Allá aquellos que no quieren ver las realidades geopolíticas de hoy e insisten en la falacia de que su poder hegemonista es vital y decisivo en el futuro del planeta.
Lo cierto es que, pese a quien le pese, estamos asistiendo al fin de la preponderancia global de los intereses que se estiman superiores, intachables e intocables, y que tienen en la actual administración norteamericana y su díscolo presidente, Donald Trump, sus más fieles exponentes.
De hecho, en un conflicto de tan larga data y complicación como el palestino-sionista, el nuevo ocupante de la Casa Blanca optó por inclinar la balanza de un solo lado, el sionista, con la desatinada reciente decisión de reconocer la soberanía israelí sobre la disputada ciudad de Jerusalén, o Al-Quds, y por tanto dando la espalda a las legítimas aspiraciones palestinas y la clara posición sobre ese tema de la mayoría de la comunidad internacional.
Un paso que ya ha costado a Washington un mayor aislamiento político con respecto al resto del orbe, aunque es evidente que para aquellos con irracionales ínfulas de grandeza y predominio, tales asuntos parecen ser de menor cuantía, aun cuando afecten seriamente la imagen y la percepción sobre su propio país.
De todas formas, y a tono con la hora histórica vigente, la pifia oficial norteamericana ya tiene sonadas respuestas.
Así, Palestina decidió rechazar el papel de mediador que hasta ahora los Estados Unidos ejercía con relación al conflicto con el Tel Aviv, y a la vez pedirle a China, uno de los blancos prioritarios norteamericanos en materia geopolítica, que asuma ese desempeño.
En efecto, según indican medios de prensa, “Nabil Shaath, asesor para Asuntos Exteriores del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, ANP, Mahmud Abás, reiteró que los palestinos ya no consideran a los Estados Unidos como un mediador fiable, después que su presidente Trump asumiera el pasado 6 de diciembre a Al-Quds como la capital del régimen de Israel”.
Shaath dijo que “la ANP está buscando a otros países o coaliciones internacionales para que ocupen la posición de Washington en dicho proceso, y que una solicitud en ese sentido ha sido cursada a Beijing”.
Dijo la fuente que “China ha mostrado a las delegaciones palestinas e israelíes su disposición a desempeñar este papel en el proceso de paz, y queremos que (los chinos) jueguen el rol de patrocinador de este proceso junto con otras partes internacionales”.
A su juicio, ninguna parte puede negar la importante posición de China en la solución de las cuestiones relativas a la región de Oriente Medio.
Lo cierto es que desde un principio, Beijing, entre otros críticos de la reciente medida de la Casa Blanca, ha apoyado la idea de establecer un pleno Estado soberano de Palestina con su capital en Al-Quds.
De modo que, por esta vía, un presidente norteamericano ajeno a la política de altura cede terreno y fachada, nuevamente ante aquellos a los que su gobierno identifica como los “grandes obstáculos mundiales” a sus aspiraciones de grandeza planetaria.
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