Las continuas movilizaciones de protesta en Honduras son excesivamente reprimidas por las fuerzas de seguridad, las que irrespetan los derechos ciudadanos de expresar su rechazo al presunto fraude electoral cometido por el reelecto presidente Juan Orlando Hernández.
Medios de prensa hondureños aseguraron que han sido asesinadas unas 40 personas a partir del pasado 17 de diciembre, día en que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) dio como ganador en las elecciones celebradas el 26 de noviembre a Hernández, también conocido como JOH, luego de un proceso lleno de irregularidades reconocidas por observadores internacionales invitados al proceso.
Para la oposición representada por la Alianza contra la Dictadura y para la mayoría de la población, la reelección del presidente constituye una mentira urdida por el TSE con el apoyo de las Fuerzas Armadas y otros cuerpos militares, con la anuencia de Estados Unidos.
Las primeras señales del engaño a la ciudadanía se dieron cuando el mandatario envió a varios diputados de su Partido Nacional a solicitar a la Corte Constitucional un cambio en el artículo de la Carta Magna que impedía la reelección del presidente. La violación del más importante documento de la República, aceptada por la Corte, indicaba lo que pasaría después.
Acusado de corrupto, supuestamente vinculado a la mafia del narcotráfico, y mentiroso, los hondureños rechazan a Hernández y reconocen como su presidente electo a Salvador Nasralla, candidato de la Alianza, y favorito de las grandes masas de votantes.
Tres semanas de silencio del TSE, denuncias, movilizaciones, presentación de boletas irregulares desde que se cerró la última urna. Una situación que presagiaba el robo descarado de la victoria de la oposición, lo cual se hizo efectivo cuando las autoridades electorales declararon ganador a JOH.
El uso excesivo de la fuerza contra civiles desarmados fue rechazado el pasado domingo por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas de Derechos Humanos en Honduras (OACNUDH) y emplazó a los organismos de seguridad a emplear la fuerza “solo de acuerdo con los principios de necesidad y proporcionalidad”.
La OACNUDH refirió que el amplio e indiscriminado uso de gases lacrimógenos el pasado día 12 afectó a quienes protestaban de forma pacífica.
La nota del Alto Comisionado de la ONU solicitó al gobierno de Honduras que adopte “buenas prácticas de diálogo entre las fuerzas de seguridad y las personas en protesta” para evitar medidas extremas en aras de dispersar a la multitud.
Antes de que se empleara la represión armada contra los manifestantes, la OACNUDH denunció que los militares desatendieron todos los intentos de conciliación por parte de líderes de la opositora Alianza para evitar que la situación se tornara violenta
Nasralla, por su parte, reiteró que las manifestaciones públicas continuarán a partir del próximo día 20 “hasta que Hernández se vaya del poder”, en tanto, denunció que sicarios del gobernante Partido Nacional realizan actos de vandalismo para justificar la represión indiscriminada del oficialismo.
La situación, habitualmente tensa por la criminalidad en Honduras, alcanzó su punto más alto cuando se conoció por el TSE, además, que JOH ganó el 42,95 % de los votos contra el 41,42 % de Nasralla. Se comprobó que hubo más de 5 000 boletas falseadas por las autoridades comiciales..
El postulado por la Alianza confirmó que él no permitirá que Hernández tome posesión el próximo día 24, pues le robaron la victoria, según evidenció primero el silencio del TSE que solo dio un parte en el escrutinio, y luego se pronunció tres semanas después para favorecer al oficialista.
La actitud del presidente, del tradicional PN de derecha, desató la ira no solo de los partidos opositores sino de la población que no abandona las calles, especialmente en Tegucigalpa, donde se concentran los poderes de la República.
De manera descarada, sin un atisbo de vergüenza por sus acciones dictatoriales, entre ellos el asesinato de decenas de activistas sociales y defensores del medio ambiente, JOH convocó a un diálogo nacional que incluye a la coalición opositora.
En un gesto que le ridiculiza habló de su bondad al invitar también al exmandatario Manuel Zelaya, derrocado por un golpe cívico-militar en 2009 debido a su acercamiento a gobiernos progresistas, como el de Venezuela. Zelaya fue sacado de su hogar, en horas de la noche, y trasladado a Costa Rica por la fuerza, lo que entonces también movilizó durante meses a sus seguidores.
Respecto al diálogo, Nasralla —quien no definió si asistirá al llamado presidencial— precisó que el único tema a tratar en el diálogo sería el “robo de las elecciones” de noviembre.
Lo primero que debe hacer Hernández, dijo, “es decir que no se va a instalar el Congreso, y poner un límite a su estadía en el gobierno, pues el pueblo aspira a que renuncie”, lo cual, opinan analistas, es poco probable.
El excandidato de Alianza de Oposición contra la Dictadura recordó que en esa posible conversación que “no durará meses” hay que discutir el informe profesional de la OEA, en el que se indican las irregularidades cometidas por el TSE, fiel colaborador del Ejecutivo.
El gobierno de JOH no descarta que asesores internacionales de amplia experiencia participen en el diálogo, “para que se puedan lograr mejores resultados”, entre ellos la ratificación de su segundo mandato.
Sin embargo, analistas coinciden en que las posibilidades de sentar en una mesa al llamado ladrón de urnas y a su contrincante son poco probables. Nasralla ha encabezado las jornadas pacificas contra la usurpación de las elecciones, acompañado por el exmandatario Zelaya, coordinador de la Alianza y uno de los promotores de las protestas.
Para los opositores hondureños será muy dificil lograr que Hernández reconozca su fraude y mucho menos entregar el blasón presidencial.
Honduras y sus instituciones están dominados por grupos que controlan el comercio, las finanzas, la banca y la industria en grandes regiones del país.
Esas familias dominantes son de origen extranjero, conocidos como los turcos, pero que son llegados de Siria, Palestina, Libano e Israel desde finales del siglo XIX. Ellos integran ahora el exclusivo 3 % de ciudadanos que controlan el 40 % del Producto Interno Bruto (PIB), mientras hay un 70 % de la población sumida en la pobreza, y un indice del coeficiente Gini —que mide la desigualdad de ingresos en un país— de 53,7 %, lo que convierte a Honduras en la nación más desigual de América Latina.
La pujanza de estas élites terminaron por relegar a la añeja burguesía de origen español y alemán. Sus fortunas les permiten realizar grandes aportaciones monetarias a los dos partidos tradicionales que gobiernan la pequeña nación desde hace 100 años: el Nacional y el Liberal.
Estos núcleos, que mandaron —y lo siguen haciendo— a sus hijos sucesores a las mejores universidades del mundo, se han entrecruzado en matrimonios que también conllevan fusiones de grandes empresas y consorcios defensores del sistema económico neoliberal.
Es por ello que Nasralla tiene pocas posibilidades de ganar esta batalla, que la Corte Constitucional no acepta ni la nulidad de las elecciones, ni la solicitud de que se la repita. Más aun cuando este periodista y político ha expresado en distintos escenarios su simpatía por los gobiernos progresistas de la región.
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