Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. Y eso le sucedió en su segunda ordenanza al saliente presidente de Chile, Sebastián Piñera, quien el próximo domingo, día de elecciones generales, iniciará el retorno a sus millonarios negocios bajo la mirada hostil de una población castigada por su pésima gobernanza.
Piñera, el tercer hombre más rico de la nación andina, hizo un primer gobierno entre 2010 y 2014, en lo que muchos observaban como una alternancia con otro bloque político de centro derecha, afín a la expresidenta Michelle Bachelet. Salía una y entraba el otro. Al parecer, haría sus cuatro años en La Moneda con cierta normalidad política. No fue así. Muchos episodios políticos se sucedieron, teniendo a la juventud como protagonista principal, en los que el mandatario sacó a relucir su espíritu represor de altos vuelos.
Seguidor del pensamiento autocrático del general traidor Augusto Pinochet, no pudo evadir algunas tendencias tiránicas. Muestras del pensamiento del ultraderechista mandatario estuvieron presentes en las calles contra las manifestaciones que desde 2018 se mantienen activas no solo para exigir su renuncia sino para plantarle cara al modelo neoliberal.
Ni siquiera la presencia en el país de la pandemia de Covid-19 detuvo a las miles de personas que marchan cada viernes en las calles, cuidándose del contagio, sin renunciar a sus demandas.
Piñera se ha mantenido en el poder contra viento y marea y llegó a declarar que estaba en guerra (con su pueblo). Varios jóvenes murieron, cientos quedaron ciegos o tuertos debido a los balines que Gendarmería disparó a sus ojos por órdenes superiores, aun hay más de 250 detenidos sin juicio y numerosos desaparecidos. En las cárceles, según denuncian sobrevivientes, fueron torturados y violados por los militares.
Piñera hizo valer su poderío en aquellos momentos, pero la maquinaria popular lo obligó a cumplir una de sus principales demandas: la redacción de una nueva Constitución Nacional –tras dos consultas populares- que, se espera, cambie las estructuras socio-económicas para conducir a Chile a un sistema inclusivo y humanista, todo lo contrario del actual.
TODO TIENE UN FINAL
El final político de Piñera se acerca. Aunque no hay una confirmación personal, en La Moneda se comenta que se dedicará solo a los negocios. En ello influye su bajísima popularidad (en torno al 14% este año).
El pueblo chileno, el especial la franja mas vulnerable, critica el mal tratamiento gubernamental a la pandemia, que dejó 37.814 fallecimientos y más de 20 millones de contagiados, y que aun se mantiene en el país, a pesar del plan nacional de vacunación. A ello se unen los momentos amargos de los últimos días, cuando el Congreso Nacional discutió su impugnación por un escándalo de presunta corrupción.
El millonario empresario fue denunciado ante el órgano legislativo por inmoralidad al participar en un esquema de evasión de impuestos publicados por un consorcio de periodistas independientes de mas de 60 países, que lo vinculan con una empresa minera de propiedad familiar ubicada en las Islas Vírgenes Británicas. El escándalo denominado Papeles de Pandora salpicó a tres dignatarios latinoamericanos en funciones, y centenares de personalidades políticas y de otros sectores donde prevalecen los millonarios.
El revuelo en torno al presidente rebasó fronteras. Aunque negó su participación en el escándalo, ya se habían comprobado sus relaciones con consorcios establecidos en el exterior. La mayoría de los ciudadanos lo identifican como un represor y violador de derechos humanos, y ahora corrupto.
Aunque el Senado y su manejo entre alianzas decidió este martes no enjuiciarlo, el conocimiento público de una comisión de delitos contra el Estado no es lo que él imaginaba para despedirse del cargo, aun cuando arrastraba su dureza política y su desprecio por los pobres, en especial los pueblos indígenas.
ELECCIONES EN PUNTA
La ciudadanía chilena obtuvo una importante victoria política cuando, luego de años de manifestaciones nacidas en el primer mandato de Piñera, fue obligado a fomentar mediante referendo la Convención Constituyente, un órgano paritario en que están representados todos los ciudadanos, escogidos en las urnas de manera soberana, sin partidos políticos mediante.
La presidenta de ese órgano es Elisa Loncón, originaria del pueblo mapuche, quien indicó que ya comenzaron las primeras discusiones del articulado de la Carta Magna, en la que se perfila un nuevo modelo de país.
Mientras, "Hay una crítica muy fuerte", incluso por parte de algunos sectores de derecha, opina la doctora en Derecho Claudia Iriarte, quien no duda en que el jefe de gobierno pueda ser acusado por la oposición por la ruptura con el orden constitucional en otros aspectos, y aun cuando concluya su mandato.
Es en este contexto agitado por el estado de excepción dictado por Piñera en varias regiones, que tendrán lugar los comicios generales, en que se elegirá al nuevo presidente, su vice, y los senadores, diputados y consejeros regionales.
A la liza, con una convocatoria de 16 millones de ciudadanos, se presentan siete candidatos: el oficialista Sebastián Sichel, de Pacto Chile Vamos; Gabriel Boric, de Apruebo Dignidad; José Antonio Kast, del Partido Republicano de Chile; Franco Parisi, del Partido de la Gente; Marco Enríquez-Ominami, de Progresistas de Chile; Yasna Provoste, del Partido Demócrata Cristiano, y Eduardo Artés, del Partido Unión Patriótica.
Según la Constitución del país, para ganar La Moneda uno de los contrincantes debe obtener la mayoría absoluta de los votos (50%). En caso contrario, los dos con mayor cantidad de votos irán a un balotaje, programado para el 19 de diciembre próximo.
Además, se eligen a los miembros del Congreso Nacional, donde la Cámara de Diputados se renovará completamente tras su mandato de cuatro años. La Cámara de Senadores, a diferencia de la de Diputados, cambiará solo en una parte de sus miembros, pues el mandato es de ocho años.
CANDIDATOS A LA MONEDA
Aunque la abstención siempre es alta en Chile, donde el voto es optativo, este año existe la posibilidad de elegir un mandatario que haga cumplir el programa oficial para dar paso a la nueva Constitución Nacional.
En la disputa por la primera magistratura aparecen siete candidatos: Gabriel Boric, de Apruebo Dignidad, Sebastián Sichel, de Pacto Chile Vamos; José Antonio Kast, del Partido Republicano de Chile; Franco Parisi, del Partido de la Gente; Marco Enríquez-Ominami, de Progresistas de Chile; Yasna Provoste, del Partido Demócrata Cristiano, y Eduardo Artés, del Partido Unión Patriótica.
Según la Carta Magna vigente, para ganar los comicios en primera vuelta, uno de los candidatos debe obtener la mayoría absoluta de los votos. En caso contrario, los dos con mayor cantidad de votos irán a un balotaje, programado para el 19 de diciembre próximo.
Hasta ahora, el favorito de las mayorías es Boric, 35 años, ex líder estudiantil con ideas renovadoras, diputado y abogado de profesión, quien jugó un rol importante en las movilizaciones contra Piñera y es muy conocido en el país. Pero ello no significa su victoria en la primera ronda. Le sigue de cerca el ultraderechista Sebastián Kast, quien presenta un programa de retroceso para la débil democracia chilena.
Experimentados políticos del patio, como Daniel Jaue, alcalde de Recoleta, a quien Boric ganó en las primarias, indica que Kast propuso durante su campaña ideas tan retrógradas como la clausura del Instituto Nacional de Derechos Humanos, la atribución al Presidente para “interceptar” comunicaciones de los ciudadanos, el aumento de cárceles con participación de agentes privados, búsqueda de “coordinación internacional” contra la izquierda, aumento de castigos penales por “violencia urbana” y participación de militares en La Araucanía.
En su opinión, luego que la derecha emigrara de la candidatura del oficialista Sichel para Kast, este pasaría con Boric, el mejor posicionado, a una segunda vuelta en la que se imponen alianzas con los partidos de menor puntaje para evitar el avance del republicano.
Los chilenos saben a qué se enfrentan si Kast, con sus ideas anacrónicas, ganara la primera magistratura, Piñera, en tanto, pone en la calles desde este viernes a mas de 20 000 policías– ese es el día habitual tras la pandemia de las manifestaciones públicas- en los mas de 14 000 colegios electorales, dado el temor de que los jóvenes reunidos cada semana en la Plaza Baquedano, rebautizada como Libertad, una vez más se pronuncien contra el millonario presidente acusado, también, de crímenes de lessa humanidad. Drones y helicópteros surcarán hasta el próximo lunes el cielo chileno, en busca de posibles enemigos, tal como dispuso la tan repudiada Gendarmerí
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