Reanudadas las conversaciones de Viena sobre el Plan Integral de Acción Conjunta, PIAC, en torno al uso pacífico por Irán de la energía atómica, se trasluce con más claridad que los firmantes de Europa Occidental (Gran Bretaña, Francia y Alemania) hacen abierto juego a las exigencias norteamericanas y sionistas de sabotear el pacto.
En efecto, Teherán había aplazado dichos encuentros por la realización de elecciones presidenciales nacionales, y este diciembre las delegaciones volvieron a la mesa de diálogo para debatir el presunto regreso de Washington a tratado suscrito en 2015, y el fin de la sanciones unilaterales norteamericanas contra la nación persa como instrumento de presión.
Como se recuerda, en 2018, bajo el gobierno del ególatra republicano Donald Trump, los Estados Unidos abandonó unilateralmente el PIAC, del cual había sido uno de los gestores, bajo el pretexto de que favorecía en alto grado a Teherán y era necesario un cambio en su redacción original.
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Desde entonces Trump impuso un creciente paquete de penalidades que Irán rechaza de plano con el respaldo de Rusia y China, también integrantes del acuerdo.
Mientras, el presidente demócrata Joe Biden, que hizo del regreso de los Estados Unidos al PIAC parte de sus muchas promesas electorales, una vez instalado en la Oficina Oval no ha dispuesto otra cosa que dar de largas al desaguisado de Trump, y evidentemente pactado con Europa Occidental el logro de sus particulares intereses con respecto al acuerdo original de 2015.
En consecuencia, Teherán viene señalando en las siete rondas realizadas hasta el momento en Viena, que los aliados europeos de Washington no muestran una firme voluntad para un arreglo justo del tema, y aducen que ello se debe a las demandas norteamericanas y de Israel para perjudicar a la República Islámica, considerada por ambos como un serio oponente al expansionismo regional de Tel Aviv y a las apetencias hegemonistas gringas en Medio Oriente y Asia Central.
En esas circunstancias, Teherán presentó por estos días a las delegaciones reunidas en Austria dos iniciativas precisas y concretas para desbloquear el asunto y cesar el programa de sanciones norteamericanas, a lo que el grupo euro occidental respondió con una nueva moratoria para “realizar consultas” con sus respectivas capitales.
Irán accedió a la solicitud, no sin antes hacer notar la debilidad de los firmantes europeos ante las presiones estadounidenses y sionistas, al punto de inclinarse a cuestionar un acuerdo que en su momento elogiaron y festejaron como un valioso escalón en materia diplomática.
Por demás, Teherán indicó que fortalecería sus vínculos con los negociadores de Rusia y China, firmes defensores de la letra origina del PIAC, y advirtió nuevamente que no aceptaría subterfugio alguno que menoscabe lo ya pactado e intente excluir, como un primer e insoslayable paso, el fin de las pretendidas penalidades Made in USA que intentan afectarle económicamente.
En otras palabras, que no habrá concesiones ni se admitirá una política de fuerza en un arreglo que fue calificado en 2015 por todos sus gestores como un modelo de negociación equilibrada y justa.
Lo contrario y por tanto inadmisible, sería asumir de manera inconsecuente y bajo amenazas todo cuanto se le ocurra a los hegemonistas norteamericanos y su socio sionista para acomodar los escenarios mundiales a tono con sus particulares e indecentes apetencias.
Lo dicho y hecho, dicho y hecho está…y si alguien tiembla o pretende revolcarlo a cuenta de caprichos individuales, el NO rotundo será siempre la respuesta de Irán y quienes apuestan por un mundo ecuánime, sosegado y colaborador.
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