima de un 3 %, debido fundamentalmente a una fuerte campaña mediática de desprestigio del jefe del Gobierno respecto a su vida privada. Luego se demostró que tales hechos eran inventados por quienes desean el retorno del capitalismo.
Termina el 2016 y en Bolivia continúa abierto el debate sobre la posibilidad, dado el apoyo popular al presidente y su vice y la pequeña diferencia en los resultados, de repetir la consulta a petición de las organizaciones sociales o, en su defecto, modificar algunos artículos constitucionales para garantizar una nueva candidatura en el 2019.
La sucesión presidencial constituye motivo de preocupación no solo en Bolivia, pues la vida demuestra lo que ha ocurrido en naciones como Paraguay, Brasil y Argentina cuando, por diferentes razones, los presidentes progresistas son sucedidos por otros de ideología capitalista.
En ese sentido, la presidenta de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño, afirmó el pasado mes que se “buscarán las rutas legales y constitucionales” para que el intento de reelección pueda materializarse. Si Morales volviera a postularse, de seguro ganaría otra vez, pues los líderes opositores están desacreditados y la opinión pública mayoritaria favorece al gobierno.
Morales ya aceptó el nuevo reto de ser candidato dentro de dos años. Y dejó claro el por qué lo haría, si el pueblo lo considera pertinente: “Muchos de ustedes ya me hicieron creer. Me han dicho que la vida de Evo no es de Evo; la vida de Evo es del pueblo. Estoy obligado a someterme a ustedes para seguir trabajando por nuestra querida Bolivia”.
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